n las pasadas dos semanas se ha producido un incremento en el número de naciones en las que se ha detectado la transmisión autóctona del virus zika. La región más afectada hasta ahora es la de América Latina y el Caribe (con excepción notable de Cuba, que cuenta con amplia experiencia en el combate al dengue). Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) siguen alertando a los viajeros que pretenden visitar las naciones afectadas. Los reportes sobre casos de microcefalia y del síndrome de Guillain-Barré, que se suponen asociados a la infección por este agente, también han ido en aumento. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha declarado que los casos de microcefalia y otros daños neurológicos atribuidos a la infección constituyen una emergencia de salud pública de importancia internacional. Brasil es una de las naciones más afectadas por el virus zika. Cuenta con un sistema de salud muy bien estructurado y competente que ha venido documentando con especial cuidado la evolución de la enfermedad y sus efectos.
Observar lo que sucede en ese país es hoy de gran importancia para todo el mundo y uno de los hechos que más llaman la atención es que los casos de microcefalia, es decir, de dimensiones reducidas del cráneo en fetos, nacidos vivos o productos de aborto, no se presentan de la misma manera en todo su territorio, sino están localizados en una región, y en particular en algunos estados.
De los casos que han sido investigados y confirmados (404 de un total de 4 mil 783 acumulados de 2015 a lo que va de 2016), 99.2 por ciento se concentra en la región Noreste de ese país, la mayoría en los estados de Pernanbuco, Bahia y Rio Grande da Norte. En otras zonas de aquella nación los reportes de microcefalia son muy escasos o inexistentes: dos en la región sureste, y ningún caso en las regiones norte, sur y centro oeste.
Suponiendo que existe un vínculo entre la infección con el virus zika y la microcefalia (algo que aún no está demostrado pero que ya llevó a la OMS a declarar la emergencia), la imagen anterior es de gran importancia, tanto desde el punto de vista sanitario como económico. En el primer aspecto, si bien es muy difícil el control del vector, en este caso los mosquitos de la especie Aedes, portadores del virus, la distribución geográfica sugiere que es posible librar la batalla específicamente en esas zonas y establecer algunas modalidades de cerco sanitario.
Desde el ángulo de la economía, las restricciones para viajar a las naciones afectadas se aprecian completamente irracionales, pues no sería el mismo riesgo ir a la hermosa Praia dos Carneiros en Pernambuco –a la que se puede ir con la protección adecuada– que a las playas de Río de Janeiro, donde no se ha reportado un solo caso. Además, Brasil será la sede de los Juegos Olímpicos, que comenzarán el próximo agosto, y la campañas para restringir los viajes a ese país pueden acarrear serios problemas financieros a los anfitriones (por cierto, un dato curioso que aparece en las advertencias de los CDC es que los viajeros además de ropa apropiada y repelentes, deben utilizar condón, pues es posible la transmisión sexual por parte de una pareja masculina; aunque no dicen que el primer caso de esta probable vía de transmisión ocurrió, no en Centro o Sudamérica, sino en Estados Unidos).
En México la información epidemiológica sobre el virus zika es de difícil acceso para la población (ni siquiera está en la lista de informes epidemiológicos semanales), aunque las autoridades sanitarias de nuestro país han reconocido la presencia del virus zika en nuestro territorio (con 19 casos reportados hasta la semana tres de 2016).
Pero hay un dato muy positivo, no sólo para enfrentar esta enfermedad y sus consecuencias en nuestro país, sino también para dirigir racionalmente todo el sistema de salud en México. Se trata del nombramiento del doctor José Narro Robles, ex rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, como secretario de Salud.