Sábado 14 de mayo de 2016, p. a12
Ráfagas de sonido color plata atraviesan el cielo que forma la dulce música de Bach: el primer preludio de El Clave Bien Temperado, cuya apacible atmósfera contrasta con temas sombríos, claves dodecafónicas, frases ominosas. De tal equilibrio resulta una obra monumental: Credo, para piano solo, coro mixto y orquesta, que abre de manera espectacular el nuevo disco que llega a México con música de Arvo Pärt.
El álbum se titula Passacaglia y es el cuarto volumen de la serie The Kristjan Järvi Sound Project.
Es otro de los discos que se editaron en ocasión del 80 aniversario del compositor vivo más interpretado en el planeta y contempla 40 años de producción musical, además de convivencia y entendimiento espiritual y musical entre Arvo Pärt y Kristjan Järvi.
Esa relación data de toda la vida, pues el padre de Kristjan, Neeme Järvi, es amigo de la infancia y compañero en la vida profesional de Arvo Pärt. Es más, ellos dos huyeron juntos, con sus respectivas familias, del horror en que se convirtió el régimen comunista soviético.
El gran director de orquesta Neeme Järvi es a su vez, padre de dos directores de orquesta también muy connotados, el mencionado Kristjan, y Paavo Järvi, actual director de la Orquesta de la Philharmonie Paris, cuya sede es la flamante sala de conciertos que construyó Jean Nouvel. Maarika Järvi, también hija de Neeme, es flautista.
Toda esta historia tiene, en consecuencia, mucho que ver con el significado de Credo, la obra monumental que abre el disco: fue la última que escribió Arvo Pärt, en 1968, antes de entrar en un silencio muy prolongado y hondo, del que no emergería hasta principios de los años 70 con la invención del sistema tintinnabuli, que hoy por hoy mantiene a buena parte del planeta en estado de fascinación y paz interior.
Credo, como su nombre lo indica, es una obra con tema religioso, como la mayor parte de la obra de Pärt. Toma un texto de Mateo, el del famoso ojo por ojo, diente por diente, lo cual las burdas autoridades soviéticas tomaron como una provocación y ante la respuesta de Pärt de que él no tiene agenda política alguna, lo tomaron como una resistencia pasiva. Todo eso derivó en que la obra fue prohibida y el compositor optó por el exilio.
Antes de continuar con la reseña de este disco, vale la pena hacer un flash back que viene al caso: ya antes Kristjan Järvi había dedicado un disco entero a la música de Bach, que el Disquero mencionó en su oportunidad y vale la pena retomar la recomendación, porque contiene una de las obras más hermosas que se hayan escrito en décadas: el Stabat Mater de Arvo Pärt, además de la Sinfonía Número 3 (plena de sonido de campanas y belleza), que fue lo único que publicó Pärt en su periodo de silencio y reflexión.
Ese disco anterior, titulado Cantique, culmina con otra obra de gran belleza y escasa difusión: Cantique des degrés for Choir and Orchestra.
Regresemos al disco más reciente: Passacaglia, que es a su vez el título de la cuarta de las nueve obras que contiene.
Al Credo inicial sigue una belleza tintinnabuli: Mein Weg (Mi camino), en un sostenido estado de exaltación espiritual y olas repetitivas que seguramente fueron las que llevaron a alguien a escribir una tontería en la Wikipedia: Arvo Pärt, creador del minimalismo sacro
. Pasu.
Sigue Suma, un clásico en el repertorio de Arvo y una de las obras por las que lo conocimos hace muchos años.
Sigue Darf ich... (¿Puedo?), una disquisición en el más puro estilo Pärt: estados calmos del alma, para abrir paso a la obra que titula el disco: Passacaglia, fascinante entramado que va creciendo en intensidad y nos muestra todo el poderío expresivo de Arvo Pärt.
El siguiente track, el sexto, contiene otro clásico: Fratres, en su glorioso contrapeso de cuerdas altas y percusiones hondas y un pulso que flota.
Festina Lente, la siguiente obra, también se ha convertido en un clásico. Su cualidad introspectiva, su intensidad lumínica, su continuo ascenso, es como un haz de luz que se mueve misteriosamente, toma formas elegantes y se multiplica en el espacio para difuminarse de manera muy poética.
La Sindone, la siguiente obra, es profundamente misteriosa, intensamente poética y peculiarmente tintinnabuli. Suenan campanas, trina la orquesta, estallan cometas. Es un viaje sideral.
El disco culmina con otra versión de Fratres. Un corazón que late, profundamente enamorado.
Y como sucede cuando uno escucha la música de Arvo Pärt, todo está en su sitio, todo es quietud y paz interior.