Resguarda más de 270 mil títulos en 570 mil libros y un Fondo Antiguo
Juan O’Gorman ideó hacer mosaicos de piedras de colores en los muros ciegos de los acervos
Miércoles 6 de abril de 2016, p. 7
La Biblioteca Central de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) es sin duda uno de los edificios más emblemáticos del campus de Ciudad Universitaria y ayer cumplió 60 años de haber sido inaugurada.
Ese inmueble está revestido por sus cuatro extremos por un enorme mural –que refleja etapas de la historia del país, la lucha de posiciones científicas y la relevancia de la Universidad de México– creado por el arquitecto y pintor Juan O’Gorman con piedras de colores traídas de diferentes puntos del país.
Comenzó sus operaciones con un acervo de 80 mil volúmenes: 20 mil adquiridos ex profeso y el resto provenía del Departamento Técnico de Bibliotecas.
Con el paso de las décadas, este tradicional inmueble de la Universidad Nacional –que se dice es el edificio más fotografiado de México– hoy resguarda más de 270 mil títulos en 570 mil volúmenes, un Fondo Antiguo, así como la colección de tesis más grande del país, de acuerdo con información del sitio web de la Biblioteca Central.
Remodelaciones en 1981-83 y 2000
Cuando se proyectó la construcción de Ciudad Universitaria la biblioteca era un elemento central. En 1948 O’Gorman recibió la invitación para que ideara, junto con los arquitectos Gustavo Saavedra y Juan Martínez, el edificio al que se le había concedido una posición preponderante en el plano del conjunto de las instalaciones universitarias.
El programa constructivo se basó en estudios hechos por José María Luján sobre el funcionamiento de las principales bibliotecas universitarias del mundo, y a partir de ello se creó una edificación dentro de las corrientes funcionalistas dominantes en esos años, destinada a almacenar un millón de libros.
En ella destaca una serie de elementos distribuidos en dos volúmenes: uno desarrollado en sentido horizontal, y el otro, superpuesto, en sentido vertical, informó la UNAM.
El cuerpo horizontal aparece tendido contra el desnivel del terreno, y en sus fachadas alternan las fajas visibles de la estructura de piedra volcánica, extraída del suelo del Pedregal; a continuación, espacios ocupados por vidrieras, para terminar con grandes superficies de ónix traslúcido de un color ámbar.
En tanto, las fachadas del gran cubo que forma el cuerpo vertical muestran en la base una franja de vidrieras y muros bajos que corresponden al piso abierto. Después se despliegan 10 pisos, con las composiciones pictóricas que hacen de este edificio la construcción emblemática de Ciudad Universitaria, pues en él se lograron los mayores y mejores ejemplos de integración plástica.
La colección bibliográfica es tan rica que se pueden hallar títulos de lo más extraños y extraordinarios difíciles de encontrar en otros sitios. Por ejemplo, los libros de la literatura clásica griega y romana de la editorial Gredos, que resultan muy costosos; Trenes rigurosamente vigilados, del checo Bohumil Hrabal, considerado el maestro de Milan Kundera; los diarios espiritistas de Francisco I. Madero; o la traducción al español de la Ilíada hecha por José Gómez Hermosillo, considerada una de las mejores.
La construcción de La Central, como la mayoría de los universitarios la conoce, se inició en 1950, en un área de 16 mil metros cuadrados. Ha tenido dos remodelaciones, la primera entre 1981 y 1983 y la segunda en 2000, cuando se recuperó la idea arquitectónica original de la planta principal y tener mejor iluminación natural. Además, se amplió el horario de servicio de 8:30 a 21:30 horas. Se recuperaron el jardín interior y la fuente de la entrada principal.
Respecto del más importante testimonio de su creación, Juan O’Gorman expresó: Desde el principio tuve la idea de hacer mosaicos de piedras de colores en los muros ciegos de los acervos, con la técnica que ya tenía bien experimentada. Con estos mosaicos la biblioteca sería diferente al resto de los edificios de la CU, y con esto se le dio carácter mexicano
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