La Ciudad de México posee los índices de desarrollo humano (IDH) más altos del país, por arriba de 0.900, cuando la escala promedio nacional es de 0.739, de acuerdo con el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD); sin embargo, este dato oculta grandes desigualdades de género que se reflejan en la diferencia de oportunidades entre mujeres y hombres.

El Informe alterno Beijing +20, entregado a mujeres del PRD que integrarán la Asamblea Constituyente, refiere que mientras 77 de cada 100 hombres están dentro del mercado laboral, en el caso de las mujeres sólo 42 están integradas, y de éstas 24.7 por ciento están incorporadas al sector informal donde más de la mitad percibe ingresos de entre uno a tres salarios mínimos y no tiene acceso a servicios de salud.

El documento advierte que incluso en materia laboral, los avances legislativos en la entidad para garantizar condiciones de igualdad para las mujeres no se ven reflejados y la mayoría de ellas ocupa puestos de trabajo en condiciones de precariedad, con bajos salarios, menores o nulas prestaciones sociales, escasas posibilidades de ascenso y sin capacitación en nuevas tecnologías, con contratos por tiempo y obra determinadas, lo que limita su acceso a una jubilación o pensión a futuro.

Refiere que conforme a la más reciente encuesta del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) sobre ocupación y empleo, de un millón 895 mil 863 mujeres económicamente activas (de 14 años en adelante), 941 mil están en la economía informal.

El informe, elaborado por más de 140 organizaciones feministas, alerta que en la capital existe un proceso de feminización de la pobreza que se observa en el deterioro de la calidad de vida de la mujeres, más aún cuando este sector encabeza 31.4 por ciento de los hogares en la ciudad y en la mayoría de los casos la única fuente de ingreso y responsable del cuidado de la familia.

“Los avances normativos que sitúan a la Ciudad de México en los estándares internacionales de los derechos de las mujeres –señala el documento– han sido insuficientes para superar la pobreza”, al tiempo que ofrece grandes potencialidades en experiencias de trabajo organizativo y autogestivo, en habilidades y conocimientos que deben apoyarse, como estrategias para reducir la desigualdad social de género.

Añade que en el ámbito laboral son estereotipadas en determinadas ocupaciones, lo que las limita a acceder a puestos mejor remunerados y de mayor jerarquía.

El Informe Alterno Beijing +20, en la esfera de Mujer y economía, concluye que los programas de ayuda a grupos vulnerables, aparte de ser asistenciales y clientelares, no conforman una política pública integral que atienda el efecto y las causas de la pobreza.