El sello Leetra es un juego de palabras que involucra las acciones de leer y escribir
Difunden títulos que a otros les darían temor y los hacen con temas complicados, señala Erika Olvera
Comenzarán a publicar obra original de autores nacionales, adelanta
Miércoles 27 de abril de 2016, p. 3
Leetra. Juego de palabras que involucra dos acciones: leer y escribir. Es también el nombre de una editorial mexicana que se abre camino en la literatura infantil y juvenil con libros cuya temática ofrece nuevas formas de reflexión.
En Leetra habitan un monstruo azul de nariz anaranjada, una niña que busca formas en las nubes de un cielo azul, un perro diferente a sus hermanos, un niño enfermo con una tacita de té en las manos, un ratón de campo y otro de ciudad, una pluma violeta y una dedicatoria para aquellos que no son marionetas
.
La editorial se fundó a finales de 2014 y ha publicado ocho títulos de autores israelíes y croatas. En un futuro comenzará a publicar obra original de escritores mexicanos. Leetra nace a partir de una preocupación súper genuina: libros de calidad, diferentes, que puedan hacer sentir algo a alguien, sobre todo a los niños
, explica Erika Olvera, gerente editorial del sello, cuya oferta se presentó en la Fiesta del Libro y la Rosa en el Centro Cultural Universitario.
Álbumes ilustrados
“Nuestro fuerte son los álbumes ilustrados que muchas veces se piensa que sólo son para niños, pero no necesariamente. Nos atrevemos a editar libros que a otros les darían un poco de temor y los hacemos con temáticas complicadas o aparentemente complicadas, porque siempre un libro puede encontrar a su lector si está en el momento y el lugar apropiado.
“Por ejemplo Mi taza de té, de Dror Burstein, es casi un ensayo filosófico en el que un niño está enfermo y reflexiona sobre todo lo que debió pasar para que la taza de té que le lleva su papá, con limón y miel, llegue a sus manos.
Además las ilustraciones (de Meir Appelfeld) tampoco son lo más digeribles de la vida; para empezar, en el forro nos atrevimos a no poner letras. El título sólo está en el lomo y si acaso el código de barras da una clave es porque está en forma de taza. Todo es en blanco y negro. Podemos decir que en el fondo como en la forma estamos con temáticas distintas.
Esos libros son una provocación: hablan de la muerte, del miedo, de ser distintos. Estamos conscientes de que de pronto son temas difíciles, pero a los lectores les hará sentir algo. Buscamos mucho trabajo con las personas, con los promotores, para que no les asuste trabajar con esos textos
, añade Olvera, quien labora con Sandra Feldman, directora general, y Alejandra Quiroz, editora.
Leetra nace a partir de una preocupación súper genuina: libros de calidad, diferentes, que puedan hacer sentir algo a alguien, sobre todo a los niños, explica Erika Olvera, gerente editorial del sello, cuya oferta se presentó en la Fiesta del Libro y la Rosa en el Centro Cultural Universitario. En la imagen, Olvera con el monstruo azul de nariz anaranjada, uno de los personajes que habitan esa casa editorial, fundada en 2014Foto Guillermo Sologuren
Ante libros como éstos, “muchas veces actúan nuestros prejuicios de adultos. Un libro necesariamente hará eco en tu interior respecto de alguna vivencia personal; va a servir de espejo, de proyector y ya depende de ti cómo manejas esa situación.
Los libros ayudan a los niños a ir viviendo el mundo desde un lugar seguro, y con las experiencias que adquieren a través de la lectura van a ser adultos mucho más responsables.
Leetra busca lanzar ocho títulos al año. Ha publicado Ratón de campo y ratón de ciudad, de Kasmir Huseinovic y Andrea Petrlik; Gastón, de Kelly Dipucchio y Christian Robinson; La pluma violeta, de Hanoch Piven; Casa de marionetas, Cielo azul y Amor, de Andrea Petrlik; Mi taza de té, de Dror Burstein y Meir Appelfeld, y Buenas noches, monstruo, de Shira Geffen y Natalie Waksman.
Prepara Se renta departamento, de Lea Goldberg, ilustrado por Eva Sánchez, Premio Internacional de Álbum Ilustrado Edelvives; Dentro de mí, de Álex Cosseau e ilustraciones de Kitty Crowther, y Mientras te espero y El secreto, de Emilie Vast. Son de pasta dura y cuestan de 200 a 300 pesos.
“Es un poco arriesgado, pero confiamos en que hay mercado. El reto no es llegar a los niños, sino a papás y profesores. Pasa que vamos a ferias escolares y estás en tu módulo con toda la emoción y la esperanza de que tus libros van a llegar a los pequeñitos y ellos se enamoran de uno y lo quieren; le hacen una pataleta al papá, pero éste es quien decide y, por precios, se van al módulo donde traen de Star Wars, que nada tienen de malo, pero son más baratos. Ves al niño que dice ‘no es el que quería, pero es un libro’, y ves a la mamá que no escatima en comprar bolsas o un videojuego, pero ¿en qué momento le metieron la idea de que el libro debe ser barato? Hay de todo, se pueden hacer libros en formato rústico que salen más baratos, pero los libros también ofrecen la experiencia de ser un objeto bello, olerlo, sentirlo.
“Hoy –añade Olvera– se lee literatura infantil y juvenil un poco porque se puso de moda. A lo mejor un pequeño porcentaje de quienes leyeron a Harry Potter o Juegos del hambre se clavaron con la lectura y pasaron a otros libros. Si al final conseguimos lo que peleamos, que se lea, está buenísimo.”