La Esperanza, Honduras.

Una multitud recorrió ayer las calles del pueblo de la ambientalista Berta Cáceres, asesinada el jueves pasado en su domicilio.

Berta Cáceres, presente hoy y siempre, La lucha sigue y sigue y ¡Berta vive!, gritaron los manifestantes, en su mayoría de la etnia lenca, a su paso hacia el cementerio general de La Esperanza, a unos 300 kilómetros al oeste de la capital hondureña, Tegucigalpa.

La multitud se desplazó de la casa de la madre de la víctima, Austra Flores, en el barrio El Calvario, a la ermita de La Gruta, donde se ofició una misa, a la que asistieron dirigentes de organizaciones ambientalistas de Guatemala, El Salvador, Nicaragua y Honduras.

El ataúd de Cáceres fue cargado en hombros por voluntarios, quienes se turnaron la ruta, más de 10 kilómetros de las vías del pueblo, junto con los cuatro hijos de la víctima: Olivia, Berta, Laura y Salvador.

Al menos dos hombres armados llegaron la madrugada del jueves a la casa de Cáceres, en La Esperanza, donde derribaron la puerta trasera, ingresaron y dispararon a la mujer. Luego huyeron en un vehículo, informó el ministro de Seguridad, Julián Pacheco. Su cuerpo presentaba cuatro impactos de bala.

El mexicano Gustavo Castro Soto, activista pro derechos humanos, estaba en la vivienda de Cáceres en ese momento. Una bala le rozó la mejilla y la mano izquierda, lo cual lo hizo caer al piso, donde fingió estar muerto para que los atacantes no lo remataran, comentó Pacheco.

Castro llegó días antes a la ciudad para ofrecer conferencias a los indígenas de La Esperanza. Las autoridades lo consideran testigo protegido clave para resolver el caso.

Pacheco informó que hay dos sospechosos detenidos, entre ellos el vigilante del barrio donde está la casa de Cáceres.

Los dos hombres son interrogados por la policía, porque se sospecha que podrían estar involucrados en el asesinato. Sin embargo, las investigaciones continúan y pronto tendremos resultados, subrayó.

El presidente Juan Orlando Hernández informó que el asesinato de la lideresa indígena se investiga con ayuda de Estados Unidos.

El embajador estadunidense en Honduras, James Nealon, aseguró a periodistas que hemos pedido a una indagatoria rápida y exhaustiva para que el peso de la ley se aplique a los responsables, y calificó el hecho de repudiable y cobarde.

Por otra parte, al menos 10 personas murieron ayer a manos de un comando que irrumpió con fusiles de asalto en un billar en los suburbios de la capital de Honduras, reportaron autoridades.

El ataque fue perpetrado por sicarios que portaban uniformes de la policía y dejó saldo aún indeterminado de lesionados, según fuentes el Ministerio de Seguridad.