uestra mezcla mexicana de exportación sigue pegadita
a los 31 dólares por barril. Dos semanas de estabilidad relativa no son despreciables. Pero reiteremos. No es tiempo de cantar victoria. No obstante algo es algo. Continúan las señales de cierta recuperación. Difícilmente llegaremos al precio anual de 49 dólares por barril. El mínimo de 18.90 dólares por barril recientemente, debí decir hace unos días, no lo permite. Limitadas coberturas. Ojalá y me equivoque. Más difícil –creo– un nuevo derrumbe. Un reporte reciente del Departamento de Energía de Estados Unidos sobre los costos de producción del crudo y del gas natural (Trends in USA Oil and Natural Gas Upstream Costs, www.eia.gov/analysis/studies/drilling/ ) permite pensar en una recuperación de precios. Lenta. Pero firme. Muy riesgoso para una demanda en ascenso –así sea moderado– sería no reconocer los costos necesarios para ajustar la producción en el mediano y largo plazos.
Pese a la lenta evolución reciente de esa demanda –y con todas las contradicciones del caso, principalmente las de las terribles emisiones de gases de efecto invernadero– el mundo se acerca ya a un consumo diario de 100 millones de barriles al día. Incluso el drástico descenso de 35 por ciento en la inversión en industrias extractivas (crudo, gas natural, carbón y otros minerales) en Estados Unidos, también parece sugerir la recuperación de precios, a pesar –incluso– de que en los años recientes esta esfera se haya nutrido de capitales aventureros
.
¡Nada sería más interesante que el desarrollo de formas alternativas de transporte contradijera esta evolución! Pero… Ahí están –a manera de ejemplo– el verano de las gasolinas en Estados Unidos. Y el movimiento de personas y mercancías en ruedas. En todo el mundo… ¡Terribles! Por su parte el gas natural sigue en su divorcio
relativo con el crudo. Digo relativo porque si bien es cierto que desde los primeros días de enero de 2009 el precio del gas natural en Estados Unidos dejó de seguir
al precio del petróleo, desde principios de 2016 parecen querer juntarse
nuevamente. Sí, al menos desde 1997 y hasta fines de 2008 –salvo ciertos días de excepción que confirmaban la regla (diciembre 1999, febrero 2003, invierno 2005)– uno adivinaba
el precio del gas dividiendo el del petróleo entre 10. O, similarmente, el del petróleo multiplicando el del gas natural por 10. Petróleo de 60 o de 40 dólares por barril hacía pensar en gas natural de seis o de cuatro dólares por millón de unidad térmica británica (MMBTU). Hoy no tanto. Hace un buen rato que el precio del gas natural en América del Norte ronda dos dólares por millón de unidad térmica británica. Y parece no salir de ahí. Y es que sorprende en verdad la elevación de la producción estadunidense de gas natural (el famoso shale primordialmente, con todas sus contradicciones terribles) de casi 92 mil millones de pies cúbicos al día.
El consumo mundial anual promedio es del orden de 330 mil millones de pies cúbicos al día. Nuestros vecinos consumen casi la cuarta parte. Con consumos invernales que han llegado a 105 mil millones de pies cúbicos al día. La muestra en febrero del 2015. Y Europa –con su parte de Asia– tercera parte del consumo mundial. Nada más que 100 mil millones de pies cúbicos al día (110 mil en 2007, antes de la crisis). Un consumo en cierto descenso y prácticamente detenido por el alto precio que llegó a alcanzar el gas natural comercializado en el viejo continente. Sí, gas natural con precio superior a 10 dólares por millón de unidad térmica británica (para fin práctico equivalente a mil pies cúbicos). Y gas natural europeo que casi exige mitad de importaciones. ¿De dónde? De Rusia, Noruega y Holanda por gasoducto. Y de Qatar, Argelia, Nigeria y Trinidad y Tobago (incuso un poco de Perú, como el que recibimos en Manzanillo) como natural licuado. Sí, en 2014 y 2015 poco más de 40 por ciento de importaciones del consumo total europeo.
Aquí, precisamente, se inserta la perspectiva exportadora de Estados Unidos. Se pretende enviar gas natural licuado a Europa. Hasta por 15 mil millones de pies cúbicos diarios en promedio. Ya hay seis terminales de licuefacción aprobadas y en construcción. Con capacidad exportadora de 11 mil millones de pies cúbicos al día. Y hay otros proyectos aprobados y por aprobarse. La mayoría en Luisiana y en Texas. Son exportaciones que se sumarían a las que ya se realizan –y se realizarán– tanto a Canadá como a México. Por nuestra parte ya se registran importaciones diarias cercanas a los 2 mil millones de pies cúbicos. Con una producción ligeramente superior a los 6 mil millones. Y exportaciones prácticamente inexistentes, esto significa un consumo nacional aparente de casi 8 mil millones de pies cúbicos al día, incluido, desde luego, el consumo de Pemex. Con el absurdo –debo decirlo– de no pagar el impuesto a las emisiones, por una de esas fantasías irresponsables del Senado. Hizo de este impuesto a las emisiones de CO2 una verdadera burla.
En fin. Lo cierto es que estamos ligados a unos vecinos que jamás habían producido tanto gas natural. En cambio –hay que recordarlo– sí habían producido el nivel de crudo actual. Del orden de 10 millones de barriles al día: 9 millones 700 mil barriles al día como máximo en abril de 2015. Y ya exportan cerca de 5 millones de barriles al día de refinados. Aunque importan –sorpréndase– 9 millones de barriles diarios de crudo. Y ese vínculo –vicioso y virtuoso– con nuestros vecinos nos tiene –para bien o para mal– con las más bajas facturas de gas natural de nuestra historia reciente. Los precios promedio en 2015 fueron de 2.60 dólares por millón de unidad térmica británica para las ventas de primera mano de Reynosa. Y de 2.50 dólares por esa misma unidad para las ventas de primera mano de Ciudad Pemex.
Y aunque ya en 2012 se habían registrado bajos precios, no era fácil pensar que nuevamente habría precios bajos del gas natural. La pregunta respecto a este futuro de los precios del gas natural queda formulada. Como también la interrogante de lo que deseamos pueda o deba significar este combustible del que cada día producimos menos en nuestro balance energético nacional. Difícil encrucijada. Gas natural con ventajas. Pero gas natural con incertidumbres. Sobre esto deberemos reflexionar en otro momento. Sin duda.