Debilidad de gobierno
e ha agotado el tiempo”, amenaza el gobierno federal, y con ello demuestra su debilidad. Sólo un gobierno endeble se atreve a amenazar de esta manera no sólo a un movimiento como el magisterial, sino a todo un pueblo que lo está cuestionando en las calles. El inminente uso de la fuerza pública (una vez más) contra los y las maestras, padres de familia y población en general que se encuentra bloqueando distintos puntos carreteros principalmente en Oaxaca, Chiapas y Guerrero, no hará sino encender a otros sectores que están descontentos con las políticas del gobierno.
Antes de la masacre de Nochixtlán, Oaxaca, el movimiento no contaba con el apoyo generalizado de la población, y poco se conocía fuera de las fronteras. El uso de armas de fuego contra maestros y comunidades legitimó al movimiento y dejó ver la furia de una población colmada de agravios. Ya no sólo se toman las calles para rechazar la reforma educativa; también contra el despojo, las burlas, los asesinatos y desapariciones, la corrupción y el autoritarismo.
El presidente Enrique Peña Nieto entretiene a las redes sociales con su torpe desempeño en Canadá. De la afirmación de Barack Obama, quien se autodefine populista, frente a los cuestionamientos del mexicano dirigidos a la política local, se nutren los cuestionamientos a Peña. Mientras, se mueve la maquinaria para asestar un nuevo golpe a la población. Que se llenen las redes de memes, al fin y al cabo lo más importante para el poder es la maniobra mediática que prepara el escenario para contrarrestar la insurgencia nacional.
Los noticieros televisivos anuncian el desalojo de la inconformidad magisterial desde hace más de una semana. Se inventaron que las tiendas de los estados donde hay bloqueos carreteros están vacías, que no hay gasolina para transitar y que el hartazgo es generalizado. Los mercados locales repletos de alimentos y las estaciones de gasolina con el combustible disponible son una clara muestra del rumbo de la estrategia. El anuncio del secretario de Gobernación, Osorio Chong, no deja lugar a dudas. Ya se cansaron, como en su momento dijo el ex procurador Murillo Karam. No pueden más.
El descrédito internacional parece que no les importa. Las decisiones se están tomando sin medir las consecuencias, pero si un gobierno se cansa del diálogo o considera que el tiempo se agota
, se mete en un callejón sin salida. No es la población la que se cansará de exigir, ni al movimiento al que se le agotará el tiempo. El error de la represión, la repetición de Nochixtlán, puede tener costos muy caros.