Opinión
Ver día anteriorMartes 24 de mayo de 2016Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Ciudad Perdida

En puerta, el nuevo Hoy no circula

A enderezar lo torcido

Doble moral azul

S

erá muy probablemente hoy cuando se dé a conocer una parte o el total de las medidas que se dictarán desde el ámbito federal para frenar la contaminación en la megalópolis, según nos han informado.

Ya sabemos que eso que se llama “endurecimiento del Hoy no circula” era más que necesario, y no sólo por la cantidad de contaminantes que producen los autos, principalmente los viejos, sino porque la ciudad se estaba convirtiendo, día a día, en un caos vehicular que atrapaba por horas a quienes circulaban por las calles de esta ciudad.

Las medidas aplicadas por la autoridad ambiental local, es decir, por Tanya Müller, consiguieron derrotar a la lógica y han creado, con un discurso sin razón, una inmensa zona de desastre vehicular que ha cobrado el precio al medio ambiente de la Ciudad de México.

No es posible que frente a la realidad y los datos duros se siga arriesgando la salud de la gente por asuntos de mero capricho. Y cuando hablamos de salud hablamos, también, de la salud mental de quienes manejan en vías vehiculares de, cuando menos, la capital de México.

Nos preguntamos: ¿sabe la autoridad del ramo la desesperación que causa a quienes manejan someterse a circular a menos de 30 o 20 kilómetros por hora, porque el carril para bicicletas sólo deja libre una porción de pavimento en el que apenas cabe un auto y cualquier incidente complica la circulación? ¿No se ha entendido que en esas partes de las ciudad, donde hay carriles para ciclistas, las bajas velocidades también producen, lógicamente, mayor combustión de gasolina y, por tanto, mayor contaminación?

Y más allá de eso, el grado de irritación que produce estar metido en un caos vehicular se refleja en el trato que el individuo que queda atrapado en un conflicto de tránsito proporciona a quienes están junto a él al descender del vehículo, se llamen empleados, amigo o familia. Eso, repetido casi a diario, produce seguramente un problema mayor, por ejemplo, en el interior de las familias.

Pero eso no es tan importante, como tampoco es que viajar a velocidades menores a 60 kilómetros por hora produce mayor contaminación. Lo importante es que los ciclistas tengan un espacio por donde pasar, aunque, a decir verdad, y usted lo ha constatado, las vías para ese tipo de transporte casi siempre se hallan libres, sin ninguna bicicleta en su camino.

La Comisión Ambiental de la Megalópolis tendrá que tomar en cuenta estos aspectos para cualquier decisión que tenga que tomar. Si las autoridades de la ciudad continúan en el ejercicio de su capricho, ya es hora de que alguien les ponga un hasta aquí, para que se logre enderezar algunas de las cosas que hoy están torcidas.

De pasadita

La doble moral con que los azules viajan en la política ha quedado al descubierto en muchas ocasiones, pero con el asunto del edificio de Arne aus den Ruthen Haag, que se ubica en la calle General Tiburcio Montiel número 18, se agrega algo a lo que podríamos llamar cinismo institucionalizado con el que se manejan los del blanquiazul: tratar de hacer que la sangre no llegue al río, pero para muchos eso ya no es posible. Los azules quieren guerra para tratar de convertirse en víctimas, lo malo es que nadie les cree. ¿O sí?