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Los brasileños reciclan materiales para dar vida a muebles extravagantes

La gran belleza es poder transformar, afirman los Hermanos Campana
 
Periódico La Jornada
Jueves 14 de julio de 2016, p. 9

Sao Paulo.

Nadie pensó antes en una butaca fabricada con osos de peluche o con cientos de metros de cuerda entramada hasta que Humberto y Fernando irrumpieron en el diseño con su propuesta original y desafiante que grita al mundo esto es Brasil.

Son los designers Hermanos Campana y su universo de objetos impensados.

La luz inunda el taller de estos creadores mundialmente reconocidos en un céntrico barrio de Sao Paulo, ciudad enorme y caótica que los inspira tanto como otros paisajes brasileños.

En dos galpones amplios una docena de artesanos, costureras, arquitectos y asistentes cosen trozos de cuero, cepillan piel de carnero, ajustan detalles de un mueble o trabajan en una computadora. Esto aquí es un laboratorio, describió Humberto, el mayor de los hermanos, quien tiene 63 años. Siempre estamos buscando nuevas formas de expresión, añadió.

Un rasgo fundamental del trabajo de esta dupla es el uso de materiales y objetos que, arrancados de su función tradicional, son reutilizados para dar vida a muebles extravagantes como una butaca de muñecas de trapo superpuestas, un sofá de cartón, una silla confeccionada con plástico para embalajes o una cama engullida por largas fibras naturales.

El de ellos es un diseño de emergencia, espontáneo que representa un saber hacer brasileño, aseguró Fernando, de 55 años. Es un proceso de creación que imita “la improvisación de un lugar de abrigo, de cómo las personas construyen sus casas a partir de objetos encontrados en la calle.

Lo que el diseño brasileño puede entregar al mundo es la improvisación, pero bien hecha, en la que trasladas el material de una función a otra y le confieres un uso cotidiano efectivo, precisó.

Fuera de las convenciones

Huyen de convenciones como que todo tiene que ser de cierta manera, ergonómico, funcional, blanco o negro, rígido, señaló Humberto, refiriéndose a grandes escuelas de diseño, como la italiana o escandinava. Dije no, Brasil no es eso. Tiene riqueza cultural, es un país muy grande, joven; es mucho más que líneas rectas; aquí las ciudades se rinden a la naturaleza.

Foto
Humberto y Fernando Campana en su estudio de Sao PauloFoto Afp

El mullido sofá Boa, que imita a una enorme y curvilínea serpiente, o la silla de formas irregulares Coral, como los arrecifes de la costa de Brasil, expresan esa preponderancia de la naturaleza en el trabajo de estos hermanos.

Han exhibido sus piezas desde Sudáfrica a Japón, pasando por Alemania, México e Israel. Muchas de ellas son parte de las colecciones de museos como el de Arte Moderno de Nueva York, el Centro Georges Pompidou de París o el alemán Vitra Design. Han incursionado en moda, diseño de interiores, arquitectura y paisajismo. Y venden sus muebles a través de las tiendas más exclusivas.

Humberto estudió derecho y Fernando arquitectura, pero se unieron a finales de 1983 cuando el primero ya había dejado las leyes para fabricar objetos.

Su primera exposición llegó en 1989 y se llamó Desconfortáveis (Incómodos), planteando de entrada que su camino tenía poco de convencional. No queríamos fórmulas fáciles, pero afirmar que somos radicales es muy pesado, es mejor decir que somos inconformes, señaló Fernando.

El año 1993 marcó un hito en su carrera: 500 metros de cuerda roja estaban olvidados en un rollo. Pensaron que eso podría transformarse en silla. Y así nació uno de sus éxitos: la famosa Poltrona vermelha (Butaca roja) formada por toda esa cuerda cuidadosamente tramada sobre una estructura metálica con forma de nido.

Es nuestro homenaje al caos. Gracias a ella nos hicimos conocidos mundialmente, contó Humberto. La gran belleza es poder transformar, insistió