uál parte de Alí Babá y los 40 ladrones recordamos con júbilo y alegría? En efecto: el inolvidable momento en que Alí Babá, humilde leñador, descubre las palabras mágicas que le permitirán entrar y salir de la cueva donde los ladrones guardan el botín de sus rapiñas por el mundo. ¡Sésamo, ábrete! ¡Sésamo, ciérrate!
El filólogo andaluz Rafael Cansinos Assens observa que en la inmortal historia de Las mil y una noches intervienen esos elementos de la cueva, alusiva al mundo de los genios subterráneos, si bien aquí estos aparecen sustituidos por ladrones de la clase peor
. Mientras, el teósofo Mario Roso de Luna apunta: Es lo corriente que al descubrimiento por el héroe de los tesoros guardados en la cueva vaya unida una revelación
.
Porque Alí Babá, cautivo de la eterna debilidad de la indiscreción
o violación del secreto iniciático
, comunica la dicha a su esposa, haciéndola partícipe de su fortuna. Y así se entera Kasem, el hermano mayor de Alí Baba. Envidioso, el primogénito chantajea al suertudo, exigiéndole la revelación de su secreto, con la amenaza de denunciarlo a la justicia.
Ahora bien: ¿sería demasiado forzado asociar el celebérrimo relato con la práctica de esas cuevas eufemísticamente llamadas paraísos fiscales? El filósofo marxista esloveno Slavoj Zizek (a quien sigo con atención, porque su cordura emula la genial locura de Friedrich Nietzsche), escribió: “Lo positivo (de Los papeles de Panamá) es la solidaridad total entre los participantes: en el sombrío mundo del capital global, todos son hermanos. El mundo occidental desarrollado está allí, incluyendo los escandinavos no corruptos, dándose la mano con Vladimir Putin. Y el presidente de China Xi Jinping; Irán y Corea del Norte también están ahí. Los musulmanes y los judíos intercambian guiños amigables. Es el verdadero reino del multiculturalismo, donde todos son iguales y todos son diferentes”.
Luego, Zizek apunta la característica negativa: La contundente ausencia de Estados Unidos, que presta cierta credibilidad al reclamo de Rusia y China de que hay intereses políticos puntuales involucrados en la investigación. Entonces, ¿qué vamos a hacer con todos estos datos? La primera y predominante reacción es la explosión de furia moralista, por supuesto. Pero debemos cambiar de tema de inmediato, de la moral a nuestro sistema económico: los políticos, banqueros y gerentes siempre fueron codiciosos, así que, ¿qué es lo que nuestro sistema legal y económico les facilitó para que se realizaran en esa avaricia de manera tan desmedida?
Adenda: el filósofo marxista publicó su comentario en ¡ Newsweek! (4/7/16). Y resultó más esclarecedor que el comedido artículo “Claves para entender Los papeles de Panamá”, publicado (creáse o no) en el diario cubano Granma (14/4/16), que más bien lució como folleto de Mossack Fonseca, la honorable
firma del país canalero que habría sido hackeada por un grupo de periodistas independientes
pagados por Washington.
Por su lado, echando más leña al fuego de la confusión, Moisés Naím (ideólogo sionista de origen libio, nacionalizado venezolano) publicó en su columna de El País de España el texto Una historia panameña (y no es la que usted imagina)
(17/4/16).
Naím empieza así: Se le aguó la fiesta a Panamá. En vez de estar celebrando la ampliación de su icónico canal, el pequeño país centroamericano ha consolidado su imagen como el lugar que utilizan los poderosos del mundo para esconder dinero
.
El comentario de Naím gira en torno a la necesidad de Estados Unidos de frustrar definitivamente el canal por Nicaragua, que sería financiado y construido por los chinos. ¿Y quién es el incorruptible
caballero Naím? Nada menos que uno de los responsables económicos que llevaron al estallido del caracazo (27/2/89, 500 muertos, miles de heridos), cuando era funcionario del megacorrupto presidente Carlos Andrés Pérez.
Alí Baba se hizo rico y el celebérrimo cuento termina como deben terminar éstos: viviendo feliz junto con sus seres queridos y disfrutando la fácil abundancia que les proporciona el inagotable tesoro de los bandidos, cuyo secreto sólo ellos creían conocer. ¿O alguien prefiere recordar la cínica moraleja de la historia: “ladrón que roba a ladrón…”?
La historia de Alí Babá es una de las más sugerentes, metafóricas y complejas de la literatura mundial, pues en el fondo retoma el tema cainita de la envidia entre hermanos. Acaso por esto sus divulgadores optaron por tratarla como literatura infantil. Un género avieso con el que los adultos tratan de engañar a los niños. O sea: nosotros.