El proceso contra el general Juan Manuel Barragán Espinosa fue fabricado por policías judiciales federales militares que indujeron al único testigo que lo acusó de pretender cooptar al entonces secretario de la Defensa Nacional, general Guillermo Galván Galván, para que colaborara con el cártel de Sinaloa y cesara la persecución y búsqueda de Joaquín El Chapo Guzmán, quien en aquel entonces (2011) se encontraba prófugo de la justicia.

Estas son las conclusiones de la defensa del uniformado, las cuales se basan en los testimonios de tres policías militares, quienes reconocieron –al ser interrogados en el marco del proceso penal– haber participado como infiltrados en reuniones en las que se pretendía que el general colaborara con el cártel de Sinaloa, a fin de que contactara a ese grupo delictivo con el general secretario.

Además, en la sesión de ayer del Consejo de Guerra, que se lleva a cabo en el Campo Militar Número Uno, se leyeron las retractaciones de Humberto Guerrero Murguía –vendedor de frutas y verduras–, quien fue inicialmente testigo colaborador en este asunto y terminó por revelar que las acusaciones que hizo ante la procuraduría militar y que después dieron lugar a que la Procuraduría General de la República (PGR) también investigara los hechos, fueron producto de las presiones, golpes y amenazas de los policías militares que lo mantuvieron detenido e incomunicado durante más de dos meses.

Presumiblemente, estuvo retenido ilegalmente en instalaciones de la Policía Militar en el propio Campo Militar Número Uno, a unos metros de donde se lleva a cabo el juicio en contra del general Barragán.

Infiltrados

También salieron a flote las declaraciones de tres policías judiciales militares, quienes reconocieron haber participado en reuniones con el general Barragán en calidad de infiltrados, ostentándose como personeros del cártel de Sinaloa para convencer al general Barragán de colaborar con ellos.

Por su parte, el general brigadier retirado, quien lleva casi cuatro años preso en el penal de máxima seguridad del Altiplano, portó el uniforme reglamentario del penal, un pantalón remendado a la altura de las rodillas y una chamarra del mismo color.

“¿Usted cree que esto es digno que un general que sirvió 45 años al Ejército?, cuestionó en uno de los recesos del Consejo de Guerra.

Su defensa leyó sus conclusiones en las que demanda la absolución de los cargos por abuso de autoridad y contra la salud en grado de tentativa. En el fuero federal está pendiente un proceso penal por delitos contra la salud.

Llegó a las nueve de la mañana procedente de Almoloya de Juárez y en cuanto terminó la audiencia –alrededor de las seis de la tarde– regresó con la escolta correspondiente al penal. Mañana volverá a las nueve de la mañana para reanudar el Consejo de Guerra.