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Este domingo llegan a su fin las actividades de la 21 edición del Festival de la Huasteca

Jaranas, violines y guitarras abren paso al son en Tamaulipas

El encuentro se ha vuelto emblemático, pues une a la familia para compartir su tradición, dice Juan Gregorio Regino, director de Desarrollo Intercultural

Querétaro será la sede para 2017

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En la tarima dispuesta en la plaza central, los abuelos, con el cuerpo erguido y los brazos a los costados, siguen el ritmo del QuerrequeFoto Notimex
 
Periódico La Jornada
Domingo 3 de julio de 2016, p. 7

El Mante, Tamps.

En esta ciudad el son huasteco se abre paso entre el sol a plomo y el deseo de la comunidad de vivir en paz, de alejar el flagelo del crimen organizado que se mueve de localidad en localidad, mientras se practican operativos de las fuerzas de seguridad.

La gente sale a la plaza pública para unirse y bailar y cantar en la 21 edición del Festival de la Huasteca, que este domingo concluye sus actividades, para mostrar la riqueza cultural, gastronomía, medicina tradicional, fandangos, vestimenta, la energía del baile, del zapateado que se aprende desde los primeros años de vida.

En la tarima dispuesta en la plaza central, niños menores de cinco años imitan a sus padres, a sus parientes, a sus abuelos, que con el cuerpo erguido, los brazos a los costados, siguen el ritmo del Querreque, que la noche del pasado jueves se tocó con un arreglo largo, largo, tanto que se dijo que fue “El querreque versión In-a-ga-da-la vida”.

En la noche la música se disemina a largas distancias. Se escucha la alegría hasta la madrugada.

Juan Gregorio Regino, director de Desarrollo Intercultural de la Secretaría de Cultura, expresó en entrevista que todos los artistas invitados acudieron; están todas las delegaciones de todos los estados que conforman la Huasteca. “Esto habla del entusiasmo, de la espera de este festival, año con año. Se ha vuelto emblemático para la cultura huasteca.

Hemos visto a familias enteras bailando. Esto es parte de un proceso de formación comunitaria. Aquí la gente baila todo el año, en fiestas varias y rituales. Lo que pasa es que el festival se ha vuelto un escaparate para mostrar lo que han aprendido. Ver a niños, hombres y mujeres bailando, alegres, es para compartir su tradición. Hay lazos que unen a la familia. En la comunidad no está desvinculado nada, ni la comida ni el baile ni la música. Todo va junto, como en un diálogo. En esta zona, por el contexto, es fundamental. Platicando con las autoridades de cultura del estado de Tamaulipas, me dijeron que han visto al arte y a la cultura como un medio para contrarrestar el fenómeno del narcotráfico. La gente ha respondido y es señal de que podemos atenuar este problema.

Fandango aquí y allá

Los programas son largos y los músicos esperan su turno detrás del escenario. Ensayan y bromean. Provienen de Hidalgo, Puebla, Querétaro, San Luis Potosí. Tamaulipas y Veracruz. Jaranas, violones y guitarras. Guayaberas al por mayor. La prenda ideal para estos climas de 30 grados en promedio. Mientras llega su turno de subir al escenario, algunos tríos se echan palomazos en alguna cantina cercana. Por unas monedas.

Juan Gregorio informó que el próximo festival será en Querétaro y que en septiembre otra actividad fundamental será una nueva edición del Festival de tradición y nuevas rolas, de rock cantado en lenguas originarias, que se efectuará en Oaxaca, con el apoyo solidario del artista Francisco Toledo.

Dijo que la fiesta continuará. Seguirá el recorrido estado por estado.

A esto fueron los integrantes del trío Tesasná (luz de Luna, en totonaco), especializados en sones huastecos de la Sierra Norte de Puebla. Alejandro Villanueva, miembro de este trío, dijo: “Nosostros tocamos el gustito, que es un son de esta región, y un huapango antiguo, El cascabel. El ensamble instrumental de nosotros se comparte en los seis estados que conforman la Huasteca.

Este festival promueve la cultura que compartimos con los demás estados. Es algo común, lo compartimos. Tocamos en fiestas en la zona norte. En Huehuetla, Puebla, esta música se oye en matrimonios, fiestas del santo patrono, bautizos. El huapango ameniza el baile y la festividad empieza a las cuatro o cinco de la tarde y acaba hasta el otro día. Hemos tocado, seguido, de las cinco de la tarde a las ocho de la mañana del siguiente día. Pesan los instrumentos a esa hora. Paga el padrino de música, quien contrata tres tríos. Nos atienden muy bien y nos dan de comer. Sí nos pagan, pero nosotros consideramos a la gente de la sierra de Puebla, a la que no les podemos cobrar igual. Es por la comunidad, por nuestra gente. Somos parte de una continuidad cultural.

El son y el zapateado concluirán este domingo.