Recuerdos XXIII
e agolpan…
Tantos y tantos recuerdos –de todos colores, sabores y medidas– y, justo es consignarlo, ponerlos en orden cronológico, tarea no fácil que digamos, ya que, de no ser así, todo lo que conseguiría sería hacer bolas a los amables lectores.
Y eso no se vale.
Los anteriores artículos fueron motivados por un dizque informador
, que, sin tener el menor conocimiento de causa, inventó un cuento de las mil y una noches, afirmando que el antecesor de Rafael Herrerías Olea –léase Miguel Alemán Magnani y Herrerías, había sido el doctor (oftalmólogo) Alfonso Gaona y de Lara.
Así que, continuemos.
* * *
Tuve que detener la anterior entrega cuando el licenciado Juan Okie González y yo preparamos un piloto para una serie de programas taurinos, por demás completos, con patrocinadores y toda la cosa
, así que el siguiente lógico paso fue analizar a qué canales de televisión deberíamos ofrecer El Redondel TV y nos pareció que dos serían los más lógicos: el 22, de Conaculta, y el 40, del licenciado Javier Moreno Valle, ambos urgidos de novedosas programaciones y, también, de ingresos económicos.
El primero con el que, previa cita, me entreviste fue con el entonces director general de Canal 22, un señor apellidado como célebre compositor europeo, quien, de buenas a primeras, me dejó con el ojo cuadrado, ya que de cultura de México poco o nada sabía, ya no digamos de toros a la vez que de buenas maneras.
Total, pinchazo en hueso.
Así que, al canal 40 fuimos y, la verdad sea dicha, no pudimos hablar con Moreno Valle, pero sí con un alto ejecutivo, si mal no recuerdo apellidado Icazbalceta, quien se mostró muy interesado y que nos dijo que lo hablaría con el licenciado Moreno Valle; tuve dos o tres entrevistas más y cuando estábamos a punto de firmar el contrato respectivo, se desapareció del mapa, no supimos más de él y cuando tratamos de hacerlo con el presidente del canal volvimos a pinchar en hueso: excusas, que no estaba, que ya se nos llamaría y mil muletazos
más por el estilo, hasta que suspendimos la búsqueda
y, tristes y cabizbajos, volvimos a la oficina.
Después me llamó don Aurelio Pérez para comunicarme que el licenciado Alemán Magnani había firmado ya mi nombramiento como director del canal Toro, de Sky, y quería hablar conmigo para que le diéramos forma y contenido.
Hablé con él, me expuso sus ideas y sus proyectos. Tanto el licenciado Okie como yo volvimos a darle duro y macizo y, al presentarle al licenciado Alemán los diversos programas y coberturas, me felicitó y me instó a seguir adelante.
En esas andábamos cuando don Aurelio me citó para informarme que deseos eran del señor Azcárraga y del licenciado Alemán que presentáramos un ambicioso proyecto consistente en intercambio de ideas, producciones y contenidos taurinos con Televisión Española, si mal no recuerdo Canal 3.
No podía ni creerlo y hasta se me asignó una pequeña mesa de trabajo y a dos entusiastas diseñadores gráficos para que con su valiosa ayuda produjéramos un video con toda la barba
.
Aquello, la verdad quede escrita, es que tras mucho afinar, corregir, escribir y seleccionar un estupendo material, quedó de diez
.
Lo entregamos y, a poco, me dijo don Aurelio que nos íbamos a Madrid, vía Frankfurt, y que él y nuestro común amigo don Gabino Lombana Pardo irían en plan de vacaciones, en tanto que estaría yo a cargo de todo lo relacionado con TV Española –tremendo reto–, comprendiendo que en caso de no concretarse arreglo alguno, sería yo el chivo expiatorio
.
Sólo yo, él no.
Y pa’ Europa volamos.
Maravillosa experiencia fue hacerlo en Lufthansa: inolvidables atenciones, amabilidades sin cuento, un banquete los alimentos y, por si fuera poco, comodidades para poder si no dormir, al menos descansar en la noche.
Llegamos a Frankfurt a primeras horas de la mañana y, una vez recogimos el equipaje, tomamos un carrito, como los de las tiendas de autoservicio, acomodamos la impedimenta y nos hospedamos en un hotel exactamente enfrente del aeropuerto; tal vez, el más grande del mundo, inmenso, baste consignar que vi no una, sino bastantes agencias vendiendo –no rentando– automóviles y cuantos restaurantes pudiera crear la imaginación.
Continuará...
(AAB)