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¿La Fiesta en Paz?

De un profundo duelo taurino inconfesado

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El español José Tomás durante su deslucido mano a mano con Joselito Adame en la Plaza MéxicoFoto Ap
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lgunos lo externaron, otros se lo callaron y unos más incluso lo somatizaron, pero los aficionados que logramos asistir a la corrida-petardo del mano a mano entre el imaginado mesías de la fiesta José Tomás –su tauromaquia como supuesto referente de autenticidad torera– y Joselito Adame dejamos el coso con la evidencia de que los parámetros taurinos al uso ya no sirven, no para mantener la estatura ética del toreo. Pero empresarios, ganaderos y comunicadores insisten en que los verdaderos enemigos de la fiesta son los antis y no la mansedumbre de dos y cuatro patas.

Comparto con el lector un artículo del escritor franco-español Jean Palette-Cazajus, ti- tulado José Tomás, el renunciante y el no acontecimiento, aparecido en el portal Salmonetes ya no nos quedan: “Aunque ‘el de Galapagar’, como dicen los gacetilleros imaginativos, hubiese cortado suficientes orejas y rabos para montar un puesto de casquería, el ruidoso evento del domingo 31, en la Monumental de México, seguiría siendo el mismo no acontecimiento.

“¿Qué es un ‘no acontecimiento’? Digamos inmediatamente que nada tiene que ver con un acontecimiento negativo. Se trata de una cosa bastante más seria. De la misma manera que la conciencia sólo existe para alguien cuando acontece algo, también acontece para alguien. De modo que si el no acontecimiento no nos puede decir nada en tanto que acontecimiento, en cambio nos lo dice todo sobre ese ‘alguien’.

“José Tomás es un ‘renunciante’. Ésta es la palabra usada por el admirado Louis Dumont para designar aquellos andariegos místicos, aquellos ascetas de la India, también conocidos como sadhús, que corren los caminos de la tierra de Shiva. Su condición es la única que permite librarse del férreo corsé de la adscripción de casta que, en buena parte, sigue estructurando aquel país. A cambio, renuncian a cualquier responsabilidad e incidencia sociales.

“José Tomás es el ‘renunciante’ táurico. Como los sadhús de cara a la sociedad, ha renunciado a las reglas, compromisos y obligaciones que fundamentan la pertenencia al mundo de la tauromaquia. No se trata de cuestionar la voluntad del torero de ser posterior a sí mismo, pero sí el camino elegido. Hablando en términos de astrofísica, nos enfrentamos a un fenómeno sociomediático sólo posible dentro del área gravitacional de la tauromaquia, pero paralelo a ella y nunca coincidente. 

“Los renunciantes suelen tener discípulos. El nuestro tiene muchos, suficientes para constituir un conglomerado numeroso y heteróclito. Mundillo frívolo, oportunista, novelero, a veces próximo al dinero opaco, como se vio estos días, con la patética lucha por hacerse, a cualquier precio, con los ‘boletos’. A José Tomás lo encumbraron, en otra época de su vida, aquellos batallones, cada vez más diezmados y residuales, de las tropas de élite venteñas. Yo fui uno de ellos. De los que lo encumbraron, claro, no de las tropas de élite. El mundillo de sus actuales seguidores, aquí como allá, resulta profundamente ajeno a todo compromiso de seriedad taurina.

“…Todo el mundo ha podido leer, en infinidad de ocasiones, que el fenómeno José Tomás constituía la mejor arma frente a la saña antitaurina. Siempre he pensado que el ‘neotomasismo’, bien lejos de ser un antídoto contra el flagelo que nos azota, aparecía, muy al contrario, como un grave síntoma de la propia enfermedad. El no acontecimiento del domingo 31 de enero sólo puede reforzar mi opinión”, concluye Palette-Cazajus.