Pekín.

El día de Navidad, Pekín se levantó bajo una inmensa capa blanca, no de nieve sino de contaminación, que recubría las calles y desdibujaba los edificios, una espesa niebla contaminante.

El fuerte esmog volvió a cubrir ayer la capital y otras ciudades del norte de China. En Pekín se registró un peligroso nivel de partículas dañinas en el aire superior a 500 microgramos por metro cúbico, más de 20 veces el nivel máximo recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Pese a la niebla con el agrio olor del carbón que reducía la visibilidad a mucho más de una centena de metros, las autoridades de Pekín no decretaron nuevamente una alerta roja (el nivel máximo) de contaminación atmosférica, como ya hizo en dos ocasiones este mes, lo que tuvo como consecuencia restricciones en el tránsito vehícular y el cierre de fábricas y escuelas.

Se espera que un fuerte viento que llega del norte arrastre la contaminación este sábado.

En el norte del país llevan también sufriendo una elevada contaminación desde hace días, con alertas de diverso nivel por esmog en unas 50 ciudades, según la agencia de noticias Xinhua.

En los meses de invierno, cuando es habitual hacer funcionar la calefacción con carbón, no es raro un nivel de contaminación alto.

Sin embargo, los pequineses viven esa situación durante periodos muy largos de tiempo. Por ejemplo, según cifras oficiales, en noviembre hubo 23 días con contaminación alta en la ciudad, y en diciembre van 20 hasta el momento.

En octubre la organización Greenpeace había saludado una mejora en la calidad del aire en la capital de 15 por ciento en los primeros nueve meses del año.

Las autoridades de Pekín sólo emitieron ayer una alerta amarilla por la grave contaminación. El jueves se emitió una alerta azul.

China aplica un sistema de alertas meteorológicas codificadas en cuatro colores, según las condiciones atmosféricas. El color rojo es el más grave, seguido por el naranja, el amarillo y el azul.

El Comité de Educación de la capital china divulgó un aviso urgente pidiendo a guarderías, escuelas de primaria y secundaria que evitaran las actividades al aire libre.

La circulación fue interrumpida en algunas carreteras periféricas y se cancelaron más de 500 vuelos nacionales e internacionales, según el aeropuerto principal.

“Un día o dos al año podría resignarme. ¡Pero la ciudad se ve afectada todos los días! ¿Esta es la ‘nueva normalidad’?”, se quejaba un internauta, en referencia a un eslogan gubernamental.

La contaminación se intensificó a causa de la enorme utilización de carbón para la producción de electricidad durante el invierno y por las emisiones nocivas de las regiones industriales que rodean Pekín.