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Visita histórica

Exhorta al pueblo cubano a impulsar cambios para lograr mayores libertades

No hay por qué temer a las voces diferentes: Obama a Raúl Castro

“Vine para dejar atrás últimos vestigios de la guerra fría”; sus palabras fueron transmitidas por tv

Elogió, sugirió y criticó; terminó su discurso arriba y en español. ¡Partió el bate!, dice isleño

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El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ayer en el Gran Teatro de La HabanaFoto Ap
 
Periódico La Jornada
Miércoles 23 de marzo de 2016, p. 27

La Habana.

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, desafió este martes al gobierno de Cuba cuando exhortó a su pueblo a impulsar cambios para lograr mayores libertades políticas y civiles, al aseverar: creo que los electores deben poder elegir a sus gobiernos en comicios libres y democráticos. Y aunque reconoció las diferencias ideológicas entre ambos países, aseguró que llegó a esta capital cubana para dejar atrás los últimos vestigios de la guerra fría.

En una alocución transmitida en vivo por la televisión estatal de la isla, al hablar en el Gran Teatro de La Habana, Obama elogió los logros sociales de los hermanos Fidel y Raúl Castro, y citó al poeta y revolucionario cubano José Martí con la frase cultivo una rosa blanca para decir, también en español, que ofrecía al pueblo cubano el saludo de la paz.

Obama aseguró que la prosperidad de la gente depende no sólo de la educación o la salud, sino también de la libertad de expresar libremente sus ideas sin ser detenida, y tener, por ejemplo, acceso a Internet. Puedo decirles como amigo que en el siglo XXI la prosperidad sostenible depende de la educación, la salud y la protección del ambiente. Pero también depende del intercambio libre y abierto de ideas. Si uno no puede acceder a la información en línea, si no puede estar expuesto a diferentes puntos de vista, no alcanzará su máximo potencial. Y con el tiempo, la juventud va a perder la esperanza.

Obama, de 54 años, se convirtió el domingo en el primer mandatario estadunidense en llegar a la isla de gobierno comunista en 88 años, para una visita con la que buscó sellar el acercamiento entre los otrora rivales, reconociendo las diferencias.

No podemos ni debemos ignorar las diferencias reales que tenemos acerca de cómo organizamos nuestros gobiernos, nuestras economías y nuestras sociedades. Cuba tiene un sistema de partido único; Estados Unidos es una democracia multipartidista. Cuba tiene un modelo económico socialista; Estados Unidos uno de mercado abierto. Cuba ha enfatizado el papel y los derechos del Estado; Estados Unidos fue fundado en los derechos de la persona individual, expuso.

Reconoció una vez más que “lo que Estados Unidos estaba haciendo no estaba funcionado... Una política de aislamiento diseñada para la guerra fría tenía poco sentido en el siglo XXI. El embargo sólo estaba perjudicando al pueblo cubano en lugar de ayudarlo. Y yo siempre he creído en lo que Martin Luther King llamó ‘la feroz urgencia del ahora’: no debemos temer al cambio, debemos abrazarlo”, y añadió, una vez más en español: creo en el pueblo. Creo en el pueblo cubano.

Continuó: “Y al presidente Castro, a quien agradezco estar aquí hoy, quiero decirle: creo que mi visita aquí demuestra que no tiene por qué temer una amenaza de Estados Unidos. Y teniendo en cuenta su compromiso con la soberanía y la autodeterminación de Cuba, también estoy seguro de que no tiene por qué temer a las voces diferentes del pueblo cubano, y su capacidad de expresarse, reunirse y votar por sus líderes. De hecho, tengo una esperanza para el futuro porque confío en que el pueblo cubano tomará las decisiones correctas.

En 1959, el año en que mi padre se trasladó a Estados Unidos, en muchos estados era ilegal que se casara con mi madre, que era blanca. Cuando empecé la escuela, todavía estábamos luchando por eliminar la segregación en las escuelas de todo el sur de Estados Unidos. Pero las personas se organizaron, protestaron, debatieron estos temas; desafiaron a los funcionarios del gobierno. Y debido a esas protestas, y debido a esos debates, y debido a la movilización popular, es que yo puedo estar aquí hoy, un afroestadunidense, presidente de Estados Unidos. El que pudiéramos lograr un cambio se debió a las libertades que disfrutamos en Estados Unidos, relató.

El futuro de Cuba tiene que estar en las manos del pueblo cubano, insistió Obama en español ante el aplauso de una multitud entre la que estaban Raúl Castro y la prima ballerina Alicia Alonso. Estados Unidos no tiene ni la capacidad ni la intención de imponer cambios en Cuba; los cambios dependen del pueblo cubano, repitió.

Obama cree que mejorando la vida de los cubanos el país acabará transformándose. Cuantos más turistas y estudiantes visiten la isla, y cuanto más negocien entre ellos, más cerca estarán los cubanos de la democratización, ha dicho.

Millones de cubanos dentro y fuera de la isla siguieron el discurso desde el Gran Teatro de La Habana, el mismo lugar donde el anterior presidente estadunidense que visitó Cuba, Calvin Coolidge, dirigió palabras a este pueblo en 1928.

Al igual que el lunes, el mandatario estadunidense criticó lo que considera las pocas libertades políticas y civiles en Cuba, despertando la algarabía de muchos cubanos que no están habituados a escuchar críticas a su gobierno en la televisión estatal.

Obama puso los puntos donde van. Elogió, sugirió y criticó, pero en un tono muy pausado, dijo Guillermo Pérez, trabajador de turismo de 43 años que vio el discurso en un café.

Terminó su discurso bien arriba y en español. ¡Partió el bate!, agregó, elogiando la intervención que Obama cerró arengando sí se puede, lema que lo llevó a la presidencia en 2009.

Tras el discurso de media hora Obama fue a la embajada de Estados Unidos en La Habana, recientemente reabierta, para reunirse con un grupo de disidentes, algo inimaginable antes de que los otrora enemigos acordaran, en diciembre de 2014, acabar con más de medio siglo de hostilidades diplomáticas recíprocas.

Manuel Cuesta, uno de los disidentes, calificó el encuentro de muy positivo y detalló que conversaron sobre democracia, derechos humanos, elecciones libres y ampliación de Internet en un país con un costo de conexión prohibitivo.

Obama prometió continuar llevando estos temas en sus próximos discursos e intercambios con el gobierno cubano, dijo Cuesta a Reuters por teléfono.

Entre los invitados estaban Berta Soler, líder de las Damas de Blanco, y Antonio Rodiles, del grupo Estado de Sats. Ambos han criticado la decisión de Obama de avanzar en la normalización de las relaciones con Cuba.

La mayoría de los cubanos son escépticos de los disidentes, pues se cree están motivados por obtener parte de los 20 a 30 millones de dólares en fondos anuales que el gobierno de Estados Unidos destina para los programas de democracia en Cuba.

A pesar de haber relanzado sus vínculos bilaterales, Washington y La Habana aún mantienen profundas diferencias: el gobierno de Castro sostiene que el bloqueo impuesto por Washington en 1962 es el principal obstáculo hacia la normalización total de sus relaciones.

Además, Cuba exige la devolución del territorio donde se levanta una base naval estadunidense en la bahía de Guantánamo, en el extremo oriental de la isla, así como el cese de transmisiones de radio y televisión dirigidas a su territorio.

Uno de los lastres del bloqueo es la imposibilidad para normalizar las transferencias de los beisbolistas de la isla, que actualmente deben desertar para poder jugar en las Grandes Ligas.

Uno de ellos es Dayron Varona, primer bate de las Mantarrayas de Tampa, que la tarde de este martes se enfrentaron a la selección cubana en un juego de exhibición que contó con la presencia de Obama y Castro.

También asistió una comitiva de 40 guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) encabezada por su líder, Rodrigo Londoño, conocido como Timochenko. Las FARC negocian desde hace tres años en La Habana con representantes del gobierno colombiano para alcanzar un acuerdo de paz.

Después del partido, Obama se dirigió al aeropuerto. Raúl Castro lo acompañó a la escalinata del Air Force One. El presidente estadunidense partió acompañado de su esposa Michelle y sus dos hijas rumbo a Argentina, adonde llegó la madrugada de este miércoles. Estará en este país el jueves, cuando se recuerda el aniversario del golpe de Estado que dio inicio a la última y más cruenta dictadura en el país sudamericano.