El linaje narrativo creado por Antón Pávlovich Chéjov (1860-1904) abarca múltiples aristas que convergen en la ambivalente e inagotable condición humana.

Artífice del relato inmisericorde e intenso, el escritor nacido en Taganrog, Rusia, ha legado la vastedad de su pensamiento.

Entre los cuentos incluidos en este libro, publicado por Axial, figura La dama del perrito, que encabeza una lista de 61.

Los personajes creados por Chéjov se mueven en las tinieblas que se hacen más espesas. Padecen tristeza, hastío, timidez, desconfianza y destellos de rapacidad.

Tienen ansias de existir y el deseo obstinado de sacar de la vida aún más de lo que ésta podía darles.

Experimentan miedo, envidia, curiosidad, inquietud, cinismo, invencible timidez, orgullo, soledad y vergüenza humana. No tienes alma ni sabes lo que es tener moral de ninguna clase, escribió.

Libertad, pesimismo, alegría, mezquinas naderías, belleza y perplejidad también participan del festín literario.

El reino del silencio y la égida de las tinieblas son recurrentes en el autor de La gaviota.

En el relato La corista, consigna: Gastó lo de él, lo mío y lo ajeno, en clara alusión al cinismo humano que dilapida lo propio, cuando se posee, y también lo que pertenece a otros.

Respecto de la libertad, definió: ¡Qué tesoro! Sólo una ligera alusión a la libertad, la vaga esperanza de ser libres da alas a nuestra alma.

El camaleón es un cuento hecho a la medida para muchos políticos cuya rampante habilidad les permite, define el Diccionario de la Real Academia Española, cambiar de actitud y conducta, adoptando en cada caso la más ventajosa.

Cualquier semejanza con los que en México medran desde los cargos públicos, en lugar de servir a los gobernados y no apropiarse de recursos de la sociedad, es mera coincidencia. Aunque, cruel realidad, porfian en sus tropelías. De eso se trata, que la delicadeza por su persona pertenece al reino de otro mundo.

En El miedo relata: Íbamos por el estrecho camino vecinal que se escondía como una serpiente en medio del trigo y los rayos de la luna se deslizaban por los rieles cubiertos de rocío. Las sombras de la nubes corrían por el terraplén.

Para el autor la venganza es dulce cuando uno puede contemplarla y palpar sus frutos.

Del diario acontecer escribió: Hay que descansar de la frivolidad de la vida mundana.

Como su coterráneo Fedor Mijailovich Dostoievski (1821-1881), Chéjov alude al legendario héroe de la mitología griega: Ulises era un hombre de muchísima convicción, y a pesar de esto se dejó engañar por las sirenas.

Los celos y la infidelidad también figuran en la literatura chejoviana.

De la finitud física de la persona humana, el autor opinaba: La muerte es imprescindible e inminente; pero a pesar de todo, es una idea que la naturaleza repele.

Insistía: No son los muertos los que asustan; es la incertidumbre..., circunstancia que viven, entre otras personas, los padres de individuos desaparecidos en el país (Ayotzinapa, Tierra Blanca, et. al.)

En Los campesinos, último cuento en el libro de Chéjov, retrata la miseria terrible, implacable, de la que no había forma de escapar en la Rusia rural.

La violencia, en este relato, se ceba contra María, mujer de Kiriak, quien había dado a luz 13 hijos y sólo le quedaban siete, además de un marido demasiado bebedor, que cuando se emborrachaba, iba a buscarla, armaba escándalo y la golpeaba.

Resistir tal vesania no era cuestión de paciencia y resignación, más bien María era presa de un miedo cerval.

Esa circunstancia remite a La madre, de Máximo Gorki (1868-1936), quien escribió: Era alta y algo encorvada y su cuerpo, destrozado por el trabajo de tantos años y las palizas de su marido, se movía en silencio y un poco de lado, como si temiera tropezar con algo en cualquier momento.

Ahora, a más de una centuria de las andanzas del autor, ¿es factible escapar de la pobreza en un México donde la cifra de los condenados de la Tierra crece, sin poder siquiera maquillarla?

Ese era Antón Chéjov, un acucioso diseccionador de los recovecos del alma humana.

Título: La dama del perrito y otros cuentos

Autor: Antón Chéjov

Editorial: Axial

Número de páginas: 374

Candor y felonía

Un viaje por la historia, en el que la traición acecha por todas partes, escribe el periodista Hermann Bellinghausen en el prólogo de Dxiokze xha… bene walhall/ Gente del mismo corazón, novela de Javier Castellanos, enmarca las aspiraciones de emancipación de algunos pueblos indígenas del estado de Oaxaca, en tiempos de la Colonia.

Una persona cuando la tienen aplastada o con un lazo en el cuello, cualquier cosa que se le ordene la tiene que hacer, la tiene que aceptar, así estaba el pueblo de Yaxhoni, narra el autor zapoteco reconocido con los premios Nezahualcóyotl de Literatura y de Narrativa del Centro de las Artes de San Agustín (CaSa), fundado por Francisco Toledo.

Era una época en la que los conquistadores esgrimían, como auto de fe, que la escuela y la religión buscan nuestro bien, de cuando fuimos dueños, fuimos señores de estas tierras.

La lucha se libraba por la independencia y la palabra libertad se asomaba a la vida cotidiana, cuando pagar tributo era algo natural, por eso, después de haberlo pagado, todo seguía su curso normal.

Eran tiempos de vorágine, porque ahora resulta que esta guerra tenía otros intereses: que cuando don Miguel Hidalgo empezó la revolución, que no había rey en España, el rey de España estaba en la cárcel en Francia, que es otra nación, era prisionero del rey de Francia, un tal Napoleón, y este Napoleón puso a su hermano como rey de España, cuando la justicia del poderoso es castigo para el humilde.

La narración de Javier Castellanos nos devuelve a la inmisercorde realidad de los vencedores y los vencidos, de cómo se forja la historia oficial y cómo es necesario mantener la utopía, el carácter levantisco, insumiso, pues como dijo Canek, héroe maya, al capitán que lo aprehendió:

–Es inútil, le va a faltar cordel para atar las manos de todo el pueblo.

Título: Dxiokze xha… bene walhall/ Gente del mismo corazón

Autor: Javier Castellanos Martínez

Editorial: Conaculta

Número de páginas: 379

Texto: Ángel Bernal

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