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China y Arabia Saudita estrechan vínculos
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El presidente de China, Xi Jinping, y el rey de Arabia Saudita, Salman bin Abdulaziz Al Saud, manifestaron ayer su gran preocupación por Siria y exigieron una rápida solución política para la convulsionada nación. China, como posible mediadora, desempeña un nuevo papel en Medio Oriente, ya que en su primer viaje a la región, Xi Jinping no sólo quiere allanar las tensiones entre Arabia Saudita e Irán, sino también sondear posibles vías para poner fin al conflicto sirio. En su encuentro, en Riad, el gobernante chino fue condecorado por el monarca sauditaFoto Xinhua
 
Periódico La Jornada
Jueves 21 de enero de 2016, p. 22

Riad

El presidente de china, Xi Jinping y el rey Salman de Arabia Saudita manifestaron este miércoles su gran preocupación sobre la grave situación en Siria y exigieron una solución política lo más rápida posible en la convulsionada nación.

China desempeña, como posible mediador, un nuevo papel en Medio Oriente, ya que en su primer viaje a la región, el jefe de Estado y partido, Xi Jinping, no sólo quiere allanar las tensiones entre Arabia Saudí e Irán, sino también sondear posibles vías para poner fin a la guerra en Siria.

La agencia oficial Xinhua dio cuenta de las declaraciones de Xi y el monarca en torno a la guerra en Siria, pero no hizo mención a la disputa entre Arabia Saudita, sunita, e Irán, chiíta, el gran adversario de Riad por la influencia regional.

China quiere mediar en el conflicto y poner de relieve así la responsabilidad de las dos grandes potencias en la seguridad regional, comentó Zhu Weilie, experto de Estudios Internacionales de la Universidad de Shanghai.

Los dos países, los mayores suministradores de petróleo del planeta, han tenido tradicionalmente buenas relaciones con China. Y por eso China tiene un interés especial en que se mantenga la paz y la estabilidad en Medio Oriente. China quiere animar a las dos partes a solucionar sus diferencias por la vía diplomática, señaló Zhu.

Desde Arabia Saudita, Xi Jinping viajó a Egipto antes de terminar su difícil viaje en Irán. China está entre dos frentes desde que Riad rompió sus relaciones diplomáticas con Teherán tras el asalto de su embajada en la capital iraní, en el marco de protestas de la población indignada por la ejecución del clérigo chiita Nimr al Nimr en Arabia Saudita.

En lugar de mantenerse alejada de los conflictos, como en el pasado, la China de Xi Jinping busca tener una mayor influencia en el nuevo orden mundial, ya sea en el sistema financiero global o en la arquitectura de seguridad mundial.

Para ello, China no sólo quiere hacer uso de su poder de veto en el Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas sino también de su presidencia de turno del G20 de los principales países industrializados y emergentes, cuyos jefes de Estado y gobierno se reunirán a comienzos de septiembre en la ciudad de Hangzhou, en el este de China.

En esa estrategia se enmarca también la idea de una nueva ruta de la seda con corredores económicos desde y hacia Europa. Arabia Saudita, Egipto e Irán son todos miembros fundadores del Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras (AIIB, por sus siglas en inglés) creado a iniciativa china, que comenzó a operar el pasado fin de semana.

De esta manera, la ampliación de las infraestructuras y el comercio, la apertura de nuevos mercados de venta y la cooperación tecnológica estarán también en la agenda de la gira de Xi Jinping.

Irán planea también construir dos centrales nucleares con ayuda china. Tras el levantamiento de las sanciones internacionales contra Irán -con la participación de China- al entrar en vigor el acuerdo nuclear, se abren ahora nuevas posibilidades para que las dos partes puedan ampliar su cooperación, tradicionalmente fuerte.

Nunca olvidamos a los amigos que permanecieron a nuestro lado también en los malos momentos, dijo el presidente iraní, Hasan Rohani, que el próximo fin de semana recibirá a Xi en Teherán.

Irán planea también en estos momentos aumentar sus exportaciones de petróleo, especialmente a China, algo que agudizará la guerra de precios global y que podría también afectar a Arabia Saudí, lo que complica aún más la misión de Xi Jinping en la región.