Alianzas: malabares infructuosos
Candidaturas PRD-PAN
Levy, Shopultepec: mentiras
Chertorivski, el todopoderoso
inguna de las alianzas partidistas concertadas seis años atrás produjo cambios positivos en los estados adonde llegaron gobernadores presuntamente potenciados por las alternancias de siglas. El diagnóstico negativo puede ser extendido a otros periodos y entidades (baste recordar, a vuelo de pájaro, las administraciones de Pablo Salazar o de Juan Sabines en Chiapas, o de Ángel Aguirre Rivero en Guerrero, apoyado por el PRD, pero de facto por el PAN).
Tres fueron esos gobiernos ganados
en alianza por la oposición
conformada por el sol azteca y el partido de derecha confesa. El generador de mayores expectativas, Gabino Cué, resultó un fiasco, con todo y que el desastre dejado en Oaxaca por Ulises Ruiz (corrupción y represión al tope) creaba una gran oportunidad de contraste. En Sinaloa, la figura sencilla de Mario Valdez, llamado Malova, en nada modificó de fondo la realidad de una entidad dominada por el narcotráfico. Rafael Moreno Valle, llamado el Góber Bala, ha manejado a Puebla con mano represiva, favoreciendo grupos empresariales amigos y gastando el presupuesto en sus ensueños presidenciales a nombre del PAN.
Y, sin embargo, la nueva administración del PRD, con Agustín Basave Benítez al frente (desde un principio proclive a las alianzas con el PAN), está en pláticas para cerrar nuevos tratos tácticos que le permitan enfrentar al PRI, que desde ahora está flanqueado por el Verde Delictivo y el Panal ya sin Gordillo. El propio Cuauhtémoc Cárdenas, antaño reputado como guía moral del partido que fundó y dirigió, ha dicho lo aberrante que le parecen alianzas con personajes como el veracruzano Miguel Ángel Yunes, antes priísta y ahora panista, pero nunca cercano a posiciones progresistas.
Como seis años atrás, los resultados electorales podrán ser pragmáticamente positivos mediante estas alianzas entre PRD y PAN, pero esa búsqueda frívola de la ganancia numérica inmediata de nada ayuda a las transformaciones reales que urgen al país. Simples malabares de oportunidad, con el pretexto de que sólo así se podrá enfrentar
al priísmo amenazante.
El ex embajador de México en China Jorge Guajardo dijo al columnista Salvador Camarena que Simón Levy Dabbah, el principal impulsor formal del impugnado proyecto del corredor comercial Chapultepec, es un mentiroso compulsivo
(http://goo.gl/wJShL2), de tal manera que, cuando era promotor turístico del gobierno de Marcelo Ebrard, nos dio unos dolores de cabeza terribles, lo que decía eran puras y llanas mentiras
. El propio Guajardo tiene su historia: fue disparado a las alturas diplomáticas por Felipe Calderón, quien lo envió con la representación mexicana a Pekín, apenas con el antecedente de haber sido cónsul en Austin, Texas, durante el gobierno de Vicente Fox.
Más allá del contexto político y partidista de las desavenencias entre un embajador calderonista y un funcionario ebrardista (peleando por la instalación de una réplica del Ángel de la Independencia en suelo oriental, lo cual daría al gobierno capitalino un brillo mediático que el federal pretendía evitar o limitar), resulta muy ilustrativo el intercambio tuitero que sostuvieron ambos personajes. En lugar de rebatir con mesura y calidad las opiniones negativas del mencionado ex embajador, Levy arremetió personalmente contra el ex diplomático, criticando que no hable mandarín, sugiriendo que el gobierno chino no lo deja entrar al país, hablando de sus yates
e incluso preguntándole: o les platicamos tus visitas a los antros de Shanghai? Mostramos tus fotos? Te late?
Guajardo, ha de decirse, mantuvo una postura de disposición al debate de ideas, convocando a que Levy publique las presuntas fotos comprometedoras, e incluso planteando: ¿cuál vendría siendo mi cola? Favor de sacarla a la luz para que la gente lo sepa y me condene debidamente
.
Un talante sin equilibrio ni prudencia, dado a golpes bajos hasta ahora sin sustento o comprobación, como el mostrado en este episodio tuitero por Levy, director general de la Agencia de Inversión Social y Desarrollo para la Ciudad de México (ProCDMX), y principal promotor del gran negocio denominado Shopultepec, hace preguntarse si son ánimos genuinos de consulta ciudadana los que mueven al gobierno de Miguel Ángel Mancera, o el ejercicio de este domingo está concebido solamente como una mascarada para imponer resultados mediante manipulaciones compulsivas
.
Levy (llegado al equipo de Ebrard por la vía de Alejandra Barrales, entonces secretaria de turismo del GDF, y específicamente mediante el Fondo Mixto de Promoción Turística que dirigió Leticia Varela) forma parte del grupo tecnocrático cuya cabeza es el todopoderoso secretario de Desarrollo Económico del gobierno capitalino, Salomón Chestorivski Woldenberg (fue secretario de Salud con Felipe Calderón), quien ha definido cambios del gabinete mancerista y constituye un enlace con grupos empresariales poderosos y comunidades influyentes, con la vista y el bolsillo atentos al financiamiento de la próxima campaña presidencial, en la que Miguel Ángel Mancera cree que participará de una u otra manera. En ese contexto, se manifiestan activamente ciudadanos capitalinos convencidos de que tras las aparentes bondades turísticas y culturales de ese corredor lo que hay es una voracidad mercantil que pretende quedarse por décadas con bienes públicos sin beneficio real para la comunidad.
Y, mientras los senadores se deciden a rechazar las listas de aspirantes a la Corte enviadas por Peña Nieto, y obligar a éste a confeccionar otras con mejor calidad de la mostrada hasta ahora, ¡hasta mañana, con Elías Azar, el Porfirio Díaz de la administración capitalina de justicia, impedido provisionalmente de tomar posesión de su cargo nuevamente asignado, aunque en espera de la resolución definitiva, sobre el fondo del litigio que pretende mostrar que no debe seguir en la presidencia del tribunal de justicia del Distrito Federal!
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