l atípico perredismo veracruzano está conformado por tribus que se purgan entre sí cada vez que sucede un cambio de dirigencia estatal; está penetrado por el gobierno y con alegría se presta para boicotear posibles alianzas o alquilar la patente al mejor postor. Ese perredismo ha hecho de su orientación ideológica-política un ejemplo nacional del fenómeno que hoy distingue al sol azteca.

Sus detractores lo acusan de colaboracionismo y es de antología el veletismo de sus cuadros directivos. Su actual representante ante el órgano electoral y ex presidente del comité estatal, Sergio Rodríguez, rechazaba hace un par de años cualquier posibilidad de aliarse con el Partido Acción Nacional si el hoy diputado federal Miguel Ángel Yunes Linares encabezaba la coalición por la gubernatura.

Ahora, con el argumento de que es el panista más votado, quien también es considerado creatura del ex gobernador Fidel Herrera para actuar de topo en la estructura política del perredismo, éste recula y promueve al ex director general del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado como personaje idóneo para encabezar la eventual alianza para la elección del año entrante.

La corta memoria es una enfermedad que también afecta al actual líder, Rogelio Franco Castán, otro engendro del aparato político tricolor a quien ya se le olvidó –o ni siquiera conoce– aquel episodio cuando el salinista Yunes Linares despachaba de Secretario de Gobierno de Patricio Chirinos.

El fundador del Partido de la Revolución Democrática, Cuauhtémoc Cárdenas, se hallaba en Xalapa durante su campaña presidencial contra Ernesto Zedillo. En un acto, un grupo de travestis se presentó para expresarle su apoyo y montó un espectáculo con el propósito de ridiculizarlo y reventar la reunión. La misma receta le aplicaron en el puerto de Veracruz. En ambos casos el operador fue quien ahora es propuesto por el neoperredismo como cabeza de la coalición electoral. Cosas de la corta memoria.