Dibujo con el mismo barro, responde el ceramista Gustavo Pérez cuando se le pregunta cómo trabaja.

En su taller de Zoncuantla, en Coatepec, Veracruz, hay miles de piezas de cinco y 10 centímetros que no desecha, pues son sus apuntes. Las conserva porque desde luego muchísimas no las llego a realizar en formato mayor. En sentido estricto no son bocetos, sino parte de un juego y una experimentación que son como los momentos de preparación rumbo a una pieza más grande; las hago al mismo tiempo que una pieza mayor.

Los restos de barro, explica, lo que corto a la forma torneada, los moldeó como sea, sin fijarme mucho; de manera casi inconsciente aparecen otras ideas. Este bocetar se hace con el mismo barro; es lo más rápido para mí.

Buscar con el señuelo de la novedad no hace falta ni vale la pena, porque lo original se vincula más bien con la honestidad, la autenticidad del momento creativo, expresa Pérez (DF, 1950), quien exhibe obra reciente en Juego abierto, en la Galería Juan Martín.

Son piezas representativas de varias series, cuyos temas ha desarrollado desde su muestra en Estación Indianilla, en 2012.

El laberinto, pieza que adorna la invitación, que jamás había hecho, tiene que ver con ruina, arquitectura, desierto, un poco con Paquimé. Esta idea de espacios habitables que podrían ser maquetas para escultura monumental. No es que la vaya a hacer, pero los veo como proyectos factibles. Me sugieren que a los niños les gustaría la posibilidad de meterse por esos huecos.

La experimentación, el juego y la investigación caracterizan la producción del ceramista. Toda la obra de la exposición es torneada, con la enorme variedad de resultados que el torno permite. Todo sale de una forma cilíndrica. Es parte de esta investigación, de ese juego que realizo desde hace tanto tiempo. Y, con la evidencia para mí de que estas variaciones, este desarrollo de temas, es absolutamente inagotable porque cada rama por la que me voy, se ramifica en otras y en otras y en otras. Entonces, primero me voy a agotar que los temas.

–¿Cómo ve el panorama de la cerámica en México?

–La apreciación por la cerámica en México es algo que crece, es una atención cada vez mayor del público. No es que la cerámica tenga ya la atención con la que cuentan la pintura, la escultura y otros materiales, pero desde luego, como ya lo he dicho, jamás me ha gustado la posición de quejarse de lo poco que la cerámica es atendida. Eso no me interesa.

La cerámica me importa tanto y creo que el público más bien necesita descubrir lo importante que es el material y el oficio para darle su valor.

Juego abierto, de Gustavo Pérez, concluye hoy en la Galería Juan Martín (Dickens 33-B, colonia Polanco).