or lo que sé, las leyes de nuestro país restringen la realización de actos religiosos de carácter público a los lugares destinados para el culto, o bien a sitios privados de usos diversos, siempre y cuando se solicite el permiso de la autoridad competente, mas no en sitios como plazas públicas, estadios o recintos oficiales, como sucedió en días pasados en varios lugares de la República.
De ninguna manera quiero decir con esto que los actos realizados como parte de la visita del jefe de la Iglesia católica sean violaciones cometidas por él, o por la propia Iglesia, no sólo porque la voluntad suprema de la nación reside en el pueblo y buena parte de éste se manifestó con cariño y devoción ante este líder mundial, que visitó México con el propósito de traer consuelo y esperanza a un país inmerso en una grave crisis social, que ha dañado especialmente a los más débiles, a los que menos tienen y han sido sus principales víctimas.
No, la violación de la ley ha sido cometida por las más altas autoridades del gobierno, que bien habrían podido, con su poder y demagogia, realizar una gran consulta para conocer la voluntad popular antes de la visita, que sin duda habría permitido la realización de dichos actos.
¿Por qué no hicieron esto? Pienso que hubo al menos tres razones. La primera de ellas es la soberbia de quienes, sintiéndose poderosos, se olvidan del cumplimiento de las leyes como una conducta permanente; la segunda, porque implicaba el peligro de abrirle los ojos al pueblo, que así se percataría del poder que le da el hecho de ser consultado en temas en los que nunca se le toma en cuenta; la tercera, y más probable, fue para hacerle ver al Papa y a la jerarquía católica internacional el inmenso poder que disfrutan, por encima de las leyes, con el propósito de buscar la legitimación que hoy no tienen.
Entiendo que su visita era de suma importancia para él, como parte de su misión de acercarse al pueblo dolido y desalentado de una nación que parece disolverse en la podredumbre, para llevarles su mensaje de aliento y esperanza, pero también de denuncia sobre lo que no debiera ocurrir, mensaje que ha sido claro y contundente. El gobierno, por supuesto, no ha estado al nivel que se requería. Los funcionarios y sus familiares, ocupando los lugares reservados para la élite, han tenido oportunidad de escuchar sus sermones sin que les importaran un comino, interesados sólo en la posibilidad de tomarse la foto con él, para ostentarlas como trofeo en sus casas blancas con luces de colores.
Las palabras de Francisco en Chiapas, en torno al olvido y la pobreza en la que viven los indígenas, captó especialmente mi atención, como la de muchos otros, recordando la serie de discursos oficialistas sobre la equidad que busca el sistema entre hombres y mujeres, al anunciar los grandes logros
en ese sentido, mientras la población indígena ha sido arrinconada en las regiones más inhóspitas del país. ¿Equidad?, ¿cuál para con ellos? En los últimos censos se hablaba de cifras de población indígena de más de 11 millones, aproximadamente 10 por ciento de la población total del país, porcentaje que superaba 30 por ciento en algunos estados de la República. ¿Nos hemos preguntado alguna vez cuántos de los congresistas son indígenas? Me temo que no, pero puedo afirmar que Televisa –sin temor a equivocarme– tiene más representantes en el Congreso para cuidar sus intereses que toda la población indígena del país, y esto es lo que nos vino a decir el Papa. ¿Haremos algo al respecto? El tiempo lo dirá.
La excelente cobertura y análisis de Bernardo Barranco publicados por La Jornada nos dan la pauta para comprender las dimensiones y la trascendencia de la visita; asimismo, la columna Astillero , de este mismo diario, trató el tema de Ayotzinapa y la negativa del Vaticano para incluir en la agenda una reunión con los familiares de las víctimas, a las que resulta imposible no hacer referencia, pues el caso de Ayotzinapa es emblemático y central para el país entero, un mensaje del papa Francisco haciendo alusión a la escuela normal de Ayotzinapa y a sus estudiantes desaparecidos o asesinados en Iguala con la complicidad e incluso participación (de acuerdo con las investigaciones realizadas por Proceso, incluyendo las transmisiones del C4 de Guerrero) de quienes tienen a su cargo la seguridad del país, era estrictamente necesaria, por varias razones:
La primera, la necesidad de impedir el desarrollo de la pauta seguida por los gobernantes de proceder a enlodar a las víctimas, sembrando la idea de que se trataba de delincuentes ajusticiados por luchas internas, como ha ocurrido en los últimos años con varios periodistas asesinados en Veracruz y como taimadamente lo han tratado de hacer desde el principio del caso los más altos funcionarios de seguridad del gobierno federal. Adicionalmente, Ayotzinapa resulta de principal importancia (quizás desconocida por el Papa) por su relación con la educación en México, siendo la comunidad de maestros una de las más golpeadas por la presente administración, en particular, las normales rurales, que se han convertido en un blanco de ataque de los últimos gobiernos, y acentuadamente del actual, para eliminar la ascendencia que estas escuelas tienen en amplias zonas rurales del territorio nacional.
Considerando la importancia que la visita del Papa puede tener para el futuro de la nación, nuestro diario, La Jornada, ha puesto en su portal una nueva consulta para conocer y difundir las opiniones de los lectores respecto a este importante tema, ello permitirá saber qué tanto el viaje de Francisco sirvió a los intereses del gobierno federal, que parece ser uno de los grupos más importantes de la delincuencia organizada en nuestro país. Por este motivo, invitamos a nuestros lectores a participar en la consulta y a difundirla entre sus amigos, para ayudarnos a disipar nuestras dudas y, al mismo tiempo, seguir su evolución durante los próximos días y semanas.
Por la naturaleza de la consulta, La Jornada ha tomado la decisión de eliminar la necesidad de que los participantes se identifiquen con su clave de elector, siendo suficiente que nos indiquen su correo electrónico, lo que nos permitirá detectar y eliminar las respuestas de las personas que intenten contestarla más de una vez.
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