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Ver día anteriorLunes 14 de diciembre de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Conflicto magisterial: distorsionado y sin solución
E

l gobierno de la República ha convertido al llamado conflicto magisterial, que ya dura un sinfín de meses y años, en un enredo perfectamente mal concebido y ejecutado. Por supuesto que, entre tanto, la derecha pone toda su carne crítica en el asador y emprende con perfecta mala fe la publicidad contra los maestros, sobre todo de la CNTE (no del SNTE, lo cual parece imposible después de la detención de Elba Esther Gordillo, que más parece una detención preventiva para impedir que ella participe en el conflicto, eso sí con todas las razones judiciales que se quieran ver por sus negros antecedentes políticos y aun del otro lado del Código Penal).

Pero diría yo, con plena convicción, que fue el novísimo rector de la UNAM, Enrique Graue, quien primero le puso el cascabel al gato de manera clara al decir, en una entrevista previa a su primera reunión con el Consejo Universitario, que la reforma en materia de instrucción académica impulsada por el gobierno de Enrique Peña Nieto en los hechos no es una reforma educativa, sino que se trata de modificaciones en algunos procesos administrativos para el sector. Añadiendo: Tengo mi punto de vista sobre la reforma educativa; es un primer paso, pero no es una reforma educativa; hasta este momento es una reforma en la forma de contratación de los profesores y evaluación de ellos, esperamos ver la verdadera reforma educativa pronto. ¿Qué faltaría?, se le preguntó. Reformar la educación: modelos educativos, contenidos, materias, eso es una verdadera reforma educativa y está por verse. Es el paso que sigue, respondió.

Estas palabras, que no podían ser más sintéticas, son reveladoras de distintas cuestiones: primero, del certero juicio político del rector Graue, lo cual sin duda enorgullece a los universitarios. Segundo, muestra que el nuevo rector no tiene pelos en la lengua y que es capaz de expresar lo que piensa sin dobleces ni malos cálculos políticos que le permitirían quedar bien o congraciarse con los de arriba, en este caso el mismo Presidente de la República.

Naturalmente, para los universitarios que no teníamos la suerte de conocer personalmente al doctor Graue su declaración sobre la famosa reforma educativa, que abarrota la vida política del país, ha costado ya cuando menos a un secretario de Estado en la materia y una vida humana en Chiapas, además de un muy importante número de días de suspensión escolar y un sinfín de enfrentamientos políticos entre muy distintos sectores, y que se ha convertido en cuestión particularmente enconada hasta el punto de que pudiera ser definitoria del sexenio de Peña Nieto. Pero hay que decir también que fue definida y puesta en su justa proporción, en unas cuantas frases, precisamente por el rector de la UNAM. Honor a quien honor merece, y justa admiración a su autor.

Pero además, vinculado a lo anterior, el rector Graue revela directa e indirectamente, a mi entender, algunas cuestiones de la mayor importancia política para el país entero y sus dirigentes. Primera, una de dos, la superficialidad lamentable con que el gobierno ha tratado y formulado lo que sostiene es una de sus apuestas centrales de conducción política: mejorar la educación en el país, reformarla. Por supuesto que la inmensa mayoría de los mexicanos estamos de acuerdo con esa necesidad urgente para México. Resulta entonces lamentable que, precisamente tratándose de un aspecto central de su programa de gobierno, las altas autoridades no acierten a presentarlo al país en todas sus dimensiones, sino sólo en algunas, de carácter laboral y administrativo, que de antemano podía sospecharse que serían las más discutibles de hacer pasar políticamente. Es decir, por descuido, falta de análisis o reflexión, y falta de previsión, la llamada reforma educativa está a punto de naufragar, haciendo naufragar por un buen tiempo otros aspectos centrales para el desarrollo de México.

Y peor: el gobierno y los responsables directos de la reforma educativa, en todos estos meses y años, no han dicho una palabra sobre la real sustancia de la misma, y se han limitado a enfocar sus baterías en la cuestión de la evaluación del profesorado, aspecto que es sin duda importante, pero que ni de lejos puede constituir el meollo o la esencia de una verdadera reforme educativa. Dicho de otro modo, el gobierno de la República, por descuido o negligencia, se ha olvidado de presentar a la sociedad mexicana los aspectos que más importarían de una verdadera reforma educativa: la sustancia, los modelos académicos, las materias, propiamente la transformación de lo que ocurre en las aulas de las escuelas del país. Y eso no ha podido o no ha querido aun ni mencionarlo o en verdad tratarlo.

La pregunta de muchos es: ¿cómo, con qué elementos va a discutirse la reforma educativa si el gobierno y las autoridades respectivas los mantienen ocultos, prácticamente en el secreto? Por desgracia tal es la situación que vivimos al tratar esta cuestión decisiva de la vida mexicana, decisiva también para el gobierno de Enrique Peña Nieto. La ampliación de este problema, que no sería tan difícil, es decir, su multiplicación en diferentes ámbitos de la vida nacional, probablemente alcanzaría para explicar y aun justificar la caída de la popularidad del actual Presidente, ya en 15 por ciento, según encuestas recientes.

Deseo subrayarlo más: la cuestión, hasta el momento, no es que se pueda discutir una verdadera iniciativa de reforma educativa porque en rigor el gobierno no ha elaborado una propiamente dicha, una reforma educativa digna de ese nombre, sino que apenas ha tocado algunos aspectos de la misma que se refieren al modo de contratación del profesorado en sus puestos de trabajo, lo cual sería apenas un punto de la tal reforma, aspectos administrativos o laborales de la misma, que no se refieren propiamente al contenido de la enseñanza, a la relación entre los conocimientos que se imparten en el aula y su aprendizaje por quienes asisten a la misma. Faltaría lo fundamental de una reforma educativa: la manera en que se imparten conocimientos dentro y fuera del aula y la manera en que se reciben y asimilan esos conocimientos. Me parece que debe insistirse en esta cuestión que es la fundamental y que las autoridades han dejado de lado.

Tal es la situación real de México en el aspecto de la reforma educativa, también reveladora de una característica del actual gobierno, que ha exhibido en el caso su real dimensión de superficialidad e incluso de ánimo autoritario que ya muchos han puesto de relieve.