Ante el alza de 17 por ciento en promedio del precio de los fertilizantes químicos, por la caída del peso frente al dólar, los biofertilizantes son opción económica para disminuir los costos de producción en el sector agrícola, dijo Marcel Morales Ibarra, director de la Biofábrica Siglo XXI.

La urea, principal producto que usan los productores agrícolas, se vende desde 7 mil pesos por tonelada en los estados del centro del país y llega a 12 mil pesos en Sinaloa, uno de los principales estados productores de maíz. En contraste, los biofertilizantes cuestan sólo 330 pesos por hectárea.

Los biofertilizantes son más económicos, pues representan sólo el 10 por ciento del costo de la fertilización química y son una opción más productiva porque pueden incrementar rendimientos; además son inocuos para el medio ambiente y ayudan a regenerar las condiciones del suelo, expuso el también colaborador con los institutos de investigación de la Universidad Nacional Autónoma de México y del Instituto Politécnico Nacional en la búsqueda de alternativas sustentables para la producción agrícola.

Dijo que fertilizar una hectárea de maíz con productos químicos representa 45 por ciento de los costos de producción agrícola. Son el insumo más caro y a la vez el más ineficiente, pues contribuye a la generación de gases efecto invernadero, contaminan y esterilizan suelos, mantos freáticos, mares, cuerpos de agua.

Su uso intensivo ha generado el deterioro de suelos, por lo que ahora sólo se aprovecha 20 por ciento de lo que se aplica, mientras el otro 80 por ciento no sólo se desperdicia, sino que contamina, y el resultado es una fertilización mediocre y altamente contaminante, abundó el especialista.

Marcel Morales subrayó en que en la actual coyuntura de volatilidad cambiaria los biofertilizantes, en forma natural, se convierten en una alternativa para reducir costos de producción.

Biofábrica Siglo XXI, explicó, es una empresa pionera en ese rubro, desde hace 10 años lanzó al mercado los biofertilizantes –productos que se elaboran con base en microorganismos, hongos y bacterias, que de manera natural se encuentran en el suelo–, los cuales empiezan a incluirse en los programas de la Secretaría de Agricultura (Sagarpa).