esde hace más de 30 años se ha señalado que los combustibles fósiles, como el petróleo, el gas, el carbón o el uranio, se van a acabar. Y de hecho ya entramos en la época en que la producción mundial de petróleo empezó a disminuir. En México, ya lo hemos visto en la práctica, dado que ha bajado la producción en más de un millón de barriles diarios, aunado a los bajos precios del petróleo. Hasta ahora las reservas de los tres tipos: probadas, probables y posibles, con el nivel de consumo actual durarán 45 años, es decir, en el escenario de mantener el uso que se tiene ahora.
Sin embargo, a finales del siglo pasado un nuevo fenómeno empezó a preocupar al mundo que es el cambio climático global que amenaza con subir la temperatura del planeta de dos a cuatro grados centígrados y elevar el nivel del agua del mar de 40 a 60 centímetros, situación provocada fundamentalmente por la quema de combustibles fósiles.
A partir de ambos fenómenos: que nuestro petróleo y gas se van a agotar y que su consumo es el principal causante de la modificación artificial del clima, se propuso que todos los países mostraran su compromiso para utilizar las fuentes renovables de energía, lo que quiere decir: las fuentes de energía que no se van a terminar, en las que los combustibles no nos cuestan nada y además no contaminan el ambiente (o lo perjudican muy poco). Éstas son: la solar, la del viento o eólica, la que proviene del agua caliente y vapor del fondo de la Tierra o geotérmica, la de la biomasa, por ejemplo, la leña y la energía hidráulica, es decir, la energía mecánica (potencial y cinética de los ríos), que se obtiene a través de las centrales hidroeléctricas.
El compromiso que hizo inicialmente México es que para 2025 se iba a tener 35 por ciento de su generación eléctrica, utilizando fuentes renovables.
Pero, ¡oh, sorpresa!, de repente se cambió el uso de fuentes renovables de energía por energías limpias
. Y, entonces, lo primero que uno se pregunta es qué son estas últimas. Resulta que, entre otras, están las centrales de cogeneración eficiente, que emplean gas natural. Éste también es un combustible fósil y contamina entre 25 y 30 por ciento menos que las gasolinas, pero también contamina y se va a acabar, porque no es una fuente renovable de energía. Además está la energía nuclear.
Hasta 2014, según cifras de la Secretaría de Energía, se tenía una generación limpia
de energía hidráulica de 12,428 MW, de eólica de 2,036 MW, de energía solar de 56 MW, de bioenergía de 180 MW y de energía nuclear de 1,400 MW. Lo que tampoco se dijo es que la energía nuclear no es limpia, porque produce desechos radiactivos que pueden potencialmente afectar a la vida, como se ha visto con los accidentes nucleares de Chernobyl y Fokushima. Ese total, representa 25.9 por ciento de energías limpias
, de las cuales si quitamos la nuclear y la hidráulica nos quedan en realidad 4.7 por ciento de energías renovables en el año pasado.
Pero como queremos ser optimistas nos acercamos a los planes de la Secretaría de Energía de 2015 a 2029 y nos llevamos una gran sorpresa. En primer lugar, el porcentaje total de plantas solares y geotérmicas será de 1.5 y 2 por ciento, respectivamente, ¡en los próximos 14 años! Así que no existe un compromiso del gobierno con la reforma energética de construir grandes plantas de energía fotovoltaica o termosolar, como lo está haciendo Estados Unidos con su planta Topaz Solar Farm de 550 MW. En el caso de la energía eólica, se tendrá según dicho plan 11.1 por ciento. ¿Por qué no se está haciendo lo mismo con la energía solar? La ahora llamada bioenergía tendrá 0.2 por ciento de participación. La participación de plantas de cogeneración eficiente será de 7,533 MW y de energía nuclear de 3,850 MW que se planean hacer en Veracruz, con lo que se alcanzaría 39 por ciento de energías limpias
.
Y la gran pregunta es ¿por qué no generamos electricidad con energías renovables al ciento por ciento? Con los planes actuales para 2029 será sólo de 15 por ciento sin contar la hidráulica (y 29 por ciento si la contamos).
*Instituto de Energías Renovables, UNAM Temixco, Morelos
