En medio de los ataques terroristas que se registran en Europa, África y Medio Oriente, la reina Margarita II de Dinamarca señaló que estas prácticas generan miedo entre la población, pero llamó a enfrentar el problema manteniendo la calma y sin dejarse invadir por el pánico.

No hay que dejarse inundar por un miedo de muerte, pues de lo contrario, se puede perder el balance, dijo el pasado lunes ante un grupo de periodistas mexicanos, con quienes diálogo sobre la próxima visita del presidente Enrique Peña Nieto a su país, prevista para mediados de abril, y la intención de fortalecer los lazos de cooperación, intercambio comercial e inversión entre los dos estados.

Próxima a cumplir 76 años, la monarca llegó al trono en 1972 a la muerte de su padre el rey Federico IX. Pertenece a la casa de los Glücksborg, que ha reinado en Dinamarca desde 1863, y junto al príncipe consorte Henri Marie, procreo al príncipe heredero, Federico, de 47 años, y al príncipe Joaquín.

Conocedora de México, que visitó en 1966 y más recientemente en 2008 durante la presidencia del panista Felipe Calderón, dijo estar muy complacida de recibir en unas semanas más a Peña Nieto y a su esposa Angélica Rivera. Con este acto se regresa la hospitalidad que recuerda haber disfrutado cuando estuvo en el país hace ocho años.

En un amplio salón del palacio de Fredensborg, un enorme edificio barroco del siglo XVIII ubicado junto al lago Esrum, en la isla de Selandia, a las afueras de Copenhague, destacó que la visita del mandatario será muy corta –hasta la fecha se tiene prevista una agenda de dos días–, pero permitirá colocar a México en una primera página ante los daneses y que su país sea más visible a los ojos de los mexicanos.

Clima y población son diferentes entre los dos estados, pues mientras México llega a 120 millones de habitantes, Dinamarca apenas pasa de 5 millones, es decir, un número similar al que tiene una delegación de la ciudad de México.

Para la reina Margarita II el tener una población y un territorio pequeños se ha convertido en una de las claves del éxito de su país, considerado con uno de los mejores niveles de vida en el mundo y altos índices de crecimiento económico.

Puntualizó que la visita es una oportunidad para mejorar el comercio bilateral, pero siguiendo las normas de la diplomacia y su papel de jefa de Estado, pero no de gobierno, se abstuvo de responder si el crimen y la violencia que se registra en la nación, pueden afectar las oportunidades de comercio y de inversión.

La soberana también evito hablar sobre el problema de los migrantes, pero en cambio abordó con entusiasmo el tema del intercambio cultural con México al calificar como fascinante su cultura antigua y moderna.

Con estudios de ciencia política, filosofía y arqueología, se le ubica como una amante de las bellas artes, pues ha presentado diversas exposiciones y diseñado vestuario y escenografías para el teatro. En este contexto no parece extraño que haya manifestado estar impresionada y sorprendida por el colorido de México. De hecho calificó como fascinante y atractiva esta característica nacional.

La monarca dijo tener una maravillosa impresión del país, tras recordar que durante su estancia en 2008 recorrió el poblado de Tarecuato, Michoacán, donde recorrió la iglesia del lugar y conoció la estatua en honor de fray Jacobo Daciano, franciscano que algunos investigadores ubican como parte de la realeza danesa, pero que renunció a ella para dedicarse a la evangelización y protección de los indígenas.

Por otra parte, los embajadores de México en Dinamarca y de ese país en suelo nacional, José Ignacio Madrazo y Henrik Bramsen Hahn, respectivamente, informaron por separado que durante la presencia de Peña Nieto en el estado europeo se suscribirán acuerdos en materia de salud y energías renovables.