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El Salón de Cabildos
E

l primer ayuntamiento de la Nueva España lo estableció Hernán Cortés en la Villa Rica de la Veracruz. Después de la conquista lo trasladó a Coyoacán, en tanto se reconstruía la ciudad española sobre las ruinas de Tenochtitlan. De las primeras construcciones que se edificaron fueron las Casas del Ayuntamiento o Casas del Cabildo.

Desempeñaba funciones administrativas y de justicia. Por esa razón se construyó una cárcel adjunta; para el servicio de los administradores y jueces que vivían en el lugar, una carnicería, corrales y granero.

Esas primeras construcciones tenían aspecto de fortaleza porque ya hemos comentado que por un buen tiempo los hispanos conservaron el temor de que se diera un levantamiento de los indígenas. Estos vivían fuera de la traza y tenían prohibido entrar a la ciudad, con excepción de los que ingresaban a trabajar en la construcción y en el servicio de las casas. Poco tiempo se respetó esta disposición, ya que era más cómodo que habitaran en las casas españolas y tenerlos a su disposición a cualquier hora.

El edificio principal del ayuntamiento contaba con un amplio salón de reuniones, espacios para escribanos, contadores, jueces, oidores y una capilla. Al paso del tiempo se fue ampliando para alojar una fundición, casa de moneda y alhóndiga.

A principios del siglo XVIII fue reconstruido en el estilo barroco que imperaba en la época. Las reformas continuaron a lo largo de los años y alrededor de 1724 quedó con la forma que guarda hasta la fecha.

Ya en el siglo XIX Porfirio Díaz mandó realizar una serie de obras urbanas en todo el país para celebrar el Centenario de la Independencia. Desde muchos años antes comenzó la edificación y remodelación de muchos edificios públicos, entre ellos, el ayuntamiento.

Los trabajos comenzaron en 1906 y tardaron muchos años para concluirse en su totalidad. Por lo pronto en 1910 ya lucía un nivel más y estaba listo para la foto. En 1928, dentro de una remodelación de los edificios que rodean la antigua Plaza Mayor, el arquitecto Manuel Gorozpe le agregó otro nivel y lo reconstruyó en su totalidad.

Uno de los espacios que fue remozado devolviéndole su esplendor fue El Salón de Cabildos. A lo largo de cuatro siglos, desde 1524 hasta 1928, aquí se discutían las leyes y bandos que regirían a la ciudad capital. Los miembros se sentaban en sillas de madera labrada, con incrustaciones y piel grabada con las armas de la ciudad, que aún se conservan.

La decoración ecléctica, esto es que tiene varios estilos, muestra en el techo una pintura que representa una alegoría de la patria, donde se reúnen personajes relevantes en la historia de México, desde la época de la Conquista hasta el Porfiriato. Lo realizó el pintor Félix Parra en 1893.

Más o menos del mismo periodo se pueden admirar retratos de José María Morelos y Pavón, Vicente Guerrero y Francisco Primo de Verdad. El salón lo preside un retrato de Miguel Hidalgo, escoltado por dos banderas de nuestro país.

Dos candiles cuelgan de sendos florones y complementan la iluminación, que en el día penetra por cuatro ventanas de vidrios biselados. Todo el salón esta decorado con rica ornamentación, tapices y detalles en oro.

Actualmente, el Salón de Cabildos es el sitio donde el gobierno de la Ciudad de México declara Huésped Distinguido a personajes importantes, tanto extranjeros que nos visitan, como algún nacional particularmente notable.

Recientemente le hicieron un cálido homenaje al ilustre Miguel León Portilla, quien recordó su época como cronista de la ciudad y propuso al jefe de Gobierno Miguel Ángel Mancera que reviva el Consejo de la Crónica, el cual desempeñó una importante labor en la recopilación de la memoria histórica, hasta su desaparición en 2007.

Para la comida vamos a Limosneros, en la calle de Allende 3, que ofrece una original y muy sabrosa comida mexicana. Ejemplos: sopa de quintoniles, tacos de carnitas de pato, cordero al pipián y de postre queso y mieles.