o exageran la doctora Lilia Albert y la socióloga y ambientalista Marisa Jacott al afirmar, en el libro que recientemente publicaron (México tóxico, Siglo XXI editores), que nuestro país carece de una efectiva política de protección civil. Que hay descoordinación de las autoridades cuando ocurre una emergencia química y no están preparadas para dar una explicación lógica y oportuna a las familias de quienes mueren o resultan heridos. Esto lo demuestra la sucedida el miércoles pasado en el complejo petroquímico de Pajaritos, Coatzacoalcos. Se intentó acallar la protesta de las familias con un cordón militar y policial; tampoco hubo capacidad para atender debidamente a los heridos. Todo eso enfureció a la gente que apedreó y abucheó a los líderes del corrupto sindicato petrolero. Agreguemos la falta de solidaridad humana del socio mayoritario de la empresa (el otro es Pemex): la familia del banquero Antonio del Valle, a quien le vendió el gobierno a precio de ganga parte de la planta petroquímica de Vinilo, donde ocurrió la explosión. Brilló por su ausencia luego de la tragedia.
El incendio de una de las unidades del complejo petroquímico Pajaritos en Coatzacoalcos, el 20 de abril pasado, era una emergencia química anunciada. Un amplio estudio interdisciplinario realizado por especialistas de primer nivel (encabezados por los doctores Alejandro Toledo Ocampo y Alfonso V. Botello, entre otros) hace 30 años para el Centro de Ecodesarrollo, así como la supervisión permanente que sobre los problemas ambientales dirige el maestro Lorenzo Manuel Bozadas, muestran que el corredor urbano-industrial de Coatzcoalcos-Minatitlán-Cosoleacaque y Cangrejeras es el más contaminado y con menos políticas públicas, sindicales y empresariales para prevenir y remediar desastres. La contaminación campea en ríos, aire y suelo, y brillan por su ausencia las políticas de información a la población sobre el daño a que está expuesta.
En el libro de referencia –de lectura obligada para los funcionarios– Albert y Jacott recuerdan que el 3 de mayo próximo se cumplirán 25 años de otra tragedia ambiental y humana muy importante. En 1991 se incendió en la ciudad de Córdoba el local que ocupaba la empresa Agricultura Nacional de Veracruz, Anaversa. Allí se almacenaban toneladas de agroquímicos peligrosos para la salud pública y el medio. No hubo personal preparado para enfrentar dicha emergencia, apagar el fuego y evitar que las sustancias afectaran a los vecinos y contaminaran el agua del subsuelo, ríos y arroyos. Anaversa funcionó por casi 30 años con numerosas irregularidades; tantas, que la Comisión Nacional de los Derechos Humanos expidió una recomendación para tratar a los enfermos expuestos a los agroquímicos y remediar el sitio. No se cumplió y los funcionarios y dueños de la firma nunca fueron tocados por la justicia.
No es el único caso comprobado de emergencias químicas en el país. En México tóxico, las autoras describen otros: Tekchem, en Salamanca, Guanajuato; Dragón, en Izúcar de Matamoros, Puebla; Ecoltec, en Apaxco, estado de México, y Buenavista del Cobre en Cananea, Sonora. Tampoco olvidan la gran explosión de gas LP en San Juanico, en 1984. En el mundo recuerdan los más graves por el número de víctimas y la impunidad que los rodeó: Bophal, en India, con más de 20 mil muertos; Seveso, Italia, que afectó a 40 mil personas; Basilea, Suiza. Estos y otros desastres contribuyeron a aumentar la preocupación mundial por acordar medidas pare evitar nuevos casos. Los países legislaron al respecto y se crearon organismos internacionales para promover la gestión racional de las sustancias peligrosas, reducir los desastres químicos y sus efectos adversos en la salud y el ambiente.
En México, la legislación sobre la materia no es la más la adecuada. Según datos disponibles, entre 1975 y 1993, tuvimos nueve de las 55 emergencias químicas más importantes del planeta. Anualmente ocurren más de 600 asociadas con materiales peligrosos, y por lo menos una de ellas es de gran dimensión. La de Pajaritos lo es en 2016. ¿Dónde ocurrirá la siguiente, luego de que gobierno y empresarios presumen el gran éxito de la reforma energética?