oy en día, el cártel de Sinaloa se identifica como la organización criminal más importante de México y la de mayor alcance en el tráfico de drogas del mundo. Su líder, Joaquín El Chapo Guzmán, era el criminal más buscado por la DEA hasta su recaptura, la cual trajo consigo un posicionamiento muy necesario para el gobierno federal, sobre todo porque sucedió en medio de una compleja coyuntura económica y de seguridad, con señalamientos al respecto en mayor medida en medios de comunicación internacionales.
El líder del cártel de Sinaloa es simplemente un asunto de seguridad nacional para México y Estados Unidos, ya que posee información clave que puede ayudar a desmantelar la red de corrupción y complicidades que lo llevaron a construir una organización criminal con presencia dominante en 17 estados de México, 54 países del mundo y en más de cien ciudades estadunidenses, así como situarlo en la lista de millonarios de la afamada revista Forbes.
La verdad es que si Joaquín Guzmán hablara varios funcionarios, gobernantes y políticos de diversos niveles tendrían que ser procesados, y no sólo de México, también de Estados Unidos, así como de otros de Latinoamérica, Europa y Asia, naciones donde ha conseguido infiltrarse con éxito, gracias a su gran poder corruptor, sólo así podría explicarse que a pesar de los millonarios decomisos de drogas, su organización criminal actualmente domine el mayor mercado en el mundo, el estadunidense.
De acuerdo con cifras de la Secretaría de la Defensa Nacional, en la década pasada los gobiernos de México y Estados Unidos han decomisado, destruido e interceptado embarques de droga del cártel de Sinaloa que ascienden a más de 20 mil millones de dólares. Desde 2006, les ha decomisado 12 mil toneladas de mariguana, 109 toneladas de metanfetamina, 45 de cocaína y 1.5 de heroína. Al mismo tiempo, le han sido arrasadas a fuego y con herbicidas 252 mil hectáreas de plantíos de amapola y cannabis, de los que se podrían haber producido hasta 14 toneladas de heroína y 226 de mariguana. http://bit.ly/1QLv7uO
Además, al cártel de Sinaloa le abunda la mano de obra. De acuerdo con datos de la PGR, desde 2006 han sido detenidas 67 mil personas vinculadas al narcotráfico en estados con influencia de esta organización criminal. Asimismo, en febrero de 2014, después de la segunda detención del capo, la PGR le atribuyó a esta organización la muerte de 11 mil personas. Con estos números nos podemos dar una idea del inmenso poderío del cártel, pues cuenta con recursos económicos, capital humano y armas necesarias para causar grandes estragos al Estado mexicano y a la sociedad, como lo ha venido haciendo.
Quizás es por ello que en ninguna de las tres ocasiones que el narcotraficante ha estado recluido se han conseguido resultados significativos; el cártel de Sinaloa no es un hombre, no es El Chapo. El grupo criminal mantiene una filosofía y estrategia netamente comercial propia de cualquier trasnacional, por tanto, a pesar de las grandes pérdidas económicas y de capital humano, la corporación
continúa en franco desarrollo.
Aunque en esta tercera captura de Guzmán Loera podría darse una pugna interna en caso de que los hijos de éste, Iván Archivaldo y Jesús Alfredo Guzmán Salazar, quisieran tomar el control total de la organización; según diversos especialistas en el tema, no todos en el cártel están contentos con la reacción que han recibido por el gobierno mexicano, y sobre todo del estadunidense, primero con la fuga, después con las labores de búsqueda y posteriormente con la recaptura de El Chapo.
Los hijos de Guzmán Loera pertenecen a una nueva generación de narcotraficantes, llamados coloquialmente narcojuniors: son ostentosos –el propio Sean Pean se asombró de lo costoso de sus relojes– que gustan presumir por medio de las redes sociales junto a sus autos, casas, mujeres, animales exóticos, armas... Acostumbran mostrarse mediante fotografías en fiestas y reuniones donde los excesos sobran.
Los narcojuniors son impulsivos y desafiantes, incluso se atrevieron a lanzar amenazas contra el propio presidente de la República, después de la recaptura de su padre. Seguramente todo este orgullo, cinismo y prepotencia les ha llevado a pensar que pueden ser los nuevos líderes del cártel de Sinaloa.
No obstante, es bien sabido que desde la primer captura de JGL, quienes dirigen la organización son Ismael El Mayo Zambada –quien nunca ha pisado la cárcel– y Juan José Esparragoza, El Azul, sobre este último se han esparcido rumores de que está muerto, pero ninguna autoridad lo ha confirmado, incluso la DEA, el FBI y la PGR mantienen vigentes las recompensas ofrecidas por su captura. http://1.usa.gov/1oarUtr
Ismael Zambada y Juan José Esparragoza son reconocidos por el propio gobierno estadunidense como peacemaker: conciliadores, pues reportes de inteligencia indicaban que son quienes organizaban diferentes reuniones para acabar con las disputas violentas entre los cárteles de Sinaloa, de Juárez, de Tijuana y del Golfo. Son miembros de la última camada de los narcotraficantes de la vieja escuela, es decir, sencillos, discretos y moderadores, pero crueles y sanguinarios cuando se requiere.
De no establecer acuerdos en los próximos meses, se prevé que se dé inicio a una pugna interna entre los liderazgos de estas dos generaciones en el cártel de Sinaloa; esto y las guerras territoriales que libren en contra de otros cárteles en crecimiento, como el de Jalisco Nueva generación y Los Zetas, les haría aún más daño.
Porque como ya sucedió con la primera captura de la actual administración, tener a Joaquín Guzmán en cautiverio no tendrá mayor impacto, ya que su red criminal no sólo se mantuvo intacta, sino que su área de influencia creció, así lo reveló un documento de la DEA publicado en julio de 2015, pocos días después de la espectacular fuga del capo. En esta ocasión es fundamental que sean desmanteladas las estructuras de corrupción e impunidad que la organización conserva en México y alrededor del mundo. http://1.usa.gov/1RGq2n7
*Analista en temas de seguridad, justicia, política y educación.