El Senado considera que la evaluación del desempeño a los maestros debe enfocarse en prácticas docentes que involucran las diversas habilidades y actitudes que posee cada uno de los profesores, así como la relación con los alumnos y la forma en que se atienden situaciones diversas que se presentan en las aulas.

En un estudio realizado por investigadores del Instituto Belisario Domínguez (IBD) del órgano legislativo, se apunta que buena parte del debate público se ha centrado en torno a los problemas de orden operativo, los cuales, por las características que se conocen hasta ahora, no permiten conocer las prácticas pedagógicas o de dirección y gestión de los sujetos evaluados.

Integrantes de la dirección general de Investigación Estratégica del IBD refieren que debe considerarse una evaluación que aporte información consistente sobre la manera en que desarrolla su trabajo cada profesional examinado, es decir, que permita analizar e identificar rasgos de la práctica que deben continuar y fortalecerse, otros que deben modificarse y unos más que deben ser sustituidos para acercarse a prácticas ideales, y no sólo con la aplicación de un examen de opción múltiple.

Resalta el documento del IBD que el carácter formativo de una evaluación sólo es posible si en su diseño se consideran instrumentos apropiados para una práctica compleja, que implica múltiples acciones o micro-acciones simultáneas que permitan implementar programas específicos de formación y asesoría para cada sujeto evaluado, los trajes a la medida anunciados por el titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP), Aurelio Nuño.

Para las autoridades educativas, se apunta, los resultados de la evaluación identifican certeramente los diferentes niveles de desempeño docente. Al respecto, en la presentación de los resultados de los exámenes, el titular de la SEP afirmó que de esa manera se asegura que sólo den clases quienes estén mejor preparados.

Los encargados de realizar el estudio La evaluación del desempeño docente: de lo comprometido a lo realizado hacen notar que para profundizar en el análisis de los resultados hacen falta más elementos de los que hasta este momento se han hecho públicos.

Resaltan que “es indispensable que se liberen muestras de reactivos, representativos de cada aspecto evaluado, en las distintas variantes de pruebas de opción múltiple utilizadas; deberían publicarse también muestras –ya calificadas– de las evidencias de enseñanza y de dirección escolar, así como de los planes de clase y rutas de mejoras, de tal forma que se pueda apreciar la pertinencia y precisión de las valoraciones empleadas para calificarlas.

El análisis detallado del contenido de los instrumentos de evaluación es indispensable para mejorarlos, más aún cuando no se sometieron a pruebas de campo antes de su aplicación, agregan.

De igual forma, los investigadores sostienen que en la evaluación sustancial de los procesos de examinación docente es indispensable demostrar su rigor técnico, confiabilidad y justicia, para asegurar su utilidad en relación con la gran finalidad de la reforma (mejorar la calidad del aprendizaje) y, también, para avanzar en su legitimidad entre vastos sectores del magisterio.

La evaluación del desempeño docente, dicen, “alcanzará esa legitimidad si, entre otras medidas –más allá de pedir un acto de fe– se pone a disposición de los profesionales de la educación y de la opinión pública la información necesaria para analizar sus fundamentos y alcances”.