Viernes 1º de abril de 2016, p. 5
I
Que te acaricie yo, tus pechos, ave,
como rezar las cuentas de un rosario.
Y que mi amor badajo y campanario
te lo repique yo, que yo te clave.
Que sean mis manos, de tus muslos, llave.
Tu rosa, de mis dedos, relicario,
y en su fronda la lengua de un canario
con mi lengua, la sal, que yo le lave.
Nada más eso pido, quiero, ruego.
A eso me dedico y a adorarte.
A quererte, y a eso, me consagro.
Y te juro, las manos sobre el fuego,
que volveré otra vez a codiciarte
cada vez que me cumplas el milagro.