e trata de una pregunta que debiéramos hacernos todos los mexicanos conscientes de los problemas sociales que enfrenta nuestro país, bien sea que habitemos en la ciudad de México o bien en alguna otra parte de su territorio, tomando en cuenta que nuestra economía está vinculada estrechamente con los precios internacionales del petróleo, lo cual representa sin duda un grave problema económico sin que el gobierno haya presentado una propuesta para superarlo.
¿Cuál es la razón de este nuevo aeropuerto, tan sólo a unos cuantos años de la terminación de la millonaria terminal 2 del aeropuerto actual, mientras los presupuestos de salud y educación vienen sufriendo recortes y reducciones ante la falta de recursos económicos para financiar el gasto público? La respuesta oficial la conocemos ya: El México moderno depende de la aviación comercial y el aeropuerto actual está visiblemente saturado
. Esto es cierto a primera vista; sin embargo, nadie nos dice que ello se debe a la quiebra fraudulenta de Mexicana de Aviación, que tuvo como motivación y consecuencia la compraventa de las rutas de dicha empresa por el resto de las aerolíneas nacionales, que abandonaron las rutas periféricas que tenían asignadas, en busca de mayores ganancias.
De esta manera, lo que hace unos años era un viaje de Veracruz a Minatitlán, por dar un ejemplo, hoy requiere de dos vuelos: uno de Veracruz al Distrito Federal y otro del Distrito Federal a Minatitlán. Esto se repite con casi todos los orígenes y destinos nacionales, generando un enorme negocio para las líneas de aviación en detrimento del público, que para transportarse de un lugar a otro hoy debe pagar dos boletos en lugar de uno, así como una visita innecesaria al aeropuerto capitalino. ¿Cuál es la cifra de pasajeros visitantes y de ascensos y descensos en la ciudad de México que podríamos ahorrar con un esquema de vuelos más racional? Lejos de contar con un modelo moderno de operación de las líneas aéreas, el gobierno ha seguido una política torpe, que beneficia a las aerolíneas, pero afecta el desarrollo económico nacional, causando como efecto secundario la saturación de los aeropuertos de México, Guadalajara y Monterrey. Lejos de resolver este problema, el nuevo aeropuerto no hará otra cosa que agudizarlo y, desde luego, incrementar las utilidades de las aerolíneas.
Pero ese no será el único efecto negativo de esta obra. Uno mayor que el actual gobierno pareciera no tener la capacidad para comprender es el impacto demográfico que esta construcción tendrá para la capital. Cuando el actual aeropuerto capitalino fue puesto en operación, en 1953, la ciudad de México contaba con una población un poco mayor a 2 millones de habitantes; para 1960 su crecimiento la había llevado a más de 6 millones. El crecimiento demográfico de la ciudad se convirtió en uno de los mayores problemas nacionales, y fueron necesarios varios gobiernos y programas para reducir su tasa de crecimiento. Los análisis que se hicieron encontraron que el efecto que tenía para las empresas el estar en una ciudad bien conectada por vía aérea llevó a la concentración de negocios y plantas industriales en esta ciudad, en virtud de las ventajas que ofrecían las comunicaciones aéreas a las empresas. ¿Existe algún estudio del Inegi para medir el impacto demográfico que tendrá para la capital el nuevo aeropuerto? O es que el crecimiento de la ciudad lo consideren un problema menor. ¿Cuál es el riesgo real de un incremento de otros 15 o 20 millones de habitantes a consecuencia del proyecto? Nada de esto nos ha sido informado.
Por otra parte, la propensión de los funcionarios del actual gobierno por realizar proyectos que representen grandes contratos y negocios para sus amigos es una historia conocida desde los tiempos en que ejercían el poder en el estado de México. De hecho, el proyecto de construir un nuevo aeropuerto para la capital data de esos años, y no es otro que el que entonces causó el descontento y las protestas de amplios sectores de la población; en aquellos años en que San Salvador Atenco se convirtió en símbolo de la lucha popular contra la imposición represiva del gobierno, terminando por imponer la razón a la violencia y a la represión del estado. Hecho olvidado por Peña Nieto cuando visitó la Universidad Iberoamericana y estuvo a punto de perder la Presidencia ante el embate viral que su discurso causó en los jóvenes del movimiento estudiantil Yo soy 132.
¿Cuál es finalmente la razón del interés enfermizo por construir este aeropuerto? ¿Qué representa para ese grupo que manejaba el gobierno del estado de México? ¿Es realmente un interés por la modernización del país? En aquellos años eso no quedaba claro, pero hoy, después de las elecciones de 2012, sí que lo es. El grupo necesitaba entonces contratos que poder inflar y entregar a empresas españolas, para que éstas les financiaran la compra de la Presidencia mediante los famosos monederos de Monex y Soriana. ¿Se trata de repetir la historia para 2018 con este suntuoso proyecto para un país con 50 millones de personas en la miseria? Permitir la construcción del nuevo aeropuerto equivale a darles carta blanca para volver a comprar la Presidencia en 2018 y continuar saqueando al país.
Hoy debemos dar esta batalla, pues todavía hay tiempo para ello: impidamos que los recursos de la nación se utilicen en esta construcción innecesaria. Es tiempo de pedir cuentas al gobierno, en lugar de seguir engañados con las mentiras que han caracterizado a Enrique Peña Nieto y a su administración. En La Jornada hemos abierto una consulta nacional sobre este tema. ¿Qué sucedería si en ella un millón de ciudadanos y ciudadanas definieran su posición contraria a la realización de este proyecto? No se necesita ser clarividente para afirmar que al ser conscientes de nuestro pensamiento colectivo, el pueblo de México volvería a externar su repudio, como hizo hace una década en San Salvador Atenco, porque esta es la fuerza que es posible lograr con el conocimiento que hoy nos empieza a dar esta forma de lucha social totalmente alineada con nuestra Constitución, que dice a la letra del artículo 39: “La soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste…” En los próximos días La Jornada colocará una nueva consulta para conocer la opinión del pueblo en torno a los niveles de seguridad que se perciben en el territorio nacional y abrirá una sección de comentarios en torno a las consultas para responder las inquietudes de nuestros lectores.
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