Sociedad y Justicia
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No luchan por una mejor calidad de vida, sino por sobrevivir

Entornos de pobreza y violencia, reto mayor para los jóvenes: especialistas
 
Periódico La Jornada
Lunes 22 de febrero de 2016, p. 32

Los espacios sociales que se caracterizan por la violencia, la pobreza y la marginación representan una lucha constante para la juventud. En estos enclaves este sector no da la pelea por una mejor calidad de vida, sino por sobrevivir, señalaron especialistas que participaron en el seminario Jóvenes, espacio público y ciudadanía, organizado por el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

María Laura Serrano, doctorante en el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, realiza investigación de campo en Las Granjas, una de las colonias más pobres de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, donde la relación de los jóvenes con las instituciones del Estado (escuela, policía y partidos) es una constante lucha por la sobreviviencia.

En Las Granjas hay asaltos, calles en las que no se puede caminar a ciertas horas y se han dado feminicidios. La pobreza y la violencia despojan a los sujetos de una importancia real, es decir, si te matan parece que no importa. Aquí la lucha no es por tener una mejor calidad de vida, sino por no morir.

Indicó que los jóvenes de esta colonia retan, señalan y resisten la violencia institucional, pero al mismo tiempo la reproducen. Muchos de ellos participan en bandas criminales (ha detectado siete, entre ellas la Mara Salvatrucha y Barrio 18). Si bien son perseguidos por la policía, a la vez son parte de las barras que apoyan al equipo Jaguares y les dan boletos para los partidos a cambio de actuar como grupos de choque para, por ejemplo, romper huelgas.

En espacios de pobreza la escuela se convierte en reproductor de estas crisis, pues se venden drogas, hay peleas por la plaza y algunos llevan armas. La violencia exterior impacta el interior de los centros escolares.

Leticia Pogliaghi, del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación de la UNAM, que analiza las expresiones de violencia en el Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) Naucalpan, detalló que ha encontrado tres tipos de la misma: la que va desde el insulto hasta ignorar a algún compañero; los rituales de bienvenida a nuevas generaciones –como venderles la Gaceta UNAM o hacerles bromas–, y la violencia física.

Aída Analco, de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, que investiga sobre jóvenes indígenas, señaló que en 40 años éstos han seguido los patrones en términos de oficio y lugares que habitan sus madres, padres o abuelos que llegaron a la ciudad de México.

Las nuevas generaciones no tienen mejores condiciones. Hay acumulación de pobreza transgeneracional y están destinados a tener los mismos oficios que sus padres (trabajadoras domésticas, empleados de la construcción, dependientes de tiendas o en el comercio informal) y a vivir en los mismos lugares. Esto tiene que ver con la invisibilidad y con el sistema político, que está podrido.