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Crisis y creación monetaria de los bancos
H

ay dos modelos básicos para hablar de las funciones de los bancos en una economía moderna. El primero es el de intermediación de fondos prexistentes (fondos prestables). Tiene una larga tradición en la historia de la teoría económica. El segundo es el de creación monetaria.

El primero es una fantasía que nada tiene que ver con la realidad. El segundo sorprende por sus implicaciones.

Si usted le da un micrófono a un economista para que hable sobre los bancos, es casi seguro que comenzará su discurso refiriéndose a los bancos como intermediarios entre los ahorradores y los demandantes de capital. En su historia los bancos comerciales privados aparecerán como simples intermediarios entre ahorradores y aquellos agentes que demandan capital para gastarlo, ya sea en actividades productivas (los empresarios) o para financiar su consumo. El banco central es el único encargado de emitir dinero y controla toda la oferta monetaria.

El modelo estándar que permite introducir esta concepción sobre los bancos dice que en cualquier economía existe un mercado especial en el que se ofrece ahorro y se demanda capital. Los ahorradores y los inversionistas llegan al mercado de fondos prestables y el juego de la oferta y la demanda establece un precio de equilibrio que se llama tasa de interés. Ese mercado está organizado alrededor de los bancos. Éstos son instituciones muy útiles, porque ponen en contacto a los ahorradores y los demandantes de capital. Los primeros depositan sus ahorros en los bancos, y éstos les pagan una tasa de interés (llamada pasiva). A su vez, los bancos prestan a los demandantes de capital esos recursos y cobran una tasa de interés (llamada activa). La diferencia entre esas dos tasas es lo que constituye las ganancias del banco.

Esta concepción sobre el papel de los bancos no tiene ningún fundamento teórico ni empírico. Pero a los voceros del capital les resulta muy funcional por varias razones. Quizá la más importante es que la historia suena lógica y es aceptada por la mayoría del público. Los bancos reciben depósitos de recursos reales que existen previamente y los prestan a los demandantes. Todo suena muy lógico, pero nada tiene que ver con lo que acontece en la realidad.

Hace un año Zoltan Jakab y Michael Kumhof, economistas del Fondo Monetario Internacional y del Banco de Inglaterra, respectivamente, publicaron un estudio en el que destruyen esa anacrónica e inconsistente visión sobre el papel de los bancos en una economía monetaria capitalista (Consultar el documento). El texto tiene cuatro conclusiones centrales.

Primero, en el mundo real los bancos proveen financiamiento mediante la creación de dinero. Los bancos ofrecen préstamos, pero no necesitan tener en sus bóvedas los fondos necesarios para otorgar crédito. La causalidad se invierte: los préstamos hacen a los depósitos, no la a inversa.

Segundo, la rentabilidad de los bancos proviene de la cantidad de crédito que pueden generar. La actividad de creación monetaria de los bancos se incrementa cuando la economía está en la fase ascendente de un ciclo: las expectativas sobre el crecimiento y las oportunidades de negocios son buenas y el banco participa gustoso del entusiasmo, porque cada nuevo deudor aumenta su rentabilidad. la actividad bancaria es intensamente procíclica.

Lo que sí se necesita es que el dinero creado por los bancos tenga amplia aceptación entre el público. Eso se logra por el hecho de que los bancos aceptan los medios de pago creados por ellos mismos (cheques, tarjetas de débito, etc.) y por un elemento adicional que es la tercera conclusión del estudio: el banco central tiene el compromiso de poner a disposición del sector bancario las reservas que éste demanda. Las reservas no son la causa de los préstamos, sino su consecuencia.

La cuarta conclusión es automática, aunque es difícil de entender para los economistas formados en la escuela tradicional. El nuevo crédito sirve para promover inversiones y consumo. Es combustible para la actividad económica, y eso genera ingresos y ahorro. Es decir, el ahorro es una consecuencia del crédito, no su causa.

Esta visión sobre la moneda endógena creada por la actividad bancaria no es nueva. Es anterior a Keynes, y hoy es compartida por los economistas post keynesianos. Desde luego, esta perspectiva analítica permite explicar con mayor claridad la dominación del sector financiero en el mundo económico. Y también arroja luz sobre la naturaleza de la crisis y de la fase deflacionaria, por la que hoy atraviesan las principales economías del mundo. El colapso en el crédito marcó el giro de la economía mundial a partir de 2008 y anuncia los nuevos candidatos a ser golpeados de manera todavía más brutal en los meses que vienen.

Mientras gobiernos y bancos centrales insistan en pelear la batalla de la crisis deflacionaria con instrumentos derivados de su modelo anacrónico sobre fondos prestables, el colapso económico no podrá ser superado.

Twitter: @anadaloficial