Nos deben
sí tituló el discurso que la rectora Sara Ladrón de Guevara pronunció al final de la gran marcha que la comunidad de la Universidad Veracruzana (UV) efectuó el pasado 10 de marzo en Xalapa, Veracruz (puerto), Poza Rica, Tuxpan, Coatzacoalcos, Minatitlán, Acayucan, Orizaba y Córdoba.
El antecedente es conocido. En febrero pasado la UV envió a la Secretaría de Finanzas de Duarte un informe detallado del adeudo que sumaba, en esa fecha, 2 mil 76 millones de pesos (ha aumentado otro trecho). Pero más tardó la universidad en enviar el informe, que Antonio Gómez, secretario del gobernador
, revirara con una retórica elementalmente tramposa y pueril: Si la UV dice que el gobierno le debe esa cantidad, la universidad adeuda al gobierno 3 mil 400 millones de pesos de impuesto a la nómina y pago de cuotas del IPE
(Instituciones de Pensiones del Estado). O sea, era la UV la que le debía a Duarte. Inútil declaración mentirosa y ajena absolutamente a la legalidad.
La rectora no sólo aclaró las cosas, también interpuso, como es sabido, dos demandas contra Duarte, y convocó exitosamente a una gran marcha que inspiró el discurso Nos deben
. En la introducción de su texto dijo con vigor: ¡Nos deben el derecho a soñar; nos deben la esperanza de un mejor futuro; nos deben la confianza en las instituciones; nos deben una juventud sin miedos; nos deben a los desaparecidos; nos deben la paz de los violentados y la de sus familias; nos deben recursos que son obligaciones, porque no son derechos, fueron otorgados por el pueblo; nos deben los derechos de nuestros jubilados; nos deben las libertades y las capacidades críticas generadas por el conocimiento; nos deben mayor cobertura en educación superior; nos deben la protección a las clases desprotegidas, muy particularmente de nuestros grupos originarios; nos deben el respeto a la diversidad, de etnia, de color, de género; de preferencia política o religiosa; nos deben la seguridad en el cumplimiento de nuestras metas; nos deben la certeza de nuestros trabajos; nos deben los sueños de nuestros jóvenes; nos deben los impuestos que nos han sido descontados nominalmente y no han sido entregados a Hacienda; nos deben lo que ha sido signado y convenido; nos deben los valores éticos de confraternidad, de compromiso; nos deben nuestros sueños de un mejor Veracruz y de un mejor México!
Sí, la deuda con la UV y con los veracruzanos es exorbitante, inimaginable, pero rigurosamente cierta.
Con seguridad, lo más valioso que está construyéndose en Veracruz ha comenzado. El viernes 11 los veracruzanos amanecieron otros. La marcha fue una vasta explosión de liberación por primera vez vivida; la libertad, siempre atada y amordazada por la increíble nómina de desgobernadores-caciques-criminales que la entidad ha sufrido, ha entrado por la puerta grande, expresándose en bailes y cantos de alegría, y en las siempre ingeniosas consignas inventadas por los estudiantes para insultar al desgobernador que han padecido. Un gran momento de tensión y silencio conmovedores, en la vasta concentración de Xalapa, fue el canto de los potentes barítonos del coro de la UV, a capella, entonando Va, pensiero (“Va, pensiero, sull’ali dorate; va, ti posa sui clivi, sui colli […] Ve, pensamiento, sobre alas doradas; ve, pósate en las praderas, en las colinas…”): el coro de los esclavos, de la ópera Nabucco, de Giuseppe Verdi. ¡Muera el tirano!
Una significativa franja más de la sociedad mexicana abre los ojos, despierta. En particular los universitarios oyeron el sabroso son compuesto para la ocasión por la Orquesta Moscovita de la UV, que toca y compone música afroantillana, con su nuevo número: entre pícaras frases típicamente veracruzano-antillanas, el coro canta: ¡No se toca; no se toca, a la UV!
: expresión de otra novedad: los universitarios están finalmente asumiendo la autonomía universitaria. Una universidad que por 52 años fue una universidad del gobierno del estado, se convierte en autónoma por ley del 30 de noviembre de 1996. Más de medio siglo viviendo en el marco del autoritarismo y el verticalismo de los gobiernos veracruzanos, hicieron que los universitarios absorbieran una pedagogía social y política con esos contravalores. Pero, insensiblemente, nuevas generaciones fueron interiorizando lentamente el valor de la autonomía. Hoy parece un hecho: ¡No se toca!, a la UV no se le toca: dicho directamente al gobierno veracruzano.
Los gobernadores que lleguen encontrarán una nueva sociedad veracruzana; una dispuesta a defender sus derechos, con una universidad que es la institución más querida en el estado. A la UV, ¡no se le toca!
Duarte quiso impedir la marcha, desorganizándola, llenando la Plaza Lerdo (de ubicación céntrica, a un costado de la catedral y frente al palacio de gobierno) con esa masa de maniobra que han utilizado siempre los desgobernadores, Antorcha Campesina, para desbaratar expresiones públicas de colectividades que reclamaban estos o aquellos derechos a los gobiernos. Pero el arrogante recibió una llamada del secretario Osorio Chong: la plaza debía ser desalojada para que la expresión pública pudiera tener lugar. Así ocurrió. Duarte de
Ochoa no había entendido el momento político de Veracruz y las tensiones que creó con la UV (y se irá sin entenderlo).
Una expresión típica de las manifestaciones estudiantiles: el que no brinque es Duarte
, mientras todos brincan alborozados. “Pero, cuñao –alguien expresó–, si Duarte no puede brincar.” Reacción sin mucha coherencia, pero a todos pareció que venía al caso.