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Disyuntiva educativa
L

os lunes de cada semana han sido seleccionados para realizar el paseo educativo del titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP), días en los que acude a una escuela pública de educación básica y a una que otra particular. Su presencia en los planteles escolares, ha insistido el secretario Nuño, es con el propósito de acercarse a sus comunidades, conocerlas, escucharlas y ofrecer respuesta directa a sus necesidades. El secretario de Educación, regularmente es acompañado por un séquito de funcionarios, autoridades educativas, gubernamentales y periodistas que cubren la fuente de la SEP. Los alumnos y profesores de las escuelas visitadas se han convertido en público cautivo de los discursos que les endilga sobre la reforma educativa y los anuncios de programas que la SEP ha diseñado para avanzar en su imposición. Estos actos parecieran tener más visos de una campaña mediática para proyectar su imagen e impulsar las aspiraciones políticas del titular de la SEP, que un genuino acercamiento y conocimiento sobre las condiciones en las que estudian y laboran alumnos y maestros de los centros escolares.

En el marco del recorrido de los lunes, recientemente anunció el novedoso plan Escuela al Centro, como un elemento más para la concreción de la reforma educativa y para que ésta transite de los ordenamientos constitucionales y legales y hacerse realidad en la escuela y las aulas. El nuevo plan mediante el que se pretende transformar la escuela, constituye una reiteración de la forma en que se han aprobado todas las disposiciones y proyectos de la reforma: simplemente se anuncia como una determinación a la que deberán someterse los actores centrales del proceso educativo, sin que hubiese mediado consulta o participación alguna de los cientos de miles de docentes de las escuelas de educación básica o sus alumnos y padres de familia. Pero para su imposición pretenderán echar mano de amenazas y sanciones administrativas, medidas de coerción, despidos laborales, utilización de la fuerza pública y, de ser necesario, la militarización en su aplicación. Estos han sido los innovadores instrumentos pedagógicos usados para intentar decapitar la resistencia del movimiento magisterial opositor a la reforma; especialmente en relación con las evaluaciones persecutorias sobre su desempeño docente.

Frente a esta estrategia adoptada por el Estado y tras haber sido ignoradas y desechadas absolutamente todas las propuestas formuladas por los maestros sobre la reforma, el magisterio democrático agrupado en la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación ha lanzado la iniciativa para emprender un diálogo nacional por la educación, al que desde un inicio se han sumado y también convocado múltiples organizaciones sociales, sindicales, estudiantiles y populares; colectivos culturales y un nutrido grupo de intelectuales y académicos de diversas instituciones de educación superior. Se trata de un diálogo incluyente, democrático y plural, cuyo propósito central es construir colectivamente una nueva ruta para la transformación de la educación del país. Diálogo al que se llama a participar a ciudadanos y colectivos en defensa de la educación pública, herencia y patrimonio social y derecho colectivo de los mexicanos, que hoy se pretende arrebatar a través de las políticas y reformas educativas que el Estado y la oligarquía empresarial han impulsado.

El diálogo convocado es continuidad de las batallas que con decisión y reciedumbre ha librado el magisterio en defensa de la escuela pública, pero ahora esta es una batalla que se despliega en el campo de la ideas, la reflexión crítica y la elaboración de propuestas para transformar la educación, a partir de un proyecto alternativo de educación, construido desde y por todos los participantes en el diálogo.

Han expresado que este será un proyecto que recupere y se sustente en principios humanistas y contribuya a desarrollar integralmente todas las potencialidades y capacidades intelectuales y habilidades de los educandos, con una formación acorde con nuestra identidad histórica. Una educación que sea al mismo tiempo un ejercicio de liberación, como es inherente a toda verdadera educación, y un instrumento más de emancipación de la oprobiosa condición social a la que se ha sometido a la mayor parte del pueblo mexicano. Un proyecto que restituya los derechos laborales de los que han sido despojados los trabajadores de la educación y fortalezca la formación docente, a través de preservar la vigencia y centralidad del sistema de enseñanza normalista.

La convocatoria al diálogo es un reto para todos sus participantes y demostrar que somos capaces de conversar fructíferamente en un entorno de respeto a las diversas posiciones y la expresión de ideas, en el que prevalezca la tolerancia y el sentido unitario que reclama una tarea de esta magnitud y demostrar a los adversarios de siempre de los maestros y de la escuela pública, que es posible construir un proyecto autónomo para cambiar radicalmente el rumbo del desastre educativo al que lo han orillado los gobiernos y enemigos de la educación pública y que muy bien podemos, colectivamente, hacernos cargo por nuestra cuenta, del futuro educativo del país.

* Investigador del Instituto Mora