Opinión
Ver día anteriorSábado 2 de abril de 2016Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Papa Francisco, compromiso y silencio
C

onforme a lo anunciado, el papa Francisco visitó nuestro país, como misionero de misericordia y de paz, siguiendo con fidelidad su propia agenda. Nos dejó gran satisfacción y, sobre todo, nuevo compromiso nacional.

Es el primer Papa a quien se recibe en Palacio Nacional como jefe de Estado. Desde ahí nos habló a todos. Nos recordó el México injusto y desigual, de privilegios para unos pocos y de marginación y olvido para muchos, lo que convierte a la sociedad mexicana en terreno fértil para la corrupción y el narcotráfico, con todas sus consecuencias de muerte.

Nos habló también del proyecto de un México diferente que es posible, donde a todos se garantice una vida verdadera: como vivienda adecuada, trabajo digno, alimento y justicia real, y todo lo demás a lo que cada mexicana y mexicano tienen derecho.

Doble tarea y compromiso que es obligación de todos, porque el futuro de México involucra a todo el pueblo mexicano con sus distintas instancias, públicas y privadas, colectivas e individuales. Lo que quiere decir, que a ningún mexicano se nos puede permitir excluirnos de este compromiso que nos marcó la historia.

Como jefe de la Iglesia católica, aseguró al país la colaboración de su Iglesia en este gran esfuerzo. Le pidió renovar su compromiso y voluntad de servicio a la gran causa del hombre: la eficacia de la civilización del amor. También a no dejarse corromper ante las ofertas del sistema, sino enfrentarlo con un coraje profético y un serio proyecto pastoral, ante el desafío que significa, sobre todo, el narcotráfico para la juventud, la sociedad mexicana incluyendo a la Iglesia.

Recordó a los obispos que la Iglesia no necesita príncipes que busquen el poder y ser servidos, sino pastores que se entreguen y den la vida por su pueblo. Y los invitó a cansarse, a cansarse sin miedo en la tarea de evangelizar. Por todo esto, la Iglesia no podrá decir no a este compromiso.

Nos dijo a todos que en esta gran tarea y compromiso no estamos solos, que nos acompaña la Virgen Morenita, María de Guadalupe. Así como se hizo presente en la noche muy negra de la Conquista, ofreciendo, a nuestro México de entonces, nuevo proyecto de justicia y libertad. Y, años después, en nuestras luchas de Independencia, se hizo presente en las manos de Miguel Hidalgo, como proyecto de independencia y de soberanía para siempre.

En Morelia, nos hizo presente la memoria de Tata Vasco, el obispo español que se hizo indio, y, ante este sistema injusto que pareciera inamovible, el Papa exhortó a su Iglesia, a no caer en la tentación de la resignación que nos atemoriza, que nos atrinchera en nuestras sacristías y aparentes seguridades, que nos impide proyectar y nos frena para arriesgar y transformar. Lo que nos vuelve insensibles e indiferentes.

Nos reiteró con insistencia que los jóvenes son la riqueza de esta tierra mexicana que debe transformarse en esperanza real. Para esto se requiere que se les conceda a los mismos todas las oportunidades a las que tienen derecho. Sólo así podremos garantizar, desde ellos, el futuro del México que esperamos.

En San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, la fe multicultural de los pueblos originarios de México hizo brillar los ojos del Papa, como real transfiguración, el rostro de nuestra Iglesia Diocesana, Autóctona y Conciliar. Frente a ellos, nos invitó, con razón, a pedir perdón a estos pueblos por el abandono, el atropello y el despojo que se les ha impuesto.

Desde el amor verdadero, de los mismos a su tierra, con la misma razón y exigencia, todos debemos, ahora, pedir perdón a las futuras generaciones, porque, irresponsablemente, venimos permitiendo, insensibles, que se venda a pedazos esta patria que es de todos. Nos lo gritan el proyecto del Dragón Mart chino en Cancún, el ecocidio de los manglares de Tajamar, las concesiones por largos años a las trasnacionales eólicas y mineras que contaminan y empobrecen, y la reciente amenaza al Bosque de Chapultepec, entre otras.

En el corazón de San Cristóbal su presencia profética y su palabra transparente, vinieron a ser el esperado reconocimiento y legitimación de todo el proceso pastoral de nuestra diócesis, considerada un tiempo, quien sabe por qué, como diócesis irregular. Esto se convirtió también en el justo reconocimiento y máxima reivindicación para jTatic Samuel, en su persona y en su obra episcopal. Cuando a él le impidieron sistemáticamente, en sus últimos años, quién sabe quiénes y por qué, poder hablar, como pastor de su diócesis, con el sucesor de Pedro en su tiempo, ahora, admirablemente, este Papa de corazón bueno, quiso él mismo venir hasta acá y se detiene para hacer una oración frente a su tumba.

En Ciudad Juárez, nuestra frontera desigual con la potencia del norte, el papa Francisco volvió a hablarnos a todos sin reconocer fronteras. Ante el grito de tantos feminicidios aún impunes, ante el grito que se levanta desde la tragedia humana que significan los miles de migrantes asesinados y desaparecidos, ante el grito inocente de tantas víctimas de la pederastia, y ante el grito de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, Francisco nos invitó a pedir el don de las lágrimas y la conversión. Y lo hizo con razón, porque sólo si nos duele este México que no queremos, podremos abrir el corazón al nuevo compromiso irrenunciable de cambiarlo. No tenemos alternativa.

El único silencio realmente inaceptable y cómplice de la situación actual, es y será el nuestro. Si no rompemos el silencio, si no nos decidimos ya a decir basta, no más, esta situación de violencia y corrupción, de impunidad y muerte, seguirá igual. Pero no debemos olvidar que de esto la historia nos juzgará, más bien ya nos está juzgando, y posiblemente nos condene.

Papa Francisco, gracias por haber visitado a nuestro México, la patria libre de María de Guadalupe.

*Párroco de San Andrés Apóstol, en San Andrés Larráinzar, presidente de jTatic Samuel Ruiz, por una sociedad más justa AC.