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William Shakespeare, ese músico de las palabras
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Periódico La Jornada
Sábado 28 de mayo de 2016, p. a12

Take all my loves, my love

yiei, take them all

Ese par de versos contundentes marcan el inicio del Soneto 40 de William Shakespeare y dan título a una novedad discográfica deslumbrante: Take all my loves: 9 Shakespeare Sonnets (Deutsche Grammophon), de Rufus Wainwright, con la Orquesta Sinfónica de la BBC de Londres y una constelación de personajes de la escena cinematográfica, teatral y musical, entre ellos, la soprano austriaca Anna Prohaska (cuyos discos son también proyectos fascinantes como el presente), las actrices Helena Bonham Carter y Carrie Fisher y de manera espectacular los integrantes del Berliner Ensemble, una de las trouppes teatrales más importantes del planeta.

Este álbum, ya imprescindible, apareció justo en el día de la efeméride más importante de este año: los 400 años de la muerte del autor de Hamlet. Fue lanzado en iTunes, donde se puede conseguir hasta el momento, pues el disco físico tardará algunas semanas en llegar a México, pero el mismo día, 23 de abril, apareció en Spotify. De manera que podemos reseñarlo ya, pues el lector interesado puede conseguirlo por las vías mencionadas, iTunes y Spotify.

El disco se inicia con el Soneto 43, en la voz de la actriz galesa Sian Phillips:

When most I wink, then do mine eyes best see,

For all the day they view things unrespected;

But when I sleep, in dreams they look on thee,

And, darkly bright, are bright in dark directed;

Then thou whose shadow shadows doth make bright...

Y enseguida, track dos, la bella voz de Anna Prohaska canta ese soneto y todo está en su sitio. Los versos amorosos de William Shakespeare encuentran en este disco la música adecuada, más allá de los acartonamientos, que es tendencia generalizada en cuanto a un autor tan delicado, difícil de aprehender, tan misterioso y mágico.

Dije versos amorosos porque, es sabido, Shakespeare es quizá el autor más descarnado, el que destroza y ata, disecciona y descuartiza, arropa y tunde sin conmiseración ni piedad las emociones más profundas.

Los 154 sonetos de Shakespeare suelen distinguirse entre los Fair Youth, es decir, los del amor sereno, y los Dark Lady, los del amor turbulento, los del mal de amor. ¡Auch! ¡Ay!

Aquí la belleza reina. La variedad asombrosa de tipos de música en este disco va de David Bowie a Gustav Mahler, de la música isabelina al rock, del music hall a Bertolt Brecht/Kurt Weill, de un asombro hacia otro asombro hacia otro asombro. Todo el tiempo impera la lascivious grace, impregnada en uno de los versos del Soneto 40 y se extiende a todo el disco.

El Disquero considera los tracks tres y 13 como los mejores, irresistibles, magistrales de este disco, sin demérito del resto.

El track tres es el que da título al álbum. La voz de Rufus Wainwright entona los versos del Soneto 40 de una manera inigualable (bueno sí, alguien lo supera: Benedict Cumberbatch) y encandila de inmediato a quien lo escucha:

Take all my loves, my love

yiei, take them all

En cuanto entra el coro, la influencia de David Bowie es más que evidente. Luego, en el momento en que Cumberbatch, digo Wainwright, jeje, recita el soneto entero, suena un basamento minimalista que hipnotiza y hace que el escucha se concentre en la materia acusmática. Shakespeare en plenitud. El Shakespeare de los versos del amor.

Vayamos al track 13: All dessen müd, el Soneto 66 ¡en alemán!

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Conviene un paréntesis: cuando se habla de la relación música/Shakespeare, suele enlistarse el cuantioso número de óperas, piezas sinfónicas, vocales e instrumentales que se han escrito en partitura a partir de textos shakespereanos, cuando la evidencia es otra y está frente a nuestras narices. Bueno, junto a nuestros oídos: Shakespeare es el compositor más musical que ha habido. El ritmo, cantilación, acompasamiento hipnótico de sus palabras encandila, fascina. Enamora. En este disco hay varios actores gigantes en cuyas voces las palabras de Shakespeare cobran su verdadera dimensión: estas palabras son música. Es música hecha con palabras. Y en alemán esa música suena sencillamente sublime.

El actor Jürgen Holtz enuncia el Soneto 66 y uno se estremece. La atmósfera se sumerge en la mejor tradición de cabaret: Bertolt Brecht, Kurt Weill.

De hecho, este soneto fue definido por el escritor Ulrich Erckenbrecht como “la Lili Marlene de los intelectuales”, pues fue escrito por Shakespeare exasperado por la censura y el puritanismo de su época. Habla, en estos versos, de un art made tongue-tied by authority, por ejemplo y este soneto ha traspasado las épocas como un himno libertario, un canto contra el autoritarismo y la opresión. Por supuesto que la música que Rufus Wainwright escribió para este soneto es un homenaje a Marlene Dietrich, con su canción emblema Lili Marlene.

Esta pieza la escribió Rufus por encargo de Bob Wilson para un montaje con el Berliner Ensamble, en 2009, con 25 sonetos de Shakespeare. Aquí les pongo el link de YouTube para que disfruten el original: https://goo.gl/wmTsMm

Se acaba el espacio y apenas hemos reseñado tres tracks. Enunciemos: el track cuatro contiene el famoso Soneto 20, enunciado por la cantante australiana Frally Hines y enseguida, track cinco, cantado por Anna Prohaska. Dije famoso porque este soneto habla del retrato de una mujer que algunos investigadores dicen es en realidad un hombre, es decir, que la temática es la supuesta homosexualidad, o bisexualidad, del poeta.

Tracks seis y siete, Soneto 10, declamado con maestría por Peter Eyre y cantado por Anna.

Track ocho, Soneto 23: Helena Bonham Carter recita, Rufus y su hermana cantan y eso se convierte en rock duro y puro.

Track nueve: Carrie Fisher (sí, la mismísima princesa Leia, jeje) dice el Soneto 29 y enseguida Florence Welch lo convierte en una balada bonita de sublime, con magia, mucha magia. Mágica y hermosa como el volar de una mariposa.

Track 11: Soneto 129, dicho por un paisano de Rufus, el actor canadiense William Shatner y luego cantado por Anna Prohaska (track 12).

Track 13, ya dijimos: lo mejor del disco. Track 14: un reprise del Soneto 20, el del retrato. El track 15 muestra de nuevo la magnificencia de la música de las palabras de Shakespeare traducidas al alemán: Soneto 87, con la portentosa actriz Inge Keller. Y el gran final: track 15: Farewell, ese mismo Soneto 87, ahora con Anna Prohaska.

Uff. ¡Qué disco más fascinante! La música hecha con palabras de William Shakespeare con la música que late en nuestros corazones, detonados por este par de versos:

Take all my loves, my love

yiei, take them all

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