l problema de la contaminación en la Ciudad de México es un asunto que año con año tenemos presente y el cual es difícil de resolver a fondo, a menos que se lleven a cabo una serie de acciones integrales que afectarían a muchas personas de diversas formas. El problema no es menor y es claro que el gobierno de la Ciudad de México por sí solo no lo podrá enfrentar. El asunto no es sólo multifactorial, sino que tendría que contar con la franca y decidida participación ciudadana, pues los habitantes o no de la metrópoli tendrán que cambiar muchas de sus prácticas cotidianas. Cualquier medida que tome el gobierno de la ciudad, adicionalmente al Hoy no circula que ya se implementó, afectaría de una forma u otra a diversos sectores de la población. Es imposible tomar medidas que no afecten a alguien. Pero lo que sí afecta a TODOS es la contaminación.
Pero, ¿cómo implementar estrategias para disminuir la contaminación, sin afectar a los ciudadanos en su vida cotidiana? Lo primero es no tomar medidas transitorias sólo cuando hay emergencias ambientales, pues estas se tornan impopulares e implican sacrificios de la población que no estaban contemplados. Tendría que haber una serie de reglas, como por ejemplo la que se implementó ahora, pero que fuera permanente. Pero esta estrategia por sí sola es absolutamente insuficiente. Esta tendría que ir acompañada por la generación de un transporte público ordenado y de buena calidad. Hoy día es inaceptable tener un transporte público (salvo el Metro y el Metrobús) tan lamentable como el que se tiene. Ahora, esto no se logra de un día para otro, sino mediante un proceso que podría resolverse en un año o dos, pero se requiere su implementación a la brevedad posible. También podría contemplarse paulatinamente cambiar el parque vehicular de la ciudad hacia vehículos eléctricos. Se ha señalado que son muy costosos esos vehículos. Pues esto no es forzosamente correcto. Podrían ser bastante más económicos si los fabricamos nosotros mismos. Investigadores de la Universidad Autónoma Metropolitana han desarrollado varios tipos de vehículos eléctricos y tienen los mecanismos y recursos para producirlos en México a un costo muy inferior a lo que hoy están en el mercado. También habría que disminuir el desorden causado por la población de ignorar las reglas de tránsito de la ciudad y ordenar y dotar a las autoridades de tránsito con los elementos necesarios para multar a todos aquellos que se estacionen en lugares prohibidos, a veces en doble y triple fila. Si hubiera orden en la ciudad y respeto a las reglas y normas la movilidad mejoraría y habría menos contaminación. Asimismo, habría que prohibir la circulación de los grandes vehículos que entregan mercancías a los diversos negocios (supermercados, tiendas, etcétera) durante el día. Estos vehículos sólo deberían circular entre las 11 de la noche y las 5 de la madrugada. De hecho, creo que la norma existe, sólo hay que implementarla. Además de esto habría que retirar la mayor parte de los topes en la ciudad, pues estos no sólo entorpecen el tráfico, sino que contribuyen en forma importante a la contaminación.
Dentro de estas diversas acciones que habría que implementar, está quizá la más difícil, que es la participación decidida de la ciudadanía. Hay que reconocer que los principales causantes de la contaminación somos nosotros mismos, que no queremos cambiar nuestros hábitos anárquicos con los cuales convivimos todos. Tenemos una crónica enfermedad de hacer en la ciudad lo que nos conviene en un momento dado, sin que nos importen las consecuencias de nuestros actos. La terrible dificultad de movernos eficientemente en la ciudad pasa por el lamentable sistema de transporte público, que además de ser de mala calidad es totalmente desordenado. También pasa por el desorden que causan los automovilistas que no respetan los mínimos reglamentos de tránsito, por los miles de ambulantes que con frecuencia ocupan con sus vehículos carriles en calles donde se debería poder transitar con mayor eficacia, por la ausencia de una autoridad más eficaz o correctiva de los malos hábitos de nosotros los habitantes, y así podríamos seguirle.
La Ciudad de México es una gran urbe; los habitantes no nos merecemos los frecuentes altos índices de contaminación, pero hay que reconocer que nosotros mismos somos los culpables, y si el gobierno en turno desea ejercer como debe ser ciertas estrategias que pueden contribuir a mejorar la calidad del aire, entonces protestamos, no estamos de acuerdo y hacemos lo posible por resolver nuestro pequeño mundo, sin ninguna consideración hacia los demás. Pienso que un cambio en muchos de nuestros pésimos hábitos ciudadanos podrían ayudar al gobierno a implementar las estrategias que se requieren para que todos podamos tener una mejoría en nuestra colectiva calidad de vida en la CDMX. Hay que crear conciencia de que el problema de la mala calidad del aire es y ha sido siempre causado por nosotros mismos.