Patricio El Pato Castillo, orgulloso de participar en la obra
Miércoles 11 de mayo de 2016, p. 9
De la pluma del Nobel Eugene O’Neill, la obra de teatro Una luna para los malnacidos se presenta en el Foro Lucerna.
Patricio El Pato Castillo, el protagonista, expresó: No es fácil para ningún actor hacer alguno de los papeles de este montaje, se tenga la experiencia que se tenga, y esto lo afirmo sin petulancia
.
Agregó que se trata de una obra de uno de los dramaturgos más importantes de siempre: “El padre del realismo estadunidense. A partir de ahí, es una satisfacción inmensa que un director tan importante como lo es Mario Espinosa tenga a bien llamarme para desarrollar el personaje. La puesta es un doble desafío. Primero porque es de O’Neill, con un tipo muy especial de obra, densa, y segundo porque requiere de actores muy hechos, dicho esto sin petulancia. Deben ser talentosos, si no mejor no meterse con la pieza”.
El Pato destacó que es una obra larga, que descansa básicamente en tres actores. “Me siento orgulloso de participar en esta puesta en escena, que ha requerido de toda mi atención y conocimiento para adentrarme en lo planteado por O’Neill. Mi personaje es un viejo chantajista y borrachín, que manipula a su hija y a su amigo. Estos últimos también son hábiles. No logro engañarlos. He hecho muchas obras, pero en México como que se aburrieron del teatro sicologista y se le buscó por otro lado. Los personajes de esta pieza son ya clásicos”.
En el montaje, que permanecerá en cartelera hasta el 19 de junio, también actúan David Hevia, Alaciel Molas y José Juan Sánchez.
El escenario es como una Luna de piedra que se reflejará a la entrada de la granja de Phil Hogan y su hija Josie, quienes reciben la visita del dueño, Jim Tyrone, y de algún vecino patético a quien sacan despavorido de la escena; o es un pequeño anfiteatro donde tiene lugar el ritual de ocultamientos y revelaciones que es esta versión mexicana del clásico Una luna para los malnacidos.
Humor salvaje y amor filial
Los actores son portentosos, de voz cálida y dicción perfecta. Tal es la exigencia actoral, y no deberán dejar que se pierda una sola palabra en el escenario. El humor es salvaje, y el amor filial, mudo.
Los diálogos joviales reproducen el don de insultar de ciertos personajes de Willian Shakespeare (como el magnífico Falstaff). El primer acto es una exhibición de ingenio; el espectador no sabrá si odiar o querer a Phil, a Josie, que tiene siempre un palo en la lengua y en la mano para vapulear al que sea, o a Jym, el borracho que disfruta aguijoneándolos para que enseñen su maravilloso arsenal.
Los caracteres se van revelando como muñecas rusas tras sus ocultamientos y una mala reputación creada con esmero; el tono de la obra se hace más grave y parece anunciar la imposibilidad de alguna relación honesta entre los tres.
El segundo, último acto de la paieza, dejará al público con los ojos empañados ante el descubrimiento de que ninguno es el caso perdido que dice ser frente al otro. La obra abre con el padre y la hija concibiendo los insultos más ácidos para molestarse. Y pretende cerrar de igual modo; pero ese día todos han tenido que hablar de la forma extraña en que se aman, y su máscara de rudeza dejará de encajarles.
La adaptación es de Humberto Pérez Mortera, el director es Mario Espinosa, la escenografía es de Gloria Carrasco, la iluminación de Ángel Ancona y el vestuario, de Jerldy Robles. Produce Julián Robles.
Una luna para los malnacidos es la última obra del dramaturgo Eugene O’Neill. El premio Nobel de Literatura sitúa la acción en una granja de Pensilvania. Esta historia de amor, pasión destructiva, frustraciones y esperanzas, es convertida, por su admirable trazado de los personajes y la riqueza de su diálogo, en una obra mayor de elusiva poesía y formidable poder de sugestión.
Funciones en el Foro Lucerna, calle Lucerna 64, colonia Juárez. Viernes, 20:45 horas; sábados, 19, y domingos, 18:30. Precio de localidad y descuentos: $300. Para adolescentes y adultos. Duración aproximada: 150 minutos, con intermedio.