bispos y arzobispos católicos se subieron en una victoria que no es suya. Al hacerlo, dieron una lección de oportunismo con el fin de acrecentar su capital simbólico, el cual, por otra parte, ha ido menguando en la sociedad mexicana que sigue diversificándose a contracorriente de los deseos clericales.
Las contundentes derrotas electorales que por siete gubernaturas le asestó el electorado al PRI han sido leídas y propagandizadas por altos clérigos católicos romanos como resultado de la iniciativa presentada por Enrique Peña Nieto sobre matrimonios igualitarios. Tal pretensión de quien encabeza el Poder Ejecutivo de la nación habría motivado –en la perspectiva de obispos y arzobispos– que millones de electores mostraran su inconformidad con un ataque a la llamada por los conservadores idiosincrasia nacional.
La definición que proporciona de idiosincrasia la Real Academia Española es la siguiente: Rasgos, temperamento, carácter, distintivos y propios de un individuo o colectividad
. Atenidos a esto, que funciona como descripción de diccionario para señalar ciertos perfiles, la sociedad mexicana tendría una identidad que ha sido, es y será la misma en cuanto a cómo se conforman las parejas y familias. ¿En verdad ha sido, es y será así?
El clero católico mexicano tiene todo el derecho a defender el único modelo de parejas y familias que considera correcto. Y cuenta con espacios propios para adoctrinar en tal convicción a su feligresía. Si en esos espacios no ha convencido a una buena parte del pueblo católico sobre cuál es el modelo a seguir, es un despropósito que exija al Estado le haga la tarea de negar derechos civiles propios de sociedades crecientemente diversificadas.
En las cuentas alegres del episcopado sobre el rechazo electoral al PRI hubo regocijo (muchos lo tuvimos, pero por otras razones) y celebración porque, supuestamente, la ciudadanía le dio la espalda al intento de modificar leyes en sentido contrario a la que define la Iglesia católica como familia. Definición con la que coinciden la mayoría de las iglesias evangélicas del país.
Metidos al oficio de analistas electorales, los prelados consideraron que los sufragantes contrarios al PRI hicieron un análisis de conciencia y más que la corrupción, tráfico de influencias e impunidad de los gobiernos del tricolor, lo que les pudo profundamente fue la iniciativa peñanietista. ¿Cuáles son los datos que los llevaron a semejante conclusión? ¿Encuestas de salida, fotos exigidas a los feligreses católicos de su boleta electoral antes de ser depositada la misma, penitencia anti-PRI para ser exculpados de ciertos pecados? No lo sabremos, porque los altos clérigos son buenos para dar conclusiones, pero lo suyo no son las explicaciones.
Dos estudios de opinión pública que sondearon a la población católica mexicana sobre cuestiones de valores y conductas contribuyen a dar respuesta sobre qué tan apegada es a las enseñanzas de su Iglesia. La de Católicas por el Derecho a decidir (Encuesta nacional de opinión católica 2014) a la pregunta, ¿el Estado mexicano debe permitir o no que la Iglesia católica tenga influencia en las decisiones de gobierno?
: 72 por cierto respondió que no; 89 por ciento estuvo de acuerdo en que los funcionarios católicos (presidente, diputados, senadores) deben gobernar basados en la diversidad de opiniones que existen en el país. Solamente 11 por ciento respondió que debían cumplir con su función pública basados en las enseñanzas eclesiales. Acerca de si los encuestados estaban de acuerdo o en desacuerdo sobre que los sacerdotes en las misas hicieran llamados a votar en favor o en contra de ciertos candidatos o partidos políticos, un abrumador 93 por ciento dijo estar en contra y 7 por ciento en favor.
En abril de 2014 el Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana publicó la Encuesta nacional de cultura y práctica religiosa en México (http://goo.gl/Ot8Yhs). En el inciso Actitudes sobre la diversidad sexual
se hizo la pregunta ¿qué piensa usted de las personas homosexuales?
; el número 10 representó que las personas homosexuales debían recibir en todo el mismo trato que cualquier otra persona, y el número 1 que no debían recibir el mismo trato que otras personas. La respuesta de los católicos la fue 7.8, y 7.5 entre los no católicos. También se inquirió lo siguiente: ¿Qué piensa usted de las parejas de personas del mismo sexo?
Responder 10 implicaba que estas parejas debían recibir en todo el mismo trato que las formadas por un hombre y una mujer, y 1 que de ninguna manera debían tener el mismo trato. Los católicos dieron un puntaje de 7.5, y 7.2 los no católicos.
Las dos encuestas citadas son muestra fehaciente de que la feligresía católica mexicana mantiene autonomía valorativa de las posiciones sostenidas por los dirigentes eclesiales. La identificación con los rituales católicos va por un lado, en tanto por el otro la mayoría de la población que se reconoce católica romana tiene actitudes sobre asuntos éticos que son divergentes de la posición doctrinaria de la Iglesia católica.
El oportunismo clerical infla para su conveniencia y agenda excluyente el hartazgo ciudadano con los gobiernos priístas. Desde distintas trincheras hay quienes han coincidido con la hermenéutica de los altos funcionarios eclesiales, reconociéndoles a éstos una influencia sobre el electorado de la que carecen. Reconocerles que poseen un gran capital simbólico y moral va en detrimento del Estado laico, que debe ser garante de los derechos de quienes componemos una sociedad diversa y que lo será más.