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Visita papal

‘‘Ni siquiera pálidamente se llegó a esbozar una cosa en ese sentido’’, asegura

Nadie ha pedido al Papa matizar o diluir sus planteamientos: Palacios

Sus mensajes son globales y parten de la buena fe, dice el embajador de México en el Vaticano

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Mariano Palacios en imagen de abril de 2013Foto Luis Humberto González
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El pontífice da la bendición durante la audiencia pública de ayer en la sede vaticanaFoto Luis Humberto González y Afp
 
Periódico La Jornada
Lunes 8 de febrero de 2016, p. 3

El embajador de México en el Vaticano, Mariano Palacios Alcocer, rechazó que el gobierno de Enrique Peña Nieto haya pedido al papa Francisco matizar o diluir sus planteamientos durante la próxima visita que hará al país. ‘‘Nunca en la mesa de discusión alguien, ni siquiera pálidamente, llegó a esbozar una cosa en ese sentido’’, puntualizó.

Representante ante la sede vaticana desde 2013, Palacios ha sido dirigente del PRI en dos ocasiones, gobernador de Querétaro, rector de la Universidad Autónoma de ese estado y secretario del Trabajo. Se le reconoce como el artífice de la reforma al artículo 130 constitucional, en 1992, que dio personalidad jurídica a la Iglesia.

Enseguida, un resumen de la entrevista con el también ex diputado y ex senador.

–¿Cómo se gestó la visita de Jorge Mario Bergoglio al país?

–Desde la toma de posesión del pontífice, el 19 de marzo de 2013, el presidente Peña lo invita a México. Esta invitación se la reitera en junio de 2014, cuando el mandatario hace una gira oficial al Vaticano y el Papa acepta. Por su lado, los obispos de la Conferencia del Episcopado Mexicano también le formularon una invitación durante su estancia en Roma, en mayo pasado. Finalmente, en octubre, se realizan los primeros contactos formales.

–¿Cuál es la importancia de este hecho?

–Se trata de una distinción particular, dado que el Papa decretó un año santo especial que se llama Año Jubilar de la Misericordia. Arrancó el 8 de enero de 2015 y concluirá el 20 de noviembre de 2016; tiene como propósito una reconciliación de los católicos invocando la misericordia divina para hacer frente a los problemas cotidianos de la sociedad mundial.

‘‘Siendo el Papa un actor político importante en la esfera internacional, un hombre que lucha por la paz, que condena el armamentismo y defiende los derechos humanos de los migrantes, su presencia en México es la de un líder religioso de alta autoridad moral, que también es un jefe de Estado y como tal será recibido.’’

–Seguramente en sus mensajes Francisco se referirá a temas como el narcotráfico, la migración. ¿Cómo debe tomar el gobierno esos pronunciamientos?

–El gobierno sabe que los planteamientos que realiza los hace a la luz de la doctrina social de la Iglesia. El Papa ha dicho que entiende que los gobiernos no pueden por sí mismos resolver la totalidad de los problemas y por ello ha hablado de un principio de corresponsabilidad para que cada quien en su ámbito de competencia haga una evaluación.

‘‘Los mensajes del pontífice tienen una cobertura global y parten de la buena fe. No llega, como él mismo lo ha dicho, con una varita mágica a resolver problemas, sino a alentar la unidad, el encuentro la esperanza, la conciliación y la concordia.’’

–¿Entonces no habría razón para que hubiera molestia en algún sector de la administración pública?

–Proviniendo de una persona con la representación de una de las iglesias más importantes del mundo, líder de opinión pública mundial, creo que a todos nos debe servir el planteamiento que haga para reflexionar y tomar aquello que cada quien considere que sí es aprovechable.

–Diversos analistas políticos han asegurado que el gobierno mexicano negocia con el Vaticano que durante su estancia en el país el Papa no se enfoque en temas políticos y su visita sea ‘‘color de rosa’’.

–Como testigo presencial y partícipe de todas las cosas que transitaban del Vaticano hacia México, o de México al Vaticano, puedo asegurar que en ningún momento se tocaron estos aspectos de matizar o diluir los planteamientos de la Iglesia o del jerarca religioso. Descalifico esos señalamientos, porque me consta que se hizo un trabajo de absoluto respeto. Es ingenuo suponer o imaginar que alguien condicione lo que diga o deje de decir el Papa –subraya.

–¿Por qué se ha enfatizado en el hecho de que el Francisco será recibido en Palacio Nacional?

–Su presencia ahí viene a cerrar un círculo donde el marco constitucional ha tenido una transformación importantísima de 1992 a la fecha. Durante mucho tiempo, el siglo XIX y buena parte del XX, vivimos momentos en la relación con el Vaticano que se caracterizaron por la tensión e incluso el conflicto. En otras ocasiones por la simulación y por una tolerancia al margen de los textos legales.

‘‘En esa época la Iglesia no existía como persona jurídica y había grandes restricciones para el ejercicio de las libertades religiosas. Con la reforma de 1992 estas cuestiones se subsanan, pero no completamente, porque el contenido de este derecho era más amplio que lo que en aquel momento logramos.

‘‘Sin embargo, ha habido un proceso gradual de mejoramiento. Hoy tenemos una Constitución avanzada en la materia y creo que es responsabilidad del Congreso dictar la ley reglamentaria del artículo 24 de la Carta Magna, donde haga explícitos los alcances, el contenido y la aplicabilidad de esta garantía fundamental. Por otro lado, Palacio Nacional representa el símbolo del poder civil en un Estado laico garante de la libertad religiosa.’’

–¿La presencia del pontífice en México abre la posibilidad de nuevas reformas?

–Lo que digo es que el marco constitucional mexicano en materia de libertad religiosa tiene un carácter más amplio que el de 1992; por tanto debe haber una nueva legislación que sustituya a la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público, misma que fue reglamentaria del texto de 92. Pero ello es independiente de la visita. Es una obligación del Congreso poner a tiempo en leyes generales las disposiciones de renovación constitucional adoptadas.

Palacios Alcocer dijo desconocer cuánto costará la visita, luego de subrayar que la relación de diálogo político con el Vaticano al más alto nivel se ha venido fortaleciendo por diversos elementos, entre ellos, que el secretario de Estado, Pietro Parolin, conoce muy bien al país, pues estuvo en la ahora Ciudad de México hace 23 años, cuando prácticamente le tocó participar en el proceso de reformas constitucionales de 1992.