Un grupo de expertos del colectivo Investigación para la Paz, encabezados por Mauricio Meschoulam, académico de la Universidad Iberoamericana, realizó un estudio en diversas zonas del país para explorar el papel de la educación, de la conversación cotidiana, de los medios de comunicación, del gobierno y de las organizaciones criminales en la percepción de la gente sobre la paz y la violencia asociada a la delincuencia organizada en México.

A partir de 50 entrevistas aplicadas en 29 colonias de Ciudad de México y 30 en 12 estados del país, la investigación buscó detectar repeticiones de patrones entre los participantes, representantes de diversas profesiones y contextos demográficos.

Ciento por ciento de los participantes indicó que sus experiencias y observaciones personales son el constructor social más importante de sus valores, percepciones y concepciones en torno a la paz y la violencia asociada al crimen organizado.

De los encuestados, 73 por ciento opinó que México no es pacífico, pero 88 por ciento piensa que la paz podría alcanzarse si las causas de la violencia fueran atendidas.

De la misma forma, la totalidad de los participantes en la muestra señaló por lo menos una vez que la violencia relativa al crimen organizado se origina en factores estructurales, como el subdesarrollo, la desigualdad, la ausencia de educación, la corrupción, la impunidad y la falta de justicia social y democracia, entre otros puntos.

Los entrevistados manifestaron una gran desconfianza en la información que reciben por los medios masivos de comunicación; 79 por ciento señaló por lo menos una vez su desconfianza en el gobierno, mientras que 89 por ciento apuntó que éste no es eficaz o hace mal su trabajo.

Para 86 por ciento, los medios de comunicación son parte del sistema en que se desconfía. En cambio, Internet y las redes sociales gozan de gran credibilidad entre los jóvenes, quienes confían más en estos medios que en los tradicionales.

Conceptos como miedo o terror fueron mencionados más veces en los estados de la República que en la capital.

En la mayoría de los casos, el miedo y el terror fueron producto de una experiencia personal, de una observación o de conversaciones relacionadas con familiares o personas cercanas, y no como resultado del contacto con medios de comunicación.

Para reforzar a la educación como pilar de la paz, Meschoulam y su grupo de expertos recomendaron promover programas de enseñanza locales, que coloquen a las escuelas como espacios para la prevención; la intervención sicosocial durante crisis violentas; que las políticas públicas se conecten directamente con las experiencias y observaciones de los ciudadanos, y poner en práctica el periodismo de paz.