l poeta palestino Ashraf Fayad acaba de ser condenado a muerte por Arabia Saudita acusado de apostasía de la religión musulmana a causa de algunos de sus poemas, en los cuales habría incitado al ateísmo. Amenaza de muerte que debe tomarse en serio, pues, como ya lo ha demostrado, en ese país se permite aplicar la pena capital, así como penas corporales y mutilaciones físicas.
En 2014 Ashraf Fayad había sido condenado a sufrir 800 flagelaciones y encarcelamiento. Pudo salvarse de estas penas pidiendo perdón y negando el lado blasfematorio de sus poemas.
No habiendo podido encontrar traza alguna de blasfemias en un libro de poemas publicado hace 10 años, el tribunal que ahora lo condena a muerte acusa a Fayad de haber lanzado propósitos contra Dios y contra el reino. Acusación que reposa en un solo testimonio. Privado de su pieza de identidad, el poeta no puede recurrir a un abogado.
País dominado por una familia, donde se violan de manera cotidiana los derechos humanos, Arabia Saudita es un aliado predilecto de Occidente y, en particular, de Francia y de Estados Unidos. Los negocios (venta de armas y aviones) con la república francesa parecen pesar más en la balanza que los derechos humanos. Se sabe, sin embargo, que Arabia Saudita apoya a los grupos islámicos terroristas que Occidente pretende combatir.
La amenaza mortal que pesa sobre Ashraf Fayad ha hecho movilizarse en Francia, al llamado del Pen Club francés, a casi 300 mil firmantes de la petición para salvarle la vida. Una próxima reunión tendrá lugar en La Maison de la Poésie el 14 de diciembre. Petición ya lanzada en Italia y España, y que, desde luego, ya firmé.
Aprovecho este espacio en La Jornada para señalar el sitio electrónico que reúne las firmas de apoyo a la petición.
Guardar silencio es convertirse en cómplice de un crimen. Será inútil, después, llorar sobre el cadáver de una víctima que acaso hubiese podido ser salvada gracias a la presión de todos y cada uno. Las lágrimas y homenajes póstumos no devolverán la vida a Federico García Lorca y a tantos otros. Si cada persona puede firmar esta petición, ya enviada a Laurent Fabius, ministro de Asuntos Extranjeros de Francia, el gobierno mexicano tiene la posibilidad de tomar una posición que lo engrandecería en la escena iternacional.
Defender a Ashraf Fayad es rebelarse contra la amenaza que las fuerzas más retrógradas de la Historia actual hacen pesar sobre la libertad de la poesía. Y la poesía es nuestra capacidad de respirar. Asfixiarla es dejarnos asfixiar. Pero, para existir, a la poesía le es indispensable un espacio de libertad. Dejar suprimir ese espacio es dejar asesinarla antes de poder brotar.