Enrique Galindo Fentanes, investigador de la UNAM, insta a impulsar la ciencia básica
A los microbios hay que cazarlos, pero también aprovecharlos
Las empresas basadas en la innovación y el conocimiento serán las que generen mayor riqueza, afirma el creador del primer biofungicida desarrollado en México
La divulgación, fundamental para que nuestro trabajo trascienda, señala el Premio Nacional de Ciencias y Artes 2015
Jueves 21 de enero de 2016, p. 2
El sueño de su infancia se hizo realidad. Cuando apenas estudiaba la secundaria, Enrique Galindo Fentanes (ciudad de México, 1957), hoy investigador del Instituto de Biotecnología (IBt) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), se trazó un objetivo: convertirse en cazador de microbios.
Su padre y su abuelo –también llamados Enrique– fueron fundamentales para que a temprana edad descubriera su vocación: sería científico.
El primero, ingeniero químico de profesión, le dio un regalo que le transformó la vida: Galindo Fentanes –recientemente condecorado con el Premio Nacional de Ciencias y Artes 2015 en la categoría de tecnología, innovación y diseño– cursaba la secundaria en Atlixco, Puebla, en los primeros años de la década de los 70 cuando su padre le obsequió el libro Los cazadores de microbios, de Paul de Kruif, en el que se relata, de forma novelada, la vida de varios pioneros de la microbiología, como Antony van Leeuwenhoek y Louis Pasteur.
“Me enamoré de ese libro al grado de que cuando alguien me preguntaba ‘¿qué quieres ser de grande?’, respondía: ‘un cazador de microbios’. Y, bueno, de alguna manera se cumplió, porque parte de mi trabajo de investigador tiene que ver con esos entes, a los que no sólo cazo, sino que hay que entender, domesticarlos y sacarles el mejor provecho para generar productos útiles”, narra en entrevista con La Jornada en las instalaciones del IBt, con sede en Cuernavaca, Morelos.
Bioprocesos
El científico universitario, con 35 años de trayectoria en el IBt y miembro nivel III del Sistema Nacional de Investigadores, ha centrado su trabajo en el área de la ingeniería y tecnología de bioprocesos, con énfasis particular en la innovación tecnológica para la industria agroalimentaria. Es autor de siete patentes que ya han sido otorgadas y ha participado en el desarrollo de cuatro procesos biotecnológicos que han sido transferidos a sus usuarios.
Su proyecto más comercial
, como él lo define, es crear e introducir en el mercado (en 2012) el primer biofungicida totalmente desarrollado en México llamado Fungifree AB, el cual cuenta con registro para evitar tres enfermedades causadas por hongos en 20 diferentes cultivos, además de que recientemente se le concedió el registro orgánico OMRI, que permite que sea usado en plantíos orgánicos.
Junto con su equipo de investigación y colegas del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo de Culiacán, Sinaloa, hace 15 años comenzó a trabajar en el desarrollo del biofungicida. Los productores de mango tenían un problema: la cosecha presentaba antracnosis (enfermedad causada por un hongo que genera manchas en ese y otros frutos) y no podían exportarla. Si usaban algún fungicida para controlarlo, conseguían cultivos de mayor calidad, pero tampoco podían comercializarlos a escala internacional por el uso de químicos
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Fue entonces que la ciencia entró al rescate. Los investigadores trabajaron 12 años para hacer que una bacteria que vive en las propias plantas controlara esa enfermedad y con ello favorecer la exportación del mango mexicano. Gracias a ese desarrollo los científicos crearon una microempresa llamada Agro&biotécnica, la cual emplea en la actualidad a cuatro personas con altos grados académicos; la intención es que todos sus trabajadores tengan grado de doctor.
Galindo Fentanes creció y estudió en Puebla; sus primeros tres años de formación académica fueron en una primaria rural federal. Es licenciado en ingeniería química por la Universidad Autónoma de Puebla. Tiene una maestría en investigación biomédica básica y un doctorado en biotecnología, ambos por la UNAM. Realizó una estancia posdoctoral en la Universidad de Birmingham, Inglaterra, y una de investigación en el Politécnico de Zúrich, Suiza.
Enfatiza que si bien la ciencia aplicada genera productos que son benéficos para la sociedad, no se puede dejar de lado la ciencia básica, por lo que exhorta a dar un mayor impulso a todas las áreas de este sector, desde el conocimiento básico hasta la innovación. Y destaca que en el presente las empresas basadas en innovación y conocimiento serán las que generen la riqueza.
En el país tenemos empresas que basan su éxito económico en el comercio, no hay una apuesta por la innovación, es más bien un sector industrial abarrotero que hace negocio con lo que otros hacen. Yo digo que el verdadero negocio es vender lo que uno hace y el producto debe tener un alto valor agregado. Es ahí donde la ciencia y la tecnología desempeñan un papel importante.
Amante de la literatura y de la astronomía –por su cabeza pasó la idea de ser estudiar esa carrera–, Galindo afirma que la ciencia mexicana está al nivel de la que se hace en países desarrollados. Sin embargo, lamenta que la cifra de científicos sea aún muy baja.
Otra de las causas por las que a la ciencia no se le da la importancia que merece en el país es porque no ha sido apropiada por la población. En ese sentido es fundamental la divulgación científica. Nuestro trabajo trascenderá cuando seamos capaces de transmitir lo que hacemos a nuestras abuelitas.
Para el científico, ser condecorado con el Premio Nacional de Ciencias y Artes no es un logro personal, sino de todo su equipo de investigación, del IBt (que ya tiene siete premios nacionales), de la UNAM y de la biotecnología. Especial mención merece durante la entrevista su esposa, a quien llama la coautora anónima de todos mis trabajos
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