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No sólo de pan...

De información

D

e una lectura de los diarios, si el foco de atención es la alimentación, sobresalen informaciones como: Los pequeños productores excluidos del presupuesto, o bien Campesinos de varios estados exigen la entrega de recursos autorizados para proyectos productivos pero condicionada su entrega a un moche de 30 por ciento. A lo que parece responder el titular de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación, (Sagarpa) cuando declara: Tener más no siempre es mejor (¿?) o propone aportar innovación, investigación y nuevas tecnologías para que los campesinos produzcan más con menos, pues la frontera agrícola está agotada (¿?)

En otra página leemos: en México Coca-cola vende 52.7 por ciento de lo que se consume en toda América Latina. No en vano tuvimos un gerente-presidente de esta compañía (o al revés) y por algo tenemos primer lugar mundial en obesidad y diabetes infantil. Otra noticia nos confirma la imposible coexistencia de nuestra flora y fauna con las plantas transgénicas, y cuando leemos que la Ley General de Aguas lleva tres años de retraso, recordamos que lo mismo pasa con la Ley General del Derecho a la Alimentación, en la que colaboramos con la ex diputada Gloria Bautista durante casi dos años. Nos estremece leer que el agua que queda en los pozos de las comunidades es veneno o está radiactiva (La Jornada, 18/11/15, pp.14 y 36) y cuando nos enteramos de que Acción Ciudadana frente a la Pobreza propone se invierta en salud un porcentaje de lo que se destina al pago de la deuda pública, pensamos que en el mismo rango están el abasto y saneamiento del líquido causante de leucemia en miles de niños; en vez de recomendar la recuperación del agua de lluvia para consumo humano, pues con este método el líquido arrastra la suciedad de las superficies antes de caer en la cisterna.

Nos detenemos en la inauguración que hizo Enrique Peña Nieto en Palacio Nacional, de una exposición sobre los 33 bienes inscritos en la Lista Representativa de Patrimonio Mundial de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco, por sus siglas en inglés) llamando a sentirnos orgullosos de los cinco bienes naturales, los 20 culturales y los ocho intangibles (entre los cuales el discutido de las cocinas por la manera tramposa como es usufructuado) con los que nos proyectamos al mundo entero –dijo. Pero, ¿acaso no nos proyectamos también al mundo cuando a escasos pasos de su despacho, fachadas de inmuebles coloniales y del siglo XIX del Centro Histórico aparecen grafiteadas?

Me pregunto, ¿cómo es posible que no podamos ver, o expresar sistemáticamente al hacer una denuncia, la relación íntima que existe entre la abolición de la enseñanza de la historia de México, en el primer ciclo, y del aprendizaje de la lógica y la ética en el segundo, del establecimiento de puentes de ocio para eliminar de las conciencias las fechas cívicas, y del desempleo de millones de jóvenes, de la impunidad del gran crimen que vuelve a cada persona una isla con un sálvese quien pueda a flor de boca…, con la destrucción anónima del patrimonio histórico, natural y humano de este pobre pueblo? Que sean los grafitis sobre cantera imposibles de eliminar sin dañarla, la poda y tala salvajes en urbes y cerros, el maltrato y abuso de niños y mujeres, la pequeña y mediana corrupción que los padres enseñan a sus hijos, la fuga de jóvenes adonde consigan perderse… son las nuevas relaciones sociales que se tejen sobre un fondo de hambre crónica del hogar, representación virtual de los lazos familiares cuya expresión material siempre ha sido la cocina ancestral; que ya no existe porque los ingredientes dejaron de existir o son inaccesibles, y porque en su lugar, la chatarra industrial deja un literal mal sabor de boca, deforma los cuerpos y produce la ansiedad característica de los químicos adictivos.

Si viviera, mi padre volvería a morir frente a las fachadas lastimadas del Centro Histórico, de cuyo rescate y denominación fue responsable, frente a la pérdida de soberanía de nuestro país, como mexicanólogo pionero del estudio de las relaciones entre México y Estados Unidos, y frente a la descomposición social como receptor de la Medalla Belisario Domínguez en 2001, cuyo discurso empezó con estas palabras: Si acaso este honorable cuerpo legislativo me otorgara la presea por la forma en que manejé los fondos públicos que se me confiaron… ¡no la merezco! Porque hacerlo con honestidad no es un mérito sino una obligación de todo servidor público.