ara disimular, disminuir, ocultar el claro avance de Morena en el panorama político nacional con motivo de las elecciones del domingo 5 de junio, se ha echado mano de todo tipo de argucias. Al sistema, a quienes están al frente y dan la cara por él, a los que se benefician y sacan ventajas de su permanencia mediante contratos, concesiones, derecho de picaporte y otras canonjías, les preocupan dos cosas: por una parte, el avance verdadero y consistente de Morena y, por otra, que la ciudadanía se percate, perciba que es posible un cambio y apoye aún más a este nuevo partido.
Para esa campaña de ocultar o disminuir el indudable avance a que me refiero se ha gastado quizá más que lo que costó la campaña misma en favor de alguno de los partidos de los que contendieron usando los recursos públicos; se trata de una campaña bien planeada, de medios masivos de comunicación, de manipulación de la opinión pública tendente a engrandecer el triunfo del PAN en varios estados y la derrota
del PRI en esos mismos; les interesa mucho desviar la atención hacia este cambio de siglas a escala nacional; estados tradicionalmente priístas que ahora son panistas y otras incidencias menores, si se ven en su conjunto.
No se aclara, se soslaya, que en varias de estas entidades ahora panistas, gobernarán personajes que llevan bajo la camiseta blanquiazul, bien tatuado en la piel el sello priísta. Un ejemplo indiscutible es el de Miguel Ángel Yunes en Veracruz, cuyo triunfo todavía se encuentra en entredicho, pues Cuitláhuac García, candidato de Morena, interpuso varios recursos pendientes de resolver.
Yunes, como todo mundo sabe, estuvo muy cerca de la maestra Gordillo, fue operador político de gobiernos priístas y se acercó al panismo cuando surgió lo que Manú Dornbierer bautizó con el nombre de PRIAN; yo supe de él cuando ocupó un cargo en la Cámara de Diputados, aún en el recinto de Donceles; era oficial mayor o algo por el estilo y fue denunciado en tribuna, en el entonces Colegio Electoral de la 49 Legislatura, por diputados del PAN, porque ya había distribuido tarjetas para los vehículos de los candidatos priístas, cuando aun no habían sido calificadas las elecciones por el mencionado Colegio Electoral.
No es el único caso, hay otros, pero podemos decir con certeza que en estas elecciones se intentó poner a funcionar el viejo sueño salinista del bipartidismo PRI-PAN, con matices diferentes pero coincidentes en el fondo, ambos partidos están de acuerdo en establecer para México el neoliberalismo, un Estado gendarme, reducido al mínimo y ancha es Castilla
para los empresarios y sus gestores, cabilderos o simples coyotes. La verdad es que no perdió el PRI ni ganó el PAN, el sistema reacomodó sus piezas en el tablero para que como en la novela El gatopardo, de Giuseppe Tomasi di Lampedusa, todo cambie para que todo siga igual.
Donde no siguió todo igual fue en la percepción de los ciudadanos, especialmente los pobres pero también las clases medias, que han recibido del sistema tantos agravios que la intención de participar y la esperanza de un cambio verdadero se abren camino, aparentemente con lentitud pero en realidad tomando fuerza y velocidad; eso alienta a quienes queremos la democracia y la justicia social, y preocupa y atemoriza a los que ven en el mantenimiento del sistema su propio beneficio.
Morena también, como la ciudadanía, ha sido agraviada especialmente por los grandes medios de comunicación que han usado muchas argucias (sin duda responden a un plan maestro), encaminadas a que este partido se confunda entre los otros que han sido creados por el mismo sistema para ser usados cuando se les requiera, para hacer complicados los procesos electorales y para echarle montón a quienes pretenden tomar en serio los comicios y actuar en consecuencia.
Un agravio a Morena consiste en agregarle a su emblema electoral el águila juarista que registró como propio Movimiento Ciudadano, partido de otro veracruzano; Morena con letra color marrón sin más rasgos, cuadros, círculos o emblemas agregados de cualquier tipo, apareció en las boletas solo con las seis letras de su nombre, pero en la televisión se vio frecuentemente asociada esa palabra al emblema del MC, como si fueran lo mismo; la maniobra es evidente y muestra la falta de ética de algunos comunicadores.
Esas imágenes me constan y sin duda desorientaron a algunos; otra maldad que me tocó denunciar el domingo 5 en la mañana fue el despliegue de mantas colgadas la noche anterior en varios sitios de la delegación Coyoacán, sin que nadie hubiere impedido su colocación, en ellas se atacó sin razón a Morena y a su dirigente principal; la manta que yo vi y denuncié, junto a la Iglesia de la colonia El Reloj contenía esta calumnia: Yo no voto por el peje porque destruye iglesias
. Guerra sucia de tan baja calidad moral sólo indica que Morena les preocupa y mucho.