l jueves pasado presenté al Senado de la República una iniciativa de Reforma sobre el uso de la mariguana. Esta propuesta fue resultado de un amplio debate nacional, en el que participaron más de 200 expositores y 4 mil interesados, incluyendo jóvenes, universitarios, consumidores, padres de familia y especialistas. Se trató de un diálogo informado, plural e incluyente, en el que se escucharon todas las posiciones con absoluto respeto y apertura.
La sociedad y la comunidad científica tuvieron la palabra. Hubo un claro consenso: existen limitaciones en el enfoque actual, con que se ha atendido el tema de la mariguana. Y no sólo eso, de este ejercicio de diálogo y debate, pudimos identificar cinco posiciones constantes.
• Se precisó la necesidad de atender el tema de las drogas en general, y el de la mariguana en particular, desde la perspectiva de los Derechos Humanos.
• Se definió que el consumo de mariguana debe atenderse des-de una óptica de salud pública.
• Hubo coincidencia en que las adicciones tienen que tratarse con prevención y soluciones terapéuticas integrales, sin criminalizar a los consumidores.
• Se llamó a reforzar las acciones para prevenir el consumo de drogas, incluyendo la mariguana, especialmente las campañas orientadas a niños y jóvenes.
• Finalmente, quedó claro que se debe facilitar el acceso a la mariguana y sus ingredientes activos para fines terapéuticos y de investigación científica.
Como corresponde a un gobierno democrático –que escucha, valora y toma en cuenta las aportaciones de la sociedad–, estos resultados fueron la base de la iniciativa de ley que envié al Congreso de la Unión para reformar la Ley General de Salud y el Código Penal Federal.
Esta iniciativa persigue tres objetivos fundamentales. El primero es autorizar el uso de medicamentos elaborados a base de mariguana o sus ingredientes activos.
Ello permitiría otorgar registros en el país de medicamentos que contengan mariguana o THC (tetrahidrocannabinol, uno de los componentes activos del cannabis), así como su importación, para atender distintos padecimientos.
En segundo lugar, la reforma prevé autorizar la investigación clínica con fines de registro para productos que contengan mariguana y sus ingredientes activos.
Finalmente, se propone que no se considere delito la posesión, para uso personal, de hasta 28 gramos de mariguana, conforme a estándares internacionales. Esto quiere decir que se dejaría de criminalizar el consumo.
Además, esto último daría oportunidad de que miles de consumidores, especialmente mujeres madres de familia, que actualmente se encuentran presos o sujetos a proceso por haber portado cantidades de mariguana inferiores a 28 gramos, obtengan su libertad.
Todo esto ocurre en momentos en los que el mundo también está cambiando los términos del debate sobre la política de drogas; época en que se fortalece el consenso en favor de una reforma integral al régimen internacional en la materia.
Poco a poco, en la comunidad internacional se vislumbra un nuevo enfoque, que plantea combatir decididamente a la delincuencia organizada, pero que, en lugar de criminalizar a los consumidores, les brinde oportunidades y alternativas.
Qué bueno que esto esté ocurriendo. El esquema basado esencialmente en el prohibicionismo –la llamada guerra contra las drogas
que inició en los años 70– no ha inhibido la producción, tráfico ni consumo en el mundo. El negocio ilegal de estupefacientes ha generado muerte y violencia, principalmente en los países productores y de tránsito.
México forma parte de las naciones que han pagado un alto precio en términos de tranquilidad, sufrimiento y vidas humanas; incluso, vidas de niños, jóvenes y mujeres. Como pocos, nuestro país conoce las limitaciones y las implicaciones del paradigma eminentemente prohibicionista.
Es por eso que, como lo expresé en la sesión especial de la ONU sobre el Problema Mundial de las Drogas, México continuará aportando su experiencia y ánimo constructivo y se coordinará con otros países para evaluar lo que sí ha funcionado y desechar lo que ha fracasado.
Con responsabilidad global, seguiremos impulsando consensos para que la comunidad internacional defina un nuevo paradigma mundial, al menos hemisférico, con la visión e instrumentos que permitan transitar de la mera prohibición a una efectiva prevención y una eficaz regulación de las drogas.
La iniciativa de ley que presenté permitirá avanzar en esa dirección.