Opinión
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Políticas económicas
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ason Furman, presidente del Consejo de Asesores Económicos (CEA) de la Casa Blanca, inusualmente ha aparecido por dos diferentes razones en la prensa mundial. En una entrevista que publicó El País (15/5/16, p. 39) y en un importante estudio del CEA que documenta el poder monopólico en la economía estadunidense. En este estudio se describe cómo beneficia a consumidores y trabajadores la competencia entre empresas y cómo les perjudica el predominio de condiciones monopólicas. En la entrevista se muestran las diferencias entre las concepciones económicas que están detrás de las decisiones políticas que instrumentaron el gobierno estadunidense y los de la Unión Europea.

La acción estatal no se limita, por supuesto, a la política fiscal. Importa lo que vienen haciendo los bancos centrales, que se han ocupado de estimular la actividad económica a través de políticas monetarias no convencionales. Importa, también, el trabajo de análisis de las condiciones en las que está operando la economía. Por eso el estudio del CEA es relevante ya que ha producido indicadores de la concentración del mercado, es decir, del poder monopólico de unas cuantas empresas y sus efectos perversos en consumidores y trabajadores.

Lo que se documenta es que Estados Unidos ha declinado la competencia. El poder monopólico se traduce en mayores ingresos para unas cuantas empresas en detrimento de consumidores. La creciente desigualdad en ese país tiene aquí una explicación estructural adicional. Conocer sus medidas en un primer paso para acotar ese poder monopólico y revertirlo es tarea del Estado

Las diferentes decisiones del gobierno de Estados Unidos y los de la Unión Monetaria Europea han impactado claramente el desempeño económico de esos países. Los europeos, luego de la crisis de 2008 decidieron retirar prematuramente los estímulos fiscales, aumentaron tasas de interés y exigieron el cumplimiento de las reglas fiscales de Maastricht, que limitan el déficit fiscal a tres por ciento del PIB, en tanto los estadunidenses mantuvieron estímulos fiscales, llevaron las tasas de interés a su límite cero y ejecutaron un rápido saneamiento bancario.

El resultado de estas decisiones fue que los europeos recuperaran sus niveles de producción cinco años después que los estadunidenses. Los europeos lograron igualar el PIB del primer trimestre de 2008 apenas el primer trimestre de 2016, mientras los estadunidense lo lograron desde 2011. Peor aún, a nivel del ingreso por habitante, los europeos de la zona euro en 2016 están uno por ciento por debajo de los niveles previos a la crisis, en tanto en Estados Unidos hay un avance de 15 por ciento. Para Furman estas diferencias se explican por elecciones políticas. Pero para él eso es historia. Lo relevante es que Europa está a punto de repetir los mismos errores.

La Unión Europea está discutiendo la posibilidad de sancionar a Portugal y España porque incumplieron con las metas fiscales. Para Estados Unidos la Comisión Europea debiera aplicar flexiblemente sus reglas, de modo tal que incorpore la instrumentación de estímulos fiscales para promover que la recuperación pueda consolidarse, permitiendo generar empleos y mejorando los ingresos. El problema para Furman no se ubica en incumplimientos en las cifras del déficit fiscal, sino en países con grandes superávit comerciales. El superávit en la cuenta corriente de Alemania tiene efectos negativos para el resto del mundo y, particularmente, para sus socios de la eurozona.

Globalmente estamos en una situación económica en la que los riesgos son grandes. Afrontarlos adecuadamente obliga a una coordinación internacional como la lograda por el G20 a finales de 2008 y ratificada en abril de 2009, que decidió aplicar estímulos fiscales importantes, permitiendo que la recesión global se revirtiera e iniciara la recuperación. Frente a las dificultades que se presentan en las perspectivas inmediatas, la falta de demanda es clara, evidenciada por las bajas tasas de interés, la ausencia de inflación y, por supuesto, el alto desempleo. Para atender esto la política debiera jugar un papel resolviendo la insuficiencia de demanda.